Jardines dignos de un museo
R¨ªo de Janeiro esconde las mejores joyas del paisajista brasile?o Roberto Burle Marx
La circunferencia rodea el agua. La arena abraza el l¨ªquido, palpitando en el coraz¨®n del verde. Y un brazo amarillo se descuelga del estanque, huyendo en diagonal hacia un mural azul. Cuando Roberto Burle Marx (1909-1994) dio forma al jard¨ªn del hospital Sul Am¨¦rica (actual hospital da Lagoa) en R¨ªo de Janeiro, pocos repararon que se inspiraba en En torno al c¨ªrculo, de Kandinsky. La hierba imitaba al ¨®leo. El rastrillo al pincel. Burle Marx hab¨ªa completado el edificio de Oscar Niemeyer con un jard¨ªn que, esencialmente, era arte. Muchos a?os despu¨¦s (enero de 2009), ante los cr¨ªticos de arte, el comisario Lauro Cavalcanti pronunciar¨ªa una frase que a Burle Marx le habr¨ªa encantado escuchar: "Organizando plantas nativas seg¨²n los principios est¨¦ticos de las vanguardias art¨ªsticas, especialmente el cubismo y el arte abstracto, cre¨® una nueva gram¨¢tica para el dise?o de paisajes". Seg¨²n Cavalcanti -encargado de la exposici¨®n Roberto Burle Marx 100 anos del Pa?o Imperial de R¨ªo de Janeiro-, Burle hab¨ªa elevado el paisajismo al nivel de la arquitectura o la pintura. En la muestra, algunas fotograf¨ªas de sus jardines compart¨ªan pared con los cuadros de Burle o las alfombras que tej¨ªa con paciencia.
Burle Marx -que nunca estudi¨® bot¨¢nica oficialmente- luch¨® por una frase que convirti¨® en eslogan: "Los jardines devuelven a las personas el verde que la ciudad les rob¨®". ?l aplic¨® con intensidad su regla verde a R¨ªo de Janeiro. La ciudad maravillosa no ser¨ªa la misma sin la obra de este hijo de un jud¨ªo alem¨¢n. Burle hizo de R¨ªo su hogar, atelier y museo. Caminar por sus calles es un continuo tropezarse con el paisajista, en espacios tan emblem¨¢ticos como el Aterro do Flamengo (un parque sobre una playa que pocos turistas visitan, frente al P?o de A?ucar), los jardines de la Lagoa Rodrigo de Freitas o el vergel trasero del Museo de Arte Moderno.
Carambolas vitales
?Qu¨¦ habr¨ªa sido de R¨ªo de Janeiro si el padre de Burle Marx se hubiera quedado en S?o Paulo? ?Y si Burle no hubiera pasado dos a?os (1928 y 1929) en Alemania, deambulando por el bot¨¢nico de Berl¨ªn y por museos repletos de obras de Picasso, Matisse y Van Gogh? La vida/obra de Burle Marx, por qu¨¦ R¨ªo fue su sede, fue una conjunci¨®n de carambolas. En Alemania se apasion¨® por la flora tropical que Brasil hasta entonces despreciaba y se enamor¨® de los movimientos art¨ªsticos de vanguardia. De regreso a R¨ªo, donde se matricul¨® en la Escuela de Bellas Artes, otra casualidad le conducir¨ªa hacia el paisajismo. Lucio Costa, el cerebro del plan urban¨ªstico de Brasilia, se paraba cada d¨ªa en el jard¨ªn de la familia Marx, en Leme, al extremo de la playa de Copacabana. La distribuci¨®n de las plantas, creativa y sensible, cautivaron a Lucio. Un d¨ªa, en 1932, ofreci¨® al joven Roberto reformar el jard¨ªn de la mansi¨®n de la familia Schwartz en Copacabana. Burle acept¨®. No sab¨ªa entonces que en 1970 reformar¨ªa para siempre la calzada de la mism¨ªsima playa de Copacabana con un mosaico de piedras de formas sinuosas. El joven Roberto no sospechaba que el mundo se rendir¨ªa a sus pies no por sus pinturas sino por los jardines que concebir¨ªa como lienzos.
La obra que catapult¨® a Burle fue la terraza del palacio Capanema, antiguo Ministerio de Educaci¨®n (en cuyo proyecto participaron Oscar Niemeyer, Lucio Costa y Le Corbusier, como consultor). La dise?¨® en 1937 y cautiv¨® al mundo con una estructura plagada de formas abstractas. La vanguardia art¨ªstica entraba en la bot¨¢nica.
Oasis de color verde
Burle fue extendiendo sus excavadoras con vocaci¨®n de pinceles por el centro de R¨ªo. Cerca del palacio Capanema, donde los rascacielos fueron destruyendo el legado colonial, Burle dise?¨® decenas de oasis verdes. En 1938 cre¨® la acogedora plaza de Salgado Filho (frente al aeropuerto Santos Dumont), el primer espacio donde se usaron s¨®lo especies aut¨®ctonas.
Desde entonces, no par¨®. El verde creci¨® entre el gris. Los cuadros/jard¨ªn de Burle siguen vivos, haciendo respirar a edificios como el Petrobras, el Banco Nacional de Desenvolvimiento Econ¨®mico o la Estaci¨®n Terminal del Bondinho (el tranv¨ªa). En la deliciosa plaza de Largo do Machado la conversaci¨®n fluye bajo las palmeras. Verde-que-te-dise?o-verde, s¨ª, pero siempre que sirva para incentivar la convivencia humana en la urbe. Burle Marx conquist¨® el mundo. De Caracas a Par¨ªs, de Buenos Aires a Quito. El mism¨ªsimo Moma de Nueva York le dedic¨® en 1991 una retrospectiva. Pero el solicitado superstar fue recluy¨¦ndose cada vez m¨¢s en un terreno que compr¨® en Barra de Guaratiba, a unos kil¨®metros de R¨ªo. El Sitio Burle Marx, con 365.000 metros cuadrados y 3.500 especies de plantas, es uno de los secretos mejor guardados de R¨ªo. Plantas cabalgando sobre l¨ªneas oblicuas, perpendiculares, paralelas. Bloques de vegetaci¨®n que, con la perspectiva del genio, se convierten en arte.
El viajero puede imaginarse a Burle Marx ordenando la naturaleza, entre troncos de pau ferro, flores de jade y plantas de cacao. Paseando por el sombral -verde dentro de sombras- podemos llegar a imaginarnos a aquel Burle Marx que al final de su vida estaba casi ciego. Como un Beethoven de la bot¨¢nica, Burle pas¨® sus ¨²ltimos d¨ªas pintando el lienzo infinito y mutante de la naturaleza. En la que fue su habitaci¨®n -humilde, sencilla- vemos sus zapatos debajo de la cama, como si fuese a regresar en cualquier momento. Escuchando el murmullo del agua que Burle plane¨® para redondear el efecto sedante de su vergel, la m¨²sica natural que cautivaba a visitantes como Tom Jobim, acabamos de entender una frase de su descubridor Lucio Costa: "Roberto Burle Marx es un m¨²sico del cual los acentos se perciben por otro sentido: la vista".
Diez imprescindibles huellas verdes
01 Sitio Burle Marx
(carretera de la Barra de Guaratiba, 2.019. Guaratiba-R¨ªo de Janeiro). El jard¨ªn cumbre de toda la carrera de Burle.
02 Calzada Copacabana (avenida Atl¨¢ntica, R¨ªo de Janeiro). El c¨¦lebre mosaico es uno de los emblemas de R¨ªo de Janeiro.
03 Parque Brigadeiro Eduardo Gomes Aterro do Flamengo (playa de Flamengo, R¨ªo de Janeiro). Un pulm¨®n verde a la vera del mar con vistas sensacionales.
04 Terraza del palacio Capanema (Rua da Imprensa, 16, R¨ªo de Janeiro). La distribuci¨®n de la terraza contin¨²a siendo rompedora.
05 Paisajismo de la Lagoa Rodrigo de Freitas (Lagoa, R¨ªo de Janeiro). Verdadero parque recreativo para la ciudad.
06 Pra?a Euclides da Cunha (Recife, Estado de Pernambuco). En el centro hist¨®rico.
07 Paisajismo del Eixo Monumental (Brasilia). La huella de Burle en la avenida m¨¢s ancha del mundo.
08 Palacio Karnak (Teresina, Estado de Piaui). Con una fachada inspirada en un templo egipcio.
09 Casino de Pampulha (Belo Horizonte, Minas Gerais). En el complejo proyectado por Niemeyer.
10 Jardim das esculturas (parque do Ibirapuera; avenida de Pedro ?lvares Cabral, s/n, S?o Paulo).
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