?Y si Cameron no consigue la mayor¨ªa?
Los votantes brit¨¢nicos no deben dejarse intimidar por la perversa alianza de los comerciantes de divisas y The Daily Mail. La libra est¨¢ hundi¨¦ndose, nos dicen, porque los mercados tienen miedo de que haya un Parlamento empatado. The Daily Mail amplifica la tesis del Partido Conservador de que una victoria laborista o un Parlamento sin mayor¨ªa "podr¨ªan provocar un ataque a la libra" y "desatar el caos". Es decir, o ganan los tories, o habr¨¢ un desastre nacional.
Tonter¨ªas. Si se hacen los preparativos necesarios, no hay motivo para que de un Parlamento sin clara mayor¨ªa tenga que salir un Gobierno d¨¦bil e incapaz de la consolidaci¨®n fiscal. Seg¨²n un estudio de la C¨¢mara de los Comunes, siete de las 10 mayores consolidaciones fiscales llevadas a cabo en los pa¨ªses de la OCDE desde 1970 se han producido bajo Gobiernos de coalici¨®n. Alemania siempre tiene Gobiernos de coalici¨®n, y es la econom¨ªa m¨¢s fuerte de Europa. Grecia ha ca¨ªdo en el infierno fiscal con Gobiernos de un solo partido. Gran Breta?a gan¨® la II Guerra Mundial con un Gobierno de coalici¨®n. Es m¨¢s, Reino Unido ha tenido Gobiernos de coalici¨®n o de minor¨ªa durante 34 de los 100 ¨²ltimos a?os.
Es una tonter¨ªa afirmar que si no ganan los 'tories' habr¨¢ un desastre en Reino Unido
El tercer partido, los dem¨®cratas liberales, puede tener la llave
Los brit¨¢nicos dejaron esa costumbre s¨®lo a partir de 1945, salvo en dos breves periodos durante los a?os setenta. Pero ahora, con la afici¨®n brit¨¢nica a inventar tradiciones, se les pide que crean que los Gobiernos de un solo partido y representativos de una minor¨ªa del voto popular son tan ingleses como el roast beef y los senderos rurales (y utilizo la palabra ingleses a prop¨®sito, porque Escocia y Gales, para no hablar del municipio de Londres y las elecciones al Parlamento Europeo, cuentan con sistemas m¨¢s proporcionales).
Desde luego, la transici¨®n a un Gobierno de minor¨ªa o coalici¨®n tendr¨ªa que pasar la prueba de los mercados. Dado que los mercados act¨²an m¨¢s deprisa que los finalistas del esqu¨ª campo a trav¨¦s en los Juegos Ol¨ªmpicos, es preciso elaborar unos cuidadosos planes constitucionales y pol¨ªticos, y es lo que se est¨¢ haciendo. Una posibilidad delicada es la derivada precisamente de que la C¨¢mara de los Comunes sea tan poco representativa. Debido a una mezcla del sistema electoral uninominal minoritario (first-past-the-post) y la forma de dise?ar las circunscripciones, los laboristas tienen en la actualidad muchos m¨¢s parlamentarios de los que deber¨ªan otorgarles sus votos populares (36,4% de los votos y 56,7% de los esca?os tras las elecciones de 2005), mientras que los dem¨®cratas liberales tienen muchos menos (22,6% de los votos y 9,9% de los esca?os en 2005) y los conservadores est¨¢n m¨¢s o menos a la par. Si, por ejemplo, las elecciones tuvieran el resultado previsto por un sondeo reciente, con el 37% de los votos para los conservadores y el 32% para los laboristas, eso, aunque parezca il¨®gico, dar¨ªa a los laboristas unos 294 esca?os y a los tories s¨®lo 277.
Desde el punto de vista constitucional, la iniciativa depender¨ªa del primer ministro. Podemos suponer que Gordon Brown tendr¨ªa el instinto de aferrarse al poder como un perro a los pantalones de un ladr¨®n. Sin embargo, desde el punto de vista pol¨ªtico, gran parte depender¨ªa de los dem¨®cratas liberales. Su l¨ªder, Nick Clegg, ha indicado que su partido no quiere entrar en ninguna coalici¨®n; por consiguiente, estamos hablando de un Gobierno de minor¨ªa laborista o conservador. Aunque los dem¨®cratas liberales est¨¢n ideol¨®gicamente m¨¢s pr¨®ximos al laborismo, la ¨²nica cosa ¨¦tica, coherente y pol¨ªticamente prudente que podr¨ªa hacer Clegg en ese caso ser¨ªa iniciar negociaciones directas con el partido que tuviera el mandato popular m¨¢s amplio; es decir, salvo que se produzca un enorme vuelco, los conservadores. ?C¨®mo, despu¨¦s de pasar d¨¦cadas criticando el sistema electoral porque no representa el voto popular, iba a apoyar un Gobierno laborista de minor¨ªa que s¨®lo ser¨ªa posible gracias a esa falta de representatividad? ?Cu¨¢l ser¨ªa la reacci¨®n de todos esos votantes que con sus papeletas hubieran querido decir "ha llegado la hora del cambio"?
Entonces tendr¨ªan que suceder r¨¢pidamente dos cosas. En primer lugar, los dem¨®cratas liberales deber¨ªan acordar no dar al traste con los planes fiscales y de gasto de los conservadores, que necesitar¨ªan ser muy claros para tranquilizar a los mercados. En The Financial Times del pasado mi¨¦rcoles, Nick Clegg indic¨® a los mercados que estaba dispuesto a ello. A cambio, los dem¨®cratas liberales pretender¨ªan que se aceptasen una o dos de sus pol¨ªticas fundamentales.
En segundo lugar, los tories tendr¨ªan que comprometerse de forma expl¨ªcita a dar pasos hacia una reforma electoral. Si la propuesta del Gobierno actual de autorizar un refer¨¦ndum sobre la introducci¨®n del sistema de voto alternativo (VA) adquiriese rango de ley antes de las elecciones, lo m¨¢s sencillo ser¨ªa hacer que los conservadores se comprometieran a celebrar dicho refer¨¦ndum en el plazo de unos meses (y en cualquier caso, antes de unas segundas elecciones precipitadas en las que los conservadores confiar¨ªan en obtener una mayor¨ªa "clara"). El sistema de VA queda muy lejos de la proporcionalidad que los dem¨®cratas liberales desean y el Reino Unido merece, pero m¨¢s vale p¨¢jaro en mano.
Si la enmienda sobre el VA no se aprobara, entonces habr¨ªa que acordar con una rapidez incre¨ªble un calendario firme para presentar una propuesta de reforma electoral al pueblo brit¨¢nico. Los tories se resistir¨ªan ferozmente, pero, si basaran su derecho a gobernar en la diferencia entre su porcentaje del voto popular y su porcentaje de esca?os en la C¨¢mara de los Comunes, es decir, en la falta de representatividad del sistema electoral, no tendr¨ªan una base intelectual ni moral en la que apoyarse. (Ya s¨¦ que los pol¨ªticos aprenden a sostenerse sin tener una base, pero nuestra tarea es se?alarlo).
El propio t¨¦rmino "Parlamento sin mayor¨ªa" resulta disuasorio. Sugiere una indecisi¨®n que impide hacer nada, como en el caso del "jurado sin acuerdo". Pero un Parlamento sin mayor¨ªa, en realidad, es un Parlamento m¨¢s fuerte, porque el Ejecutivo depende m¨¢s de la buena voluntad de los legisladores. Debidamente organizado, genera no un Gobierno d¨¦bil sino un Gobierno con l¨ªmites, algo de lo que los conservadores brit¨¢nicos han sido tradicionalmente partidarios.
Los ¨²ltimos 13 a?os nos han mostrado los peligros de un Gobierno con insuficientes restricciones. El laborismo ha introducido muchas reformas constitucionales en el Reino Unido, entre ellas la transferencia de competencias a Escocia y Gales y la Ley de Derechos Humanos.
Sin embargo, en el coraz¨®n del sistema sigue estando el monstruo de un Ejecutivo con exceso de poder que avasalla a una C¨¢mara baja sometida, en la que la "clara" mayor¨ªa del partido gobernante est¨¢ formada sobre todo por personas que o son miembros del Ejecutivo o quieren serlo. Este sistema es el que, por ejemplo, ha producido una avalancha de leyes del Ministerio del Interior (m¨¢s, seg¨²n ciertos c¨¢lculos, que en toda la historia anterior del Ministerio) que est¨¢ enterrando las libertades civiles tradicionales del pa¨ªs. Si ¨¦se es el roast beef que representa el Gobierno fuerte brit¨¢nico, prefiero quedarme sin ¨¦l.
El objetivo fundamental deber¨ªa ser tener una Constituci¨®n escrita. Acabo de leer un fascinante intento del abogado Richard Gordon de explicar con todo detalle, legal y pol¨ªtico, c¨®mo podr¨ªa ser una Constituci¨®n brit¨¢nica moderna (Repairing British Politics: A Blueprint for Constitutional Change). Siendo como es Reino Unido, sabemos que es muy poco probable que consista en eso, en un documento completamente nuevo aprobado triunfalmente por una Asamblea Constituyente, al estilo franc¨¦s o estadounidense, con los sombreros lanzados al aire. "El borracho ingl¨¦s hizo la carretera inglesa", y la v¨ªa brit¨¢nica hacia la reforma constitucional, que el nuevo laborismo ha comenzado en medio de cierta borrachera, va a continuar seguramente as¨ª. El zigzag aparentemente indeciso de un Parlamento sin mayor¨ªa puede acabar siendo un paso adelante -un atajo- en esta tortuosa carretera brit¨¢nica hacia un pa¨ªs mejor.
Timothy Garton Ash, catedr¨¢tico de Estudios Europeos, ocupa la c¨¢tedra Isaiah Berlin en St. Antony's College, Oxford, y es profesor titular de la Hoover Institution, Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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