Aprender a disfrutar la jubilaci¨®n
La jubilaci¨®n est¨¢ dando mucho que hablar ¨²ltimamente. A la reciente discusi¨®n sobre su edad hay que a?adir los datos demogr¨¢ficos: vivimos en una sociedad que envejece muy deprisa. Aprender a afrontar esta etapa es otro de nuestros retos existenciales.
Me cuenta Amparo que desde que su marido se ha jubilado todo ha ido a peor. Ella, que a¨²n trabaja, ten¨ªa su vida "apa?¨¢". En cambio, ahora tiene "la mitad de la pensi¨®n y el doble de marido". De repente se encuentra con un esposo gru?¨®n, que la persigue, le critica todo, le pide explicaciones de sus conversaciones, la manda y quiere que est¨¦ s¨®lo pendiente de ¨¦l. "Si sigue as¨ª, me separo", concluy¨®.
?ste ser¨ªa un caso com¨²n de una jubilaci¨®n mal gestionada, aunque otros, m¨¢s positivos, nos permitir¨ªan observar las dos caras de la experiencia de jubilarse. Deseada por unos y temida por otros. Una espera que desespera o una patada en el trasero para los que no saben hacer otra cosa que trabajar. Una contrariedad para los que est¨¢n en su mejor momento. Hay que ver lo que oculta el trabajo: sue?os y frustraciones.
"Somos seres activos, creativos y relacionales. Es lo que necesitamos para realizarnos en la vida, y eso no tiene edad"
LA JUBILACI?N COMO J?BILO
"S¨®lo aquello que se ha ido es?lo?que nos pertenece" (Borges)
La palabra jubilaci¨®n est¨¢ emparentada con j¨²bilo, o sea, alegr¨ªa. Se supone que, m¨¢s all¨¢ de un acto meramente administrativo, el cese laboral es la culminaci¨®n de una etapa de compromiso social, para pasar a otra descargada de expectativas y obligaciones. Es como pasar de lo duro a lo suave. Es vivir el j¨²bilo de levantarse por la ma?ana y disponer de todo el d¨ªa por delante. El j¨²bilo de hacer lo que a uno le venga en gana. La alegr¨ªa de encontrarse de nuevo con uno mismo y por fin dedicarse s¨®lo a ser.
En cambio, la jubilaci¨®n parece que en lo material s¨®lo sean pagas y en lo psicol¨®gico algo as¨ª como la inutilidad del ser o, en su mejor versi¨®n, la vida ociosa bien merecida. Jubilarse, sea cuando sea, es como una rendici¨®n, un apearse en medio del trayecto, un ?y ahora qu¨¦? Es la cara dura del jubileo, la triste sensaci¨®n de que a uno le echan del sistema, sin importar su opini¨®n, su disponibilidad o su momento vital y profesional. Claro que todo va a depender, m¨¢s all¨¢ de lo que diga una norma administrativa, de c¨®mo se ha resuelto personalmente la relaci¨®n entre el ser y el tiempo.
DEJAR DE HACER PARA SER
"Si has construido castillos en el?aire, tu trabajo no se pierde; ahora coloca las bases debajo de?ellos" (Henry David Thoreau)
Occidente se ha especializado en la capacidad de transformar el mundo, mientras que en Oriente ha predominado la contemplaci¨®n, la aceptaci¨®n de la vida como es. Aunque vamos camino del acercamiento, hay que reconocer que por nuestras lides impera el sentido de la acci¨®n, del hacer. Uno es, sobre todo, lo que hace. Bajo este paradigma, la jubilaci¨®n es una intromisi¨®n o un permiso para dejar de hacer. Entonces, si no hacemos, ?qu¨¦ somos? ?Qui¨¦nes somos?
La identidad de una persona ha tenido diversos referentes a lo largo de la historia. Antiguamente se relacionaba la identidad con el lugar de nacimiento (Tales de Mileto, Jes¨²s de Nazaret?). Despu¨¦s, seg¨²n el oficio: el herrero, el mercader, el carpintero. M¨¢s tarde se defini¨® por la estirpe patriarcal. Erickson como hijo de Erick. Fern¨¢ndez como hijo de Fernando. A¨²n hoy, para muchas personas, su identidad est¨¢ vinculada a la organizaci¨®n social, al papel que desempe?an y a la relevancia de la empresa o instituci¨®n a la que pertenecen. La jubilaci¨®n significa quitarles la privilegiada etiqueta. A partir de ah¨ª, ni son ni representan. De ah¨ª deviene la primera crisis: aprender a ser uno mismo, sin lo de fuera.
Una de las mayores expectativas que acarreamos es la de "ser alguien en la vida", lo que significa trabajar duro y alcanzar una buena posici¨®n laboral y social. Nos damos cuenta pronto de que una cosa son las actividades que nos gustan y otra trabajar. Queda separada la relaci¨®n entre actividad y trabajo, siendo la primera una mera distracci¨®n para los ratos de ocio. S¨®lo unos pocos afortunados parecen tocados por la vara vocacional, pudiendo trabajar disfrutando. El resto se pasan el d¨ªa echando cuentas y planificando a a?os vista. Se olvidan que el tiempo se vive, no se cuenta.
SOMOS ACTIVOS, NO TRABAJADORES
"Dadme un punto de apoyo y mover¨¦ la Tierra" (Arqu¨ªmedes)
Si logramos quitarnos la etiqueta de trabajadores, podemos observar al ser humano fundamentalmente como energ¨ªa, inteligencia y amor. Somos seres activos, creativos y relacionales. Eso es lo que necesitamos para realizarnos en esta vida. Y eso no tiene edad. La jubilaci¨®n entonces se limita a un cambio en el tipo de actividad, su frecuencia o su organizaci¨®n. Nada m¨¢s. Seguimos activos, creativos y amantes. S¨®lo faltar¨ªa que eso tambi¨¦n lo regulara el Estado.
Para una gran mayor¨ªa de personas, la jubilaci¨®n va a representar un cambio dif¨ªcil, porque no entienden otra actividad que no sea trabajar. Esa creencia limita la oportunidad a nuevas iniciativas e incluso profundizar en aquellas para las que siempre ha faltado tiempo. A menudo se les dice a los jubilados: "Ahora podr¨¢ hacer todo aquello que no pudo hacer en su momento". No es cierto. Cada momento tiene sus intenciones. No es lo mismo estudiar una carrera para ejercerla posteriormente, que estudiarla s¨®lo por el placer de saber. Ahora es ahora. Y ahora cabe recoger lo que se ha cosechado, sabidur¨ªa de vida, para vivir en lo aprendido.
LA JUBILACI?N COMO PROCESO
"Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa" (proverbio chino)
La perspectiva de la jubilaci¨®n demanda tiempo para reflexionar sobre c¨®mo encarar su llegada. No hay nada peor que levantarse un d¨ªa pensando: no tengo nada que hacer. Todas las experiencias de cambio significan un periodo de crisis, de resituaci¨®n, y m¨¢s en este caso en el que cambian factores globales como el dinero, las relaciones familiares y sociales o la vida en el hogar. Ser¨¢ necesaria una etapa de desconexi¨®n progresiva de la vida laboral, de vencer resistencias, alternada con afianzar nuevas actividades, horarios, etc¨¦tera. Hay que darse la oportunidad de irse jubilando, de llegar al final del proceso habiendo enterrado al "trabajador administrativo", habiendo renacido como ciudadano activo de este mundo. Habiendo decidido qu¨¦ queremos conservar y qu¨¦ queremos cambiar.
Entiendo que una de las cosas que peor se llevan es la obligaci¨®n de cesar. Para todas las personas con una vida intensa, creativa, vocacional, e incluso aquellas cuyo valor a?adido es precisamente la edad, su experiencia y sabidur¨ªa, no tiene sentido alguno que se les rescinda el contrato con la Seguridad Social. Creo que todos estar¨ªamos de acuerdo en que hay personas que no deber¨ªan jubilarse nunca. En cambio, nadie entiende c¨®mo otras no se han jubilado todav¨ªa. Debe de ser por eso que alguna pauta com¨²n deba existir, a disgusto seguramente de todos.
Dec¨ªa Serrat que "todos llevamos un viejo encima". Aunque hoy vejez y jubilaci¨®n han perdido su relaci¨®n cronol¨®gica, el debate actual sobre las jubilaciones es una buena ocasi¨®n para redefinirnos: ?De qui¨¦n dependemos? ?Qu¨¦ sentido tiene el trabajo para nosotros? ?Qu¨¦ otras cosas nos mueven en la vida? ?Qu¨¦ sentido tiene el tiempo? ?Lo cuento o lo vivo? ?D¨®nde invierto mi energ¨ªa, mi creatividad y mi amor?
Y la vida sigue
1. Pel¨ªculas
- 'El crep¨²sculo de los dioses' (1950), de Billy Wilder.
- 'Space cowboys' (2000), de Clint Eastwood.
- 'Descubriendo a Forrester' (2000), de Gus van Sant.
2. Libros
- 'La jubilaci¨®n. Una oportunidad vital' (Herder), de Ricardo Moragas.
- 'Jubilaci¨®n. La vida sigue. Reflexiones sobre una tercera edad plena' (Planeta), de Jos¨¦ Mar¨ªa Carrascal.
- 'El ser y el tiempo' (Fondo de Cultura Econ¨®mica), de Martin Heidegger.
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