Descubrir la nieve a los 35 a?os
El enfado de miles de barceloneses contrasta con la ilusi¨®n de inmigrantes indios que vieron nevar por primera vez
"Pasar¨¦ la noche en casa de mis padres. No puedo volver a Terrassa". A las seis y media de la tarde, Georgina Arn¨® sal¨ªa de la estaci¨®n de Ferrocarrils de la Generalitat de Tres Torres, en la Via Augusta de Barcelona sin poder regresar a casa. Al acabar su jornada laboral, la tormenta de nieve la atrap¨® de vuelta a casa y se dispon¨ªa a andar una hora hasta la de sus padres, situada en el barrio de Gr¨¤cia.
A esa hora, la ciudad era un caos de tr¨¢fico. Sin taxis, con coches varados sin poder arrancar, personas que resbalaban en plena calle, transporte p¨²blico suspendido y colas de coches colapsando muchas calles.
"Una hora para dos paradas", se quejaba Celia, protegida en un zagu¨¢n a la altura de la estaci¨®n de Ferrocarrils, en Muntaner. Entre Ganduxer y Via Augusta, Jos¨¦ Antonio trataba de poner cadenas a su coche para ir a Sants.
"Es una verg¨¹enza", dec¨ªa Maria Dolores Mar¨ªn, de 43 a?os, en una parada de la Diagonal. "Una nevada as¨ª no puede bloquear la ciudad. Tendr¨¦ que ir andando, y a¨²n resbalar¨¦", terciaba Ana Tejera, de 54 a?os. El suelo resbaladizo no s¨®lo asustaba a los transe¨²ntes, que en cuanto pod¨ªan se resguardaban en las cafeter¨ªas.
Los motoristas notaban especialmente el resbaladizo hielo. Muchos optaron por aparcar su veh¨ªculo, como Neus Sells, de 37 a?os: "Lo cojo siempre, pero con este suelo es imposible". Un taxista cavilaba: "No dejo de tener trabajo. Pero es peligroso. Me ir¨¦ a casa antes de tener un accidente".
La zona de la plaza d'Espanya estuvo colapsada. Entre el Paral¡¤lel y la calle de Tarragona no se mov¨ªa un coche y costaba circular. Si los conductores hac¨ªan sonar su claxon, la Guardia Urbana se pon¨ªa nerviosa. "?Parad de pitar! Me cago en vuestra vida!", bram¨® un agente. Otros prefer¨ªan relajarse fotografiando la fuente emblanquecida de Montju?c. Los que lo tuvieron peor fueron los conductores atrapados en algo m¨¢s de cuatro kil¨®metros de la Ronda de Dalt: m¨¢s de tres horas quietos esperando salir de la ratonera.
En Horta, algunas zapater¨ªas hab¨ªan colocado piezas de la temporada de primavera, pero alg¨²n cliente les ped¨ªa botas impermeables. "Nos hemos quedado sin g¨¦nero de invierno", contaba la dependienta de la zapater¨ªa Lares. "Hay muchas cuestas y, como no funcionan los buses, me toca subir hasta el Carmel caminando", dec¨ªa Elisabeth.
En la rambla del Raval, Sihl lanzaba bolas a su chica y a cualquiera que se cruzaba en su camino. "Est¨¢ enloquecido", dec¨ªa ella tratando de pararle. Sihl cumpli¨® hace dos d¨ªas 35 a?os. Es indio y era la primera vez que ve¨ªa nevar. "Es precioso, queda todo muy bonito", exclamaba."S¨®lo hab¨ªa visto nieve en la televisi¨®n y ahora la puedo tocar, es incre¨ªble". Pasada la tormenta, al filo de las diez de la noche, Barcelona se qued¨® sin tr¨¢fico. Casi imposible encontrar un taxi y muy pocos coches.
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