Fervor romano por Caravaggio
Colas interminables y furor popular ante la m¨¢s rigurosa exposici¨®n del maestro de la luz y la tiniebla, mientras los cient¨ªficos buscan sus restos
Los misterios y leyendas de Caravaggio siguen en pie 400 a?os despu¨¦s de su muerte. Se cuenta por ejemplo que Michelangelo Merisi (Mil¨¢n, 1571 - Porto Ercole, 1610) pint¨® en sus 38 a?os de vida y apenas 18 de oficio un centenar de obras, pero la exposici¨®n m¨¢s rigurosa que se ha celebrado nunca sobre su pintura, la que se abri¨® el s¨¢bado en las Caballerizas del Quirinal romano, solo re¨²ne 23 cuadros.
Las filas para ver las tinieblas y la luz, la mirada a caballo entre lo hereje y lo sagrado del genial macarra lombardo, amigo de prostitutas, m¨²sicos y gitanos, protagonista de fugas y pendencias, mimado por nobles y papas hasta que fue condenado a muerte por asesinato, han sido enormes todo el fin de semana. Unas 55.000 personas tienen ya reservada su entrada.
La visita puede ampliarse en tres c¨¦ntricas iglesias con seis cuadros
La pasi¨®n por Caravaggio no tiene fin en Italia: es un ¨ªdolo nacional-popular, y en los a?os sesenta lleg¨® a ser mixtificado como precursor del naturalismo impresionista de Pasolini. Como el amor es ciego, del centenar de obras atribuidas a ¨¦l o a su taller, los responsables de la exposici¨®n (Rossella Vodret y Francesco Buranelli) han rebajado finalmente la cifra hasta 40.
La exposici¨®n no re¨²ne todas, pero todo lo que muestra tiene certificado de autor¨ªa "documentado". Y se ve junto por primera vez, porque llegan de medio planeta: San Petersburgo, Berl¨ªn, Viena, Texas o Tokio. Adem¨¢s, cuelga una tela de dudosa atribuci¨®n, La captura de Cristo en el huerto, tra¨ªda desde Dubl¨ªn para zanjar con un ejemplo la pol¨¦mica.
El recorrido se abre con el bodeg¨®n Cesto de fruta, joya de la Pinacoteca Ambrosiana que en cuatro siglos no ha salido de all¨ª, y ofrece tres versiones distintas del San Juan Bautista (Museos Capitolinos y galer¨ªa Corsini de Roma, y Nelson Atkins de Kansas, Estados Unidos) y dos de la Cena en Emmaus (National Gallery de Londres y Pinacoteca de Brera).
La visita es un placer exquisito, y se puede ampliar en las c¨¦ntricas iglesias de Santa Mar¨ªa del Popolo, San Luis de los Franceses y San Agust¨ªn, donde residen otros seis cuadros monumentales, o descubriendo un tesoro oculto: el ¨®leo sobre pared del Casino Ludovisi, nunca antes expuesto al p¨²blico.
Algunos autores lamentan la ausencia de algunas obras sicilianas y napolitanas (La flagelaci¨®n llegar¨¢ desde Capodimonte en abril), pero todos han sucumbido a la belleza y el rigor de la propuesta, que permite reconstruir la vida n¨®mada de Merisi desde su llegada como joven indigente a Roma hasta su muerte prematura.
Nacido en familia noble, Caravaggio tom¨® el apodo del pueblo donde se casaron sus padres y se qued¨® hu¨¦rfano muy joven. Gracias a la amistad de su abuelo con la marquesa Colonna, hermana del cardenal Ascanio, a los doce a?os march¨® a Roma con su t¨ªo Ludovico, que era cura, y fue alojado por el can¨®nigo de San Pedro, Pandolfo Pucci, al que el pintor llamaba "monse?or ensalada", se supone que por la austeridad de su cocina.
Tras frecuentar varios talleres, los encargos p¨²blicos en San Luis y Santa Mar¨ªa (1599) le dieron fama entre los coleccionistas religiosos, lo que implicar¨ªa algunos reveses y devoluciones: a su pintura le faltaba decoro. Enseguida su car¨¢cter brav¨ªo le llevar¨ªa a la c¨¢rcel: firm¨® un libelo contra dos pintores bien situados, y escap¨® a Ascoli Piceno y luego a G¨¦nova, donde matar¨ªa a Ranuccio Tomassoni por un banal duelo a la pallacorda, el tenis de entonces.
Condenado a la pena capital, en 1606 aparece en N¨¢poles, donde realiza numerosas palas de altar. Un a?o despu¨¦s est¨¢ en Malta, y el mas¨®n Alof de Wignancourt, al que retrata, intercede por ¨¦l ante el Papa. Metido en otra bronca y otra vez en prisi¨®n, huye a Siracusa, Messina y Palermo, donde pinta en 1609 La Natividad. El cuadro fue robado por la mafia hace 40 a?os, y seg¨²n certican varios pentiti preside todas las reuniones importantes de la c¨²pula de Cosa Nostra.
Caravaggio huy¨® entonces a N¨¢poles, donde sufri¨® un atentado antes de navegar hasta Civitavecchia en una chalupa cargada de cuadros, que acabar¨ªan secuestrados por la fuerza p¨²blica. Enfermo y solo, muere en el hospital de Porto Ercole el 18 de julio de 1610. All¨ª, en la cripta de una capilla, un grupo de cient¨ªficos busca estos d¨ªas sus restos con pigmentos entre docenas de calaveras.
![<b>Varios asistentes a la exposici¨®n contemplan la obra </b><i>Judith decapitando a Holofernes,</i> <b>presente en la muestra en el Quirinal romano.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/G7ORVHFWQT5CHKBMWK5XPVESZM.jpg?auth=95d1ca3ea9c3ffe37b6c5261abf58dbc30fa882127e008ee1c5914575d6b171c&width=414)
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SYQWJJBZJL2OUY3RJXKLESGN4Y.jpg?auth=60561e3343efb2946223e32cf3f5003caf69e3f8b515b4eb51dcafd043489163&width=414)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.