La colina que defendi¨® Donnelly
Rivas dedica una estatua a los brigadistas que lucharon por la Rep¨²blica
Charlie Donnelly naci¨® en 1914 en los valles de Dungannon, Irlanda, y muri¨® con 23 a?os en la batalla del Jarama. Recibi¨® un tiro en el brazo, otro en el costado y un tercero, en la cabeza. Donnelly no era un militar. Sobrevivi¨® poco m¨¢s de un mes a la guerra en Espa?a. Era un joven poeta que escribi¨® un pu?ado de versos en la universidad, pero cuya consagraci¨®n literaria lleg¨® con la muerte. El ¨²ltimo d¨ªa de la batalla del Jarama defend¨ªa la Colina del Suicidio. Rodeado de soldados del bando nacional, parapetado tras un olivo, un camarada canadiense le escuch¨® murmurar bajo el ruido de la metralleta que esquilmaba a su compa?¨ªa: "Hasta las aceitunas est¨¢n sangrando". As¨ª se lo repiti¨® el testigo al escritor irland¨¦s Joseph O'Connor -hermano de la cantante Sin¨¦ad O'Connor-, que titul¨® con la cita una biograf¨ªa del poeta. Minutos despu¨¦s de la frase, Donnelly fue abatido. Era el 27 de febrero de 1937. Sus compa?eros no pudieron recuperar el cuerpo hasta el 10 de marzo para enterrarlo junto al Jarama.
Un libro recoge ahora los poemas de algunos soldados extranjeros
Escrib¨ªan sus versos en cartas o en los libros que le¨ªan en las trincheras
Desde ayer, 72 a?os despu¨¦s de su muerte, una estatua labrada en piedra de Dungannon recuerda en el parque de Mira el R¨ªo de Rivas-Vaciamadrid la figura de Donnelly, escritor, periodista y activista pol¨ªtico. El monumento es un homenaje a los soldados de las Brigadas Internacionales. Cerca de 60.000 voluntarios de 54 pa¨ªses llegaron a Espa?a para pelear por la Rep¨²blica. Unos 10.000 cayeron en combate. En la batalla del Jarama, 3.000.
Como r¨²brica al romanticismo que impregn¨® la aventura de los voluntarios internacionales quedan sus escritos. En un libro presentado tambi¨¦n estos d¨ªas en Rivas dentro de la conmemoraci¨®n de la batalla del Jarama, Hablando de leyendas. Poemas para Espa?a (ediciones de Baile del Sol), Jim Jump, Antonio D¨ªez y David Gonz¨¢lez recogen los poemas que algunos de los 2.300 contendientes en la Guerra Civil procedentes de Reino Unido e Irlanda dedicaron a su experiencia en la guerra. El volumen incluye poemas de Donnelly y de otros escritores conocidos y desconocidos.
Versos escritos en cartas o diarios, garabateados en los bordes de los libros que le¨ªan los soldados en las interminables esperas antes de las batallas, o en el reverso de las ¨®rdenes militares. A veces se compon¨ªan para animar a los soldados y se publicaban en las revistas de las Brigadas, en otras ocasiones se enviaban a la familia o se conservaban como memoria personal del desastre. Un tercer tipo son las piezas que los brigadistas elaboraron de regreso a sus casas, una prueba de la muesca que la guerra hab¨ªa dejado en su memoria. David Martin, uno de los autores recogidos en la antolog¨ªa, escribi¨® muchos a?os despu¨¦s de volver: "La poes¨ªa no es algo expansivo, sino compresivo como un alambre enroscado. Con el centro duro y erizado. En Espa?a todo era duro y descarnado".
En el mundo anglosaj¨®n es com¨²n referirse a la Guerra Civil como la de "los poetas". El calificativo irrita a los combatientes, de los que el 80% eran obreros. Aun as¨ª es innegable que el conflicto supuso el c¨¦nit de cierta forma de compromiso intelectual y art¨ªstico. Un ejemplo claro es John Cornford, arquetipo del joven creador de los treinta, aventurero e intelectual marxista de prestigio que aun¨® en su producci¨®n guerrera reflexiones pol¨ªticas y versos de amor y miedo. Antes de morir en el frente, le dej¨® a su novia el descarnado A Margot Heinemann, uno de los s¨ªmbolos po¨¦ticos de la guerra, que aparece en la recopilaci¨®n ahora publicada.
En octubre de 1938, Dolores Ib¨¢rruri despidi¨® a los supervivientes de las Brigadas en Barcelona: "No os olvidaremos, y, cuando el olivo de paz florezca entrelazado con los laureles de la victoria de la Rep¨²blica Espa?ola, ?volved!". Desde el fin de la dictadura, regularmente los brigadistas han ido visitando Espa?a. Ayer no estuvo ninguno presente en la inauguraci¨®n del monumento a Donnelly. S¨ª acudi¨® una delegaci¨®n de Dungannon. Estaba prevista la presencia de Jack Edwards, uno de los 40 brigadistas que quedan vivos, pero se lo impidieron problemas de salud. "Ya es muy dif¨ªcil", se lamenta ?ngel Rojo, presidente de la Asociaci¨®n de Amigos de las Brigadas Internacionales: "Esta semana han muerto tres de los cuatro brigadistas cubanos que quedaban. Ha sido un invierno muy duro".
La asociaci¨®n de Rojo batalla contra los a?os y el olvido. Y contra algo m¨¢s: la lucidez desencantada con que leen la historia muchos h¨¦roes. Otro brigadista, David Marshall, dej¨® escrito antes de morir:
"?stos son mis camaradas, mis compa?eros (...). En sepulturas sin memoria yacen / sin ning¨²n boato, sus canciones en el olvido, / a nuestros hijos no se les ense?a su historia".
"Y t¨² les olvidas bajo tu responsabilidad / porque a pesar de que luchas tan bien como ellos, / ser¨¢s traicionado, como lo fuimos nosotros".
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