El carpintero verde
El alem¨¢n Rupert Kolb reivindica desde Vimianzo el oficio artesanal
Rupert Kolb (W¨¹rzburg-Baviera, 1955) cree que la madera verde es la mejor materia prima para su carpinter¨ªa. Pero es "madera verde" en el sentido ecol¨®gico del t¨¦rmino. En su taller de Calo (Vimianzo), reivindica el cerne noble y el oficio artesanal, y huye de razones consumistas en aras de la sostenibilidad. Ha demostrado que con madera verde no s¨®lo se hace humo.
Su oficio es el resultado de d¨¦cadas de esfuerzo, desde que a los 10 a?os se enfrent¨® por primera vez a las tablas para ayudar a su padre a levantar una caba?a de fin de semana. Fue su contribuci¨®n infantil a la reconstrucci¨®n de una Alemania que a¨²n viv¨ªa entre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial. A los 15, comenz¨® su formaci¨®n en el ramo de la carpinter¨ªa, de la que ya no se separar¨ªa.
Este trabajador se hizo el taller en su propia casa de A Costa da Morte
"Aqu¨ª se explota la madera de los ¨¢rboles como si fueran patatas"
"Yo apuesto por la bioconstrucci¨®n, respetuosa con el material utilizado"
Si en lo profesional aferraba el martillo, en lo ideol¨®gico abrazaba tambi¨¦n la hoz, militando en el mao¨ªsmo. Luego, cambiar¨ªa el rojo por el verde, asumiendo en su madurez ideol¨®gica la causa ecologista. "En esa ¨¦poca me matricul¨¦ en Arquitectura, en busca de soluciones sociales a la forma de vivir", explica. Pero la carrera result¨® ser demasiado te¨®rica y volvi¨® a su elecci¨®n inicial.
Se march¨® a Suecia para aprender de los maestros n¨®rdicos la fabricaci¨®n de ¨®rganos musicales. Eran los a?os en los que el pa¨ªs ve¨ªa nacer el imperio del mueble en kit. Mientras Ikea predicaba la fabricaci¨®n masiva y el montaje r¨¢pido, Rupert cultivaba la paciencia.
Su siguiente escala fue Berl¨ªn, donde en 1979 abri¨® su primer negocio de carpinter¨ªa con dos amigos. "Viv¨ªa en un barrio obrero, y el taller estaba en una zona con mucha presencia de okupas", cuenta. Poco tiempo despu¨¦s, se mud¨® de la cultura m¨¢s urbana al rural profundo cuando un amigo le ofreci¨® hacerse cargo de una granja en Alsacia durante un a?o. En ese tiempo, ¨¦l y su mujer le cogieron el gusto al campo.
Al volver a Berl¨ªn, vieron un anuncio que dec¨ªa: "Se vende casa y finca en Galicia". Result¨® ser una estafa: el alem¨¢n que vend¨ªa la casa no era su propietario. Pero si se sintieron defraudados en los negocios, Galicia les convenci¨® en todo lo dem¨¢s: "Nos enamoramos del paisaje y descubrimos que los gallegos eran gente legal".
Acabaron por comprarse una casa con parcela en el lugar de Calo, en Vimianzo. "Al principio, pensaba en vivir aqu¨ª y trabajar en la ciudad, pero luego decid¨ª montar un taller de carpinter¨ªa en la aldea", explica. Asent¨® su futuro en un lugar que parec¨ªa mirar ¨²nicamente al pasado: "S¨®lo quedan dos vecinos que viven del campo, el resto son pensionistas o trabajan en la ciudad". Era una comunidad cerrada donde su llegada despert¨® mucha curiosidad, aunque se sintieron bien acogidos. Ahora se han integrado totalmente, hasta el punto de que Rupert habla gallego con la fon¨¦tica de la Costa da Morte.
Ha restaurado la casa utilizando la madera y la piedra tradicionales. Con ese criterio, ha rehabilitado m¨¢s de 60 construcciones desde entonces: "En una vivienda tradicional se debe mantener la historia, olerla". "Yo apuesto por la bioconstrucci¨®n, respetuosa con el material utilizado, el lugar y su destino funcional", cuenta. De estos trabajos, hay uno del que est¨¢ especialmente orgulloso: la recuperaci¨®n de los batanes del Mosquet¨ªn.
Su baza al verde ha resultado ganadora. Ha encontrado tambi¨¦n un nicho de mercado en clientes que quieren muebles de calidad: "Suelen ser gente sensible y culta, que busca algo aut¨¦ntico". No recurre a especies for¨¢neas: trabaja la acacia, el cerezo, el casta?o, el roble, el pino rojo y el pino tea. "Uso maderas que se puedan plantar y desarrollar, para que no se agote la materia prima y dejar un legado a las generaciones futuras".
Quiere madera con buen cerne, que lleve al menos medio siglo en el monte gallego. "En Galicia, la explotaci¨®n forestal se hace con mentalidad cortoplacista, como si fuese una cosecha de patatas; en Alemania, los carpinteros trabajan con los ¨¢rboles que plantaron sus abuelos", dice. Rupert lamenta este modelo, "el sistema que est¨¢ abocando a los aserraderos a la crisis". "No se puede plantar s¨®lo para la construcci¨®n o para las celulosas, hay que pensar en generaciones", advierte.
Es una convicci¨®n que a¨²n no ve en los gallegos, la de dejar un legado para el futuro. "Cuando ocurri¨® el desastre del Prestige llegu¨¦ a avergonzarme de la actitud de muchos: s¨®lo buscaban indemnizaciones". Frente a esto, ¨¦l predica compromiso con el ejemplo. Se ha aliado a los elementos para preservar la naturaleza salvaje de la Costa da Morte.
En su marcador ya se ha apuntado un tanto: la declaraci¨®n de paisaje protegido para los Penedos de Traba, que su denuncia salv¨® del expolio de una empresa granitera.
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