Degradaci¨®n
Existen ciertos indicios de que el clima pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs se est¨¢ degradando, sin que sepamos ad¨®nde podr¨ªa llegarse. Algunos empiezan a hablar de crisis pol¨ªtica en toda regla (como ha hecho aqu¨ª Javier P¨¦rez Royo), que vendr¨ªa a a?adirse a la econ¨®mica dificultando su salida todav¨ªa m¨¢s. Pero de momento no parece que hayamos llegado hasta ese punto, si entendemos por crisis pol¨ªtica la ruptura de las alianzas dominantes y la suspensi¨®n de las reglas de juego. Y aqu¨ª no se ha llegado todav¨ªa hasta ese punto. O mejor dicho, s¨®lo hemos alcanzado el estado de crisis en materia econ¨®mica, donde la situaci¨®n resulta en efecto excepcional, lo que ha obligado al Gobierno a tratar de modificar por consenso las reglas de juego alcanzando pactos in¨¦ditos en materia tanto laboral y de pensiones como presupuestaria y fiscal. Es verdad que los pactos que se anuncian est¨¢n muy alejados del gran compromiso nacional que se requiere para compartir colectivamente los ingentes sacrificios necesarios para salir de la crisis. Pero por minimalista que parezca, bienvenido sea ese consenso incipiente, si logra invertir la crispada trayectoria de confrontaci¨®n bipolar que hasta ahora enfrentaba al Gobierno y la oposici¨®n.
M¨¢s all¨¢ de la par¨¢lisis pol¨ªtica, lo degradante es el espect¨¢culo judicial
De modo que bien puede pensarse que las reglas del juego est¨¢n cambiando, y no en sentido cr¨ªtico sino para bien. ?Quiere esto decir que se aleja la perspectiva de crisis pol¨ªtica contra la que nos alertaba P¨¦rez Royo? Es posible que ahora mismo la crisis ya no resulte tan inminente. Pero a medio plazo, los malos augurios que apuntan hacia un clima de crisis parecen ciertamente ominosos, dado el probable desarrollo del calendario electoral y sobre todo judicial que se abre ante nosotros. Es a este horizonte tan sombr¨ªo al que pretendo se?alar, cuando hablo de una cierta deriva hacia la degradaci¨®n.
?A qu¨¦ califico de degradante? Ante todo me refiero a los constantes titubeos y rectificaciones que est¨¢n dando los principales protagonistas del debate p¨²blico, como si hubieran perdido los papeles incurriendo en flagrantes contradicciones. Los casos m¨¢s clamorosos, en los que ni siquiera hace falta entrar, proceden del propio Gobierno, como es p¨²blico y notorio. Pero los dem¨¢s tambi¨¦n rectifican y se contradicen. Como sucedi¨® la semana pasada con la patronal, que lanz¨® a t¨ªtulo provocador una propuesta de nuevo contrato juvenil ultraprecario, que de aplicarse todav¨ªa agudizar¨ªa m¨¢s la denostada dualizaci¨®n laboral, para verse obligada al d¨ªa siguiente a renunciar a su propuesta ante el abucheo general. Y algo parecido ocurri¨® con la oposici¨®n del PP, cuyo histri¨®nico representante en la negociaci¨®n del pacto econ¨®mico reclam¨® una reforma centralizada de las cajas de ahorros en flagrante contradicci¨®n con sus barones auton¨®micos, que pugnan por mantener el control pol¨ªtico territorial. Un problema ¨¦ste que est¨¢ bloqueando la salida de la crisis, en tanto que sabotea los intentos del Banco de Espa?a por racionalizar la insolvencia de las cajas de ahorros. Algo que a¨²n hace m¨¢s dif¨ªcil el necesario ajuste del d¨¦ficit p¨²blico, en gran parte procedente de un descontrol auton¨®mico imposible de atajar por parte de las impotentes autoridades estatales.
Pero m¨¢s all¨¢ de esta deriva pol¨ªtica hacia la par¨¢lisis, quiz¨¢ lo m¨¢s degradante de todo es el bochornoso espect¨¢culo judicial, en el que casi cada semana se atenta contra los l¨ªmites de la decencia, con nuevas vueltas de tuerca que rizan el rizo del m¨¢s indigno sectarismo institucional. Y aqu¨ª destacan tres asuntos, quiz¨¢ relacionados entre s¨ª, que apuntan a un posible desenlace futuro de m¨¢xima degradaci¨®n. Por una parte tenemos el reparto de cargos en el Poder Judicial, arreglado con descaro por el tr¨¢fico de influencias entre sus cliques corporativas. Despu¨¦s aparece la feroz cacer¨ªa contra el juez Garz¨®n, cuya independencia judicial le est¨¢ siendo cercenada desde el alto tribunal tras la admisi¨®n de m¨²ltiples denuncias por prevaricaci¨®n. Y por ¨²ltimo surge la reedici¨®n a gran escala del caso Naseiro que se pretende hacer con el caso G¨¹rtel, a fin de lograr que el PP salga otra vez indemne de la m¨¢s ingente mancha de corrupci¨®n que pesa sobre ¨¦l.
Una degradaci¨®n tan destructiva para el prestigio de la Justicia espa?ola que no se sabe bien si tanto el revanchismo neofranquista como la vendetta contra Garz¨®n no ser¨¢n m¨¢s que maniobras de distracci¨®n, en busca de coartadas con las que tapar el caso G¨¹rtel. Algo que a¨²n parece peor que la actual degradaci¨®n italiana. Pues el esc¨¢ndalo Berlusconi es de mayor magnitud que el G¨¹rtel, pero al menos all¨ª es perseguido por la justicia, mientras que aqu¨ª la nuestra parece dispuesta a actuar de tapadera. Y ?qu¨¦ podr¨¢ esperarse de los ciudadanos llamados a las urnas, dado el ejemplo que les dan los jueces?
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