La eterna bomba del Liceo
Carles Balagu¨¦ revisita en un documental que se estrena el viernes el m¨¢s sangriento de los atentados anarquistas en la Barcelona de finales del siglo XIX
"Casi toda la sala era un amasijo de butacas retorcidas, de madera, de cristal, de terciopelo desventrado. Y encima de los huecos, montones de carne, cuerpos tendidos, sin que fuera posible adivinar el rostro; sedas impregnadas de sangre, de la que se percib¨ªa hasta el olor. Y la muchedumbre apretujada en las puertas, sin logar avanzar, odi¨¢ndose unos a otros, api?ados y despavoridos". El relato literario que Ignasi Agust¨ª hizo en Mariona Rebull (1944) de la bomba que en 1893 lanz¨® Santiago Salvador en el Teatro del Liceo ha contribuido a mitificar el m¨¢s sangriento de los atentados anarquistas en la Barcelona de finales del siglo XIX. Un mito que m¨¢s de 100 a?os despu¨¦s no ha perdido vigor y que ahora revisita el cineasta Carles Balagu¨¦ en su documental La bomba del Liceo, un recorrido por la historia de un teatro, de la sociedad burguesa que lo ha simbolizado y de aquella Barcelona que fue la ciudad de las bombas.
El documental, que el pr¨®ximo viernes se estrena en Barcelona y Madrid, es un proyecto largamente acariciado por Balagu¨¦, quien a principios de 2000 desech¨® rodarlo al no hallar el final adecuado para la historia. La clave se la dieron un centenar de j¨®venes que a finales de noviembre de 2005 irrumpieron en la platea del Liceo antes del inicio de una representaci¨®n oper¨ªstica para protestar contra la especulaci¨®n inmobiliaria en Ciutat Vella.
Para el realizador, este hecho, con el que establece un paralelismo en el documental, es la evidencia de la existencia de "aspectos c¨ªclicos que se repiten a lo largo del tiempo", aunque la l¨²dica y pac¨ªfica actitud de los j¨®venes okupas de 2005 distara mucho del sangriento prop¨®sito del anarquista Santiago Salvador, cuyo atentado se cobr¨® 20 vidas, entre ellas las de cuatros estranjeros que aquel 7 de noviembre de 1893 acudieron a la representaci¨®n de Guillermo Tell, de Rossini, con la que el Liceo inaugur¨® tan aciaga temporada.
Para explicar el atentado, Balagu¨¦ se sirve de los testimonios de un grupo de novelistas, ensayistas y periodistas, entre los que se encuentran Eduardo Mendoza, Francisco Gonz¨¢lez Ledesma, Josep Mart¨ª G¨®mez, Llu¨ªs Permanyer y Joan de D¨¦u Dom¨¨nech, as¨ª como del cr¨ªtico e historiador de la ¨®pera Roger Alier y del apuntador del Liceo e historiador del teatro Jaume Trib¨®, quienes reconstruyen el atentado y rememoran la fiebre anarquista que llen¨® Barcelona de bombas durante la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XIX y convirti¨® en espect¨¢culos las ejecuciones p¨²blicas mientras el movimiento proletario crec¨ªa a espaldas del Liceo, catedral de la burgues¨ªa hasta hace pocas d¨¦cadas.
Las ejecuciones a garrote vil que en el siglo XIX se realizaban en la actual plaza de Folch i Torres de Barcelona, en el Raval, sirven al cineasta para adentrarse en lo que los adolescentes del Instituto Mil¨¤ i Fontanals, que se levanta frente a la plaza, piensan sobre la pena de muerte. Un inquietante retrato de las nuevas generaciones que se aleja de la historia de la bomba del Liceo, cuyo mito alcanza incluso al segundo de los proyectiles que Santiago Salvador lanz¨® desde el quinto piso del Liceo y que no lleg¨® a estallar. Seg¨²n Llu¨ªs Permanyer, la bomba Orsini que se conserva en el Museo de Historia de Barcelona, no es la que no estall¨® en el Liceo. La aut¨¦ntica, afirma, est¨¢ en manos de los descendientes de la familia del magistrado que juzg¨® al anarquista.
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