Genocidas
Andan a la gre?a los juristas sobre el proceder del juez Baltasar Garz¨®n por abrir un proceso contra los criminales del franquismo. Dejando al margen la suerte que corra el magistrado, llama la atenci¨®n la porf¨ªa paralela que se ha montado sobre la prescripci¨®n de los cr¨ªmenes contra la humanidad, pues a nada que se aticen en Google los magnos personajes de la historia, uno no encuentra sino una interminable dinast¨ªa de genocidas. Y, ?qui¨¦n los juzg¨®?
La propia historia est¨¢ escrita al dictado, cuando no directamente por la pluma de sus grandes carniceros. Sus cr¨ªmenes, lejos de condenarse, son sometidos luego a un impenitente revisionismo por los historiadores nacionales (y nacionalistas), bajo el dogma infalible de que los genocidas que ganaron nuestras guerras se convierten autom¨¢ticamente en conquistadores y h¨¦roes, dejando si acaso a los perdedores el atributo de criminales.
Salvo pervertidos, nadie duda de que Hitler, ese irrisorio cabo de la I Guerra Mundial, fuera un malhechor sanguinario que condujo al mundo al horror. Pero seguro que tachar¨ªan de lun¨¢tico al que dijera lo mismo de Napole¨®n, ese corso enano y resentido que, en nombre de la revoluci¨®n, ahog¨® en sangre a Europa entera. ?Acaso el peque?o cabo -como tambi¨¦n llamaban sus soldados a Bonaparte- no se proclam¨® leg¨ªtimo salvador de Occidente e invadi¨® la g¨¦lida Rusia, donde nada se le hab¨ªa perdido, dejando millones de muertos a su paso, como un siglo y medio despu¨¦s hiciera el caudillo del Tercer Reich? Y, sin embargo, no puedes andar dos manzanas en Par¨ªs sin ver su nombre o el de sus mariscales en alg¨²n letrero, monumento, o en la etiqueta de un vino o un co?ac. ?Imaginan que los vinos del Rin tuvieran la denominaci¨®n de Goering o Himmler?
Estoy convencido de que la historia es un mero relato de cr¨ªmenes de lesa majestad, desde la desaparici¨®n de los neandertales a manos de los homo sapiens hasta la ¨²ltima masacre tribal de Ruanda. Entre medias, alguien descubri¨® el fuego, la trigonometr¨ªa, el arco de medio punto o la f¨ªsica cu¨¢ntica. Pero el cemento que da consistencia a la historia del hombre est¨¢ hecho de sangre y cuerpos descuartizados.
"No a la guerra", gritaban los ingenuos contra Bush (y Aznar) cuando las tropas estadounidenses invad¨ªan Irak produciendo alg¨²n que otro da?o colateral (muertos) entre la poblaci¨®n civil. ?Menuda novedad! Ocho siglos antes, Genghis Khan arras¨® la ya entonces Persia musulmana -actuales Ir¨¢n, Irak, Afganist¨¢n y varias rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas-, con el asesinato en masa de poblaciones enteras (ni?os incluidos) como las de las bellas Samarcanda o Bujara. Hoy es el h¨¦roe nacional de Mongolia, le han erigido una estatua de 40 metros de altura y su efigie est¨¢ en todas partes, desde billetes hasta latas de cerveza.
El fundador del Imperio Romano, Julio C¨¦sar, masacr¨® a decenas de miles de galos y esclaviz¨® a otros tantos, por mucho que los franceses se empe?en en revisar su memoria hist¨®rica con esa patra?a animada de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix. Stalin asesin¨® al menos a 10 millones de compatriotas, la mayor¨ªa honestos comunistas y fieles combatientes del Ej¨¦rcito Rojo. Hoy su foto est¨¢ manchando las calles de Mosc¨² gracias al nuevo nacionalismo de Putin y los suyos. Es in¨²til negarlo. El genocidio es nuestro pasado. Y hay serias dudas de que no forme parte de nuestro futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.