Irak quiere m¨¢s, mucho m¨¢s
El Gobierno de Al Maliki aspira a mantenerse en el poder tras los comicios, pero la mejora de la seguridad a¨²n no ha servido para reactivar la econom¨ªa y el empleo
![?ngeles Espinosa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F32bb7ff4-537e-43ea-9dab-0cb3f83ba60b.png?auth=fe7906998c48e4418837148be26d16b394f20655dd6a58f57c74c79fe3150bd9&width=100&height=100&smart=true)
"Queremos olvidar a Sadam y mirar al futuro", dice Hasanian Ali Mahmud cuando se le menciona al tirano. Hasanian tiene 26 a?os y siente que ha perdido siete de ellos por culpa de los coches bomba, los asesinatos sectarios y las luchas de sus pol¨ªticos. Su generaci¨®n nunca ha conocido la paz. Crecieron bajo la penuria de las sanciones y estrenaron la adolescencia con una invasi¨®n militar que acab¨® con la dictadura al alto precio de sumir el pa¨ªs en el caos. M¨¢s de la mitad de los cerca de 30 millones de iraqu¨ªes tienen menos de 25 a?os y quieren hacerse con las riendas del futuro.
"Claro que las cosas han mejorado. La seguridad ha aumentado desde que Al Maliki es primer ministro, tambi¨¦n la electricidad y el trabajo", asegura Hasanian en la tienda de generadores que ha heredado de su padre en Arrasat al Hindia. Pero para este joven bagdad¨ª eso no es suficiente. "Queremos m¨¢s", se?ala.
M¨¢s de la mitad de los 30 millones de iraqu¨ªes tienen menos de 25 a?os
La mayor¨ªa de los asalariados no puede acceder a los bienes b¨¢sicos
Las mujeres est¨¢n pagando el precio por el retroceso de la seguridad
"Despu¨¦s de las primeras elecciones no vimos cambios", dice un hombre
La desaparici¨®n de Sadam supuso un brusco giro en el peso pol¨ªtico de estas dos comunidades religiosas. Mientras la mayor¨ªa ¨¢rabe chi¨ª se vio reivindicada, la minor¨ªa ¨¢rabe sun¨ª sinti¨® que quedaba marginada despu¨¦s de haber gobernado Irak desde su fundaci¨®n como Estado moderno a principios del siglo XX. De ah¨ª los brutales ataques terroristas de la insurgencia sun¨ª contra los chi¨ªes, como el que ayer mat¨® a cuatro peregrinos en Nayaf, y la respuesta en forma de asesinatos selectivos de las milicias chi¨ªes, que convirtieron Irak en un infierno entre 2004 y 2007. El otro grupo ¨¦tnico de peso, los kurdos (mayoritariamente sun¨ªes), aunque tambi¨¦n estuvieron marginados del poder se concentran en obtener el m¨¢ximo de autonom¨ªa en el norte del pa¨ªs.
Hasanian subraya adem¨¢s la importancia de que se creen trabajos para los j¨®venes. "En tiempos de Sadam s¨®lo ten¨ªan poder adquisitivo la ¨¦lite pol¨ªtica y mercantil; tras su ca¨ªda se ha ampliado a los funcionarios, pero todav¨ªa la mayor¨ªa de los asalariados no pueden acceder a bienes b¨¢sicos; la vida se ha encarecido mucho", apunta.
Las estad¨ªsticas confirman su observaci¨®n. S¨®lo la mitad de los iraqu¨ªes tienen trabajo y de ellos, el 90% est¨¢ empleado en la Administraci¨®n (funcionarios y fuerzas de seguridad) o en el sector energ¨¦tico. Fuera del peque?o comercio, el sector privado es anecd¨®tico y no hay grandes f¨¢bricas ni grandes proyectos de infraestructura que ofrezcan una perspectiva de empleo. Cerca de 600.000 iraqu¨ªes cumplen 18 a?os cada a?o, lo que supone un enorme reto laboral y social.
La edad media de los iraqu¨ªes est¨¢ en 20 a?os, justo los que tiene Husein Yaser. En condiciones normales, este joven llevar¨ªa dos a?os en la Academia Militar. Pero esto es Irak. Husein perdi¨® el curso en 2003 a causa de la invasi¨®n y el a?o pasado se ve¨ªa poco preparado para presentarse a la selectividad. Aun as¨ª no se muestra desanimado. "Inshaal¨¢ , este a?o voy a conseguirlo".
"He querido ser militar desde ni?o", relata durante un paseo en coche por Karrada. Admite que pesa la tradici¨®n familiar. "Mi padre es suboficial del Ej¨¦rcito del Aire", manifiesta con orgullo. Pero "su condici¨®n de chi¨ª y su falta de conexiones con el aparato de seguridad de Sadam impidi¨® que pudiera acceder al curso de oficiales", a?ade. Para ¨¦l, como para el resto de su familia, el derrocamiento del dictador fue una bendici¨®n que les ha abierto las puertas del futuro. Eso no les ahorr¨® el miedo.
"Lo tuvimos cuando se produjo la invasi¨®n porque no sab¨ªamos qu¨¦ iba a suceder", admite. Luego, vinieron los problemas de seguridad, el temor de sus padres a que ¨¦l y su hermano salieran de casa o no estuvieran de vuelta al caer la noche. Aun as¨ª, no siente que haya perdido su juventud. "No soy de fiestas, m¨²sica y chicas. Cuando termino de estudiar, salgo un rato con mis amigos a jugar al billar".
?Alguno se ha planteado irse del pa¨ªs ante los problemas? "No; estamos contentos aqu¨ª. Sabemos que hay gente que se ha ido a Siria o a Jordania. (...) Tengo esperanza en un futuro mejor", manifiesta. Y ese futuro mejor pasa tanto por las elecciones como por la salida de las tropas estadounidenses. "No les necesitamos. Les agradecemos su trabajo, pero ahora tenemos unas buenas Fuerzas Armadas".
El optimismo es m¨¢s matizado entre las j¨®venes. Aunque muchas han vuelto a sus estudios y en la universidad su presencia llena de color las aulas, ellas est¨¢n pagando un mayor precio por el retroceso de la seguridad. El tradicional machismo unido a la mentalidad militarota que se ha adue?ado de las calles, las ha confinado a las casas y reducido su vida social a la familia y los vecinos. Son pocos los trabajos que justifiquen el riesgo de aventurarse fuera.
"S¨®lo salgo de casa para ir al trabajo y estos d¨ªas, ni siquiera porque nos han dado vacaciones", explica por tel¨¦fono Handrin M., una graduada en periodismo que gracias a su conocimiento de idiomas ha logrado un trabajo con una agencia internacional dentro de la Zona Verde. Cada d¨ªa su padre la lleva hasta el puesto de control y la recoge a la salida. Aunque su sueldo es el principal ingreso de la familia nadie ha olvidado el secuestro de una vecina hace cuatro a?os.
Los mismos fantasmas acechan a las minor¨ªas, sean religiosas como cristianos y yazid¨ªes, o ¨¦tnicas como turcomanos y shabaks. La situaci¨®n es especialmente dif¨ªcil en provincias como N¨ªnive y Kirkuk, donde kurdos y ¨¢rabes sun¨ªes libran una enconada batalla por el control. Los cristianos, por ejemplo, han denunciado el asesinato de ocho de los suyos durante las dos ¨²ltimas semanas en Mosul. Seg¨²n la ONU, al menos 680 familias de esa comunidad, que lleg¨® a suponer el 3% de la poblaci¨®n iraqu¨ª, han abandonado la ciudad tras los ¨²ltimos ataques.
"No soy optimista sobre el futuro de Irak porque el mundo est¨¢ respaldando que nos gobierne gente que ha estado fuera del pa¨ªs y que no es honesta, s¨®lo porque eran contrarios a Sadam", expone una profesora universitaria que, aunque no simpatizaba con aquel r¨¦gimen, opt¨® por quedarse en Irak durante los a?os dif¨ªciles de las sanciones. A punto de jubilarse, recuerda un pasado anterior a aqu¨¦llas ante el que palidecen los peque?os avances actuales. "Ha visto las calles. Si se hubieran gastado en arreglarlas la mitad de lo que han dedicado a carteles electorales a¨²n podr¨ªamos confiar en ellos", espeta.
Para Husam, de 37 a?os, no hay vuelta atr¨¢s. Se cas¨® justo tras la invasi¨®n y ha hecho la mayor apuesta de futuro que uno puede hacer: cuatro hijos de entre uno y seis a?os. "Es cierto que despu¨¦s de las primeras elecciones no hemos visto los cambios que quer¨ªamos", admite sin querer resignarse. "La inseguridad nos impide llevar a nuestros hijos al parque como nuestros padres hac¨ªan cuando nosotros ten¨ªamos su edad; tenemos que mejorar esta situaci¨®n por ellos", concluye.
![Agentes de seguridad iraqu¨ªes cachean a varios vecinos cerca de un colegio electoral en Bagdad.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/77VLSSGCSJHSLWVHBBC62J4BDA.jpg?auth=53ee521dca669c9b7a7126c1488a69dbf8313bf47237d78dce2f1656bc304e93&width=414)
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