?"Aprender inteligencia"?
Con la fe y el entusiasmo propios de un converso, un hombre de brillante y larga trayectoria pol¨ªtica, asom¨® por las pantallas ante los telespectadores espa?oles de uno de los mejores programas culturales semanales que ofrece RTVE, gracias a un excepcional entrevistador. El programa sirvi¨® muy bien para presentar el libro del entrevistado titulado La revoluci¨®n de la inteligencia que, gracias a una delicada atenci¨®n personal del autor, tuve ocasi¨®n de conocer recientemente. Con la expresi¨®n vehemente e ilusionada del que quiere llevar un mensaje y levantar una bandera, el entrevistado inform¨® sobre la realidad de unas investigaciones llevadas a cabo a lo largo de ¨¦stos ¨²ltimos a?os, particularmente en las universidades norteamericanas, las cuales vienen a confirmar ampliamente las hip¨®tesis en las que de hecho se ha basado durante los ¨²ltimos a?os la pol¨ªtica educativa en su vertiente m¨¢s moderna: a saber que el potencial intelectual no se hereda simplemente sino que adem¨¢s se desarrolla gracias al ambiente, gracias a est¨ªmulos y factores externos, concretamente en el proceso de aprendizaje. Pero todo ello no niega, como podr¨ªa parecer impl¨ªcito en las declaraciones hechas durante la entrevista, que existe una clara influencia o condicionamiento gen¨¦tico de la inteligencia, aunque se demuestre ahora que, afortunadamente, no es definitiva en la generalidad de los casos o que, al menos, junto con la herencia gen¨¦tica de la inteligencia existe una din¨¢mica creadora de la misma a lo largo de la vida de cada ser. Esta es, al fin de cuentas, la base de los conceptos, hip¨®tesis e ideas, en las que se ha basado la moderna pedagog¨ªa al irrumpir, no sin pocas resistencias, con la creatividad en la pr¨¢ctica educativa. Estas resistencias se pusieron bien de manifiesto al implantarse la Reforma Educativa, la cual proclam¨® estos principios de manera rotunda e inequ¨ªvoca. Es precisamente esa hip¨®tesis de la inteligencia como factor variable y no como dato fijo, la que inspir¨® concretamente la reforma espa?ola en su planteamiento de ayudar por todos los medios posibles a superar los distintos niveles y consiguiente exigencia de calidad creciente que debe tener un sistema educativo, pero sin prejuzgar nunca el futuro de un estudiante en unos ex¨¢menes finales que descartaban definitivamente su progreso intelectual.Sin embargo, estas hip¨®tesis, hechos y actuaciones, expuestos como lo fueron en RTVE llevan luego a conclusiones que, en un juego sem¨¢ntico, pueden inducir a error. Es cierto -muy cierto- que el potencial intelectual no est¨¢ predeterminado y puede desarrollarse en todo momento gracias al tes¨®n, a la voluntad, al esfuerzo y a una metodolog¨ªa pedag¨®gica, en la que ha de tener siempre un papel preponderante el m¨¦todo cient¨ªfico que ahora parece querer llamarse ?la t¨¦cnica de aprender inteligencia?. Pero lo que resulta peligroso y confuso es cambiarlos t¨¦rminos de ?desarrollo de la inteligencia? por ?aprender inteligencia?, ya que no se ?aprende la inteligencia? con unas t¨¦cnicas aisladas, aunque siempre se puedan establecer y sugerir reglas para el estudio, para el m¨¦todo cient¨ªfico o para desarrollar la creatividad. El verdadero alcance y sentido de estas t¨¦cnicas y principios se logran, sin embargo, gracias a una total inserci¨®n en los procesos de aprendizaje. En el lenguaje tradicional ello equivale a revitalizar el proceso de educaci¨®n sistem¨¢tica e incluso, a ser posible, en la educaci¨®n informal que se adquiere en el seno de la familia y en el seno de la sociedad gracias a los medios de comunicaci¨®n social.
Interrelacionar datos, ideas, conocimientos es la esencia misma de la investigaci¨®n y el m¨¦todo por el que se han logrado todos los descubrimientos. Nada nuevo hay en ello aunque sigue siendo extraordinariamente v¨¢lido y genial este principio. Pero no hace falta rebautizarlo, como no hace falta tampoco rebautizar la necesidad de educar el potencial intelectual como ?la revoluci¨®n de la inteligencia?, salvo que para movilizar la voluntad de los hombres sea necesario rebautizar continuamente las mismas cosas.
Mantenemos, en cambio, la esperanza de que muy pronto se logre descubrir bien el mecanismo del proceso de aprendizaje que sigue lleno de inc¨®gnitas. El d¨ªa que se logre aclarar los actuales debates con hechos bien probados sobre c¨®mo se produce exactamente el aprendizaje se habr¨¢n dado pasos de gigante para producir al fin la deseable revoluci¨®n educativa, para poner a disposici¨®n de cada hombre la posibilidad de que con su voluntario esfuerzo logre contribuir a la sociedad el m¨¢ximo de su capacidad, el m¨¢ximo de sus saberes y talentos al servicio del bien com¨²n, junto con la satisfacci¨®n de sus m¨¢s nobles y justas aspiraciones.
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