TDT: Trinchera Digital Terrestre
Hay un tipo de oferta informativa o de entretenimiento que ofrece un falso y artificial formato de debate, con gran ¨¦xito de audiencia. Se adultera la confrontaci¨®n propia de una tertulia para mostrar, sin m¨¢s, un espect¨¢culo b¨¦lico de palabras y gestos, una guerra sin cuartel de trincheras est¨¦ticas e ideol¨®gicas, donde las personas se convierten en personajes bajo gui¨®n y sin reflexiones propias.
En estos espacios, la participaci¨®n de los ciudadanos carece de valor demosc¨®pico y se reduce a un carrusel degradante de opiniones insultantes, injuriosas o de mal gusto. Impera el ruido cacof¨®nico, el prejuicio hostil y la forma gruesa que inhibe a sensatos y moderados. Alimentando las pasiones se les expulsa, ya sea en la Red, en la radio o en la televisi¨®n, con una propuesta que combina lo soez con lo ruin y el morbo con el bochorno.
La derecha democr¨¢tica puede quedar secuestrada por agitadores radicales. Ya sucede en Internet
Aunque parezca incre¨ªble, esta propuesta resulta atractiva y eficaz para determinados discursos y posicionamientos con cuotas de audiencia crecientes y con consecuencias pol¨ªticas y sociol¨®gicas muy precisas. Es una oferta formal que deviene estrategia de fondo y que otorga a los duros el papel de liderazgo de los bloques sociol¨®gicos, en especial, en el espacio ultraconservador. Y para ello, no se duda en utilizar t¨¦cnicas precisas de adoctrinamiento inconsciente que bloquean, como inhibidores, a la raz¨®n, y estimulan las m¨¢s bajas pulsiones de millones de personas que, renunciando a pensar o razonar por s¨ª mismas, s¨®lo pueden repetir consignas inflamadas de desprecio inicial y que suelen acabar, la mayor¨ªa de las veces, en odio irracional hacia el adversario, el distinto, el opositor.
En este contexto, el aumento de cadenas de televisi¨®n ultraconservadoras no es algo nuevo y se apoya en una tupida red de redes que retroalimentan la emisi¨®n audiovisual desde el activismo digital. En Estados Unidos, por ejemplo, triunfa la cadena FOX, que incluso convoca manifestaciones anti-Obama (a quien llaman comunista). Todo ello, con el apoyo inestimable de redes como FreedomWorks, Tea Party Patriots y ResistNet. El mayor emblema conservador, Bill O'Reilly, ha sido desbordado por extremistas como Glenn Beck o Sean Hannity. Sus diatribas, insultos y mentiras generan opiniones radicales que, dada su fuerza expresiva y su capacidad de zumbido propias del rumor y del libelo, est¨¢n haciendo que el mensaje ultraconservador salga a la luz, persuadiendo a muchos republicanos para que radicalicen su postura y su ideolog¨ªa. Y ¨¦se es el objetivo. No s¨®lo quieren destruir al adversario pol¨ªtico, sino que quieren ocupar ese espacio conservador y hacerlo suyo. Es la t¨¦cnica de "ocupar y expulsar".
El odio se propaga bien en la Red (tambi¨¦n en televisi¨®n). Su car¨¢cter viral, junto con una cierta pasividad individual a la violencia ret¨®rica de algunos fanatismos online, son un excelente caldo de cultivo para el virus del odio social, cultural o pol¨ªtico. En la Red los m¨¢s radicales suelen ser los m¨¢s fuertes. En mayo de 2009, un informe del Simon Wiesenthal Center afirmaba que se ha registrado un incremento del 25% en el n¨²mero de grupos "problem¨¢ticos" en las redes sociales en Internet durante el ¨²ltimo a?o.
La derecha democr¨¢tica, articulada alrededor de partidos pol¨ªticos, puede quedar secuestrada o condicionada por los agitadores radicales. Ya sucede en Internet, donde la fuerza de las redes radicales ha fragmentado el espacio civil democr¨¢tico, ha demonizado a los adversarios y ha encuadrado, con disciplina militar y f¨¦rrea, a un nutrido -y creciente- ej¨¦rcito de activistas que act¨²a sin dudar. Frente a ellos, la mayor¨ªa democr¨¢tica y progresista, se retira, inconsciente del progresivo avance de este nuevo radicalismo, y se cobija en confortables espacios menos exigentes y dados a la confrontaci¨®n pero que, aislados y descoordinados, ofrecen poca capacidad de resistencia organizada ante tanto alboroto y destrozo.
Hoy, de los diez espacios digitales m¨¢s importantes en Espa?a (que no sean versiones online de prensa escrita), ocho son de pensamiento abiertamente conservador. Y sus estrategias, ahora, empiezan a desplegarse en la TDT (Televisi¨®n Digital Terrestre) como un nuevo escenario de batalla que no ha hecho nada m¨¢s que comenzar. La irrupci¨®n de programas exclusivamente ideologizados hacia posiciones pol¨ªticas ultraconservadoras, como los que se emiten, ha hecho aparecer nuevos relatos que configuran e influyen en la opini¨®n p¨²blica y que antes eran simples mensajes reproducidos en algunos diarios, emisoras o p¨¢ginas web.
La finalidad de la propaganda radical no es tanto la de informar sino la de hacer un uso sistem¨¢tico de s¨ªmbolos y palabras (incluso de violencia verbal) con la intenci¨®n de alterar y controlar las opiniones p¨²blicas. Esta oferta audiovisual s¨®lo suministra a sus espectadores lo que quieren escuchar, redoblando las dosis de adoctrinamiento que generan dependencia emocional, al tiempo que construye una comunidad de pensamiento uniforme y exalta los sentimientos. El objetivo de la comunicaci¨®n es, entonces, exaltar esas emociones para radicalizarlas en forma de pasiones... digitales y muy terrestres.
Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª es asesor de comunicaci¨®n.
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