Vacaciones parlamentarias
El presidente del Senado se adelant¨® por pocos d¨ªas a su colega del Congreso con la propuesta de ampliar de nueve a 11 meses (enero y julio son actualmente vacacionales) el periodo ordinario de sesiones de las Cortes Generales. La iniciativa satisface a la vez la necesidad funcional de mantener activo el Parlamento todo el a?o (salvo agosto) y la conveniencia pol¨ªtica de asumir las cr¨ªticas sobre la relajada actividad de diputados y senadores.
La modificaci¨®n del calendario de las sesiones ordinarias y extraordinarias fijado por la Constituci¨®n ser¨ªa asunto de coser y cantar si de verdad la respaldan los grupos socialista y popular, que el pasado a?o anunciaron primero y olvidaron despu¨¦s id¨¦ntica promesa. Ambos partidos suman el n¨²mero de diputados y senadores suficientes para alcanzar los tres quintos de cada C¨¢mara exigidos en las reformas constitucionales y para eludir el engorroso refer¨¦ndum que puede ser convocado a instancias de una d¨¦cima parte de las C¨¢maras. El acuerdo entre los dos grandes partidos ofrecer¨ªa la ventaja a?adida de acabar con el supersticioso tab¨² de la intangibilidad de la Constituci¨®n, revisada en 1992 por primera y ¨²nica vez a fin de acomodar el art¨ªculo 13 al Tratado de Maastritch y cada vez m¨¢s necesitada de una revisi¨®n t¨¦cnica. Si la reforma constitucional para suprimir el cors¨¦ vacacional de los periodos de sesiones se demorase con exceso, el Congreso y el Senado podr¨ªan modificar sus reglamentos y hacer una laxa utilizaci¨®n del art¨ªculo 73.2, que permite a las C¨¢maras reunirse en sesiones extraordinarias -a petici¨®n del Gobierno, la Diputaci¨®n Permanente o la mayor¨ªa de sus miembros- sobre un orden del d¨ªa determinado.
La hostilidad hacia las Cortes forma parte de la cultura pol¨ªtica espa?ola
La desconfianza y la hostilidad hacia el Parlamento forman parte de la cultura pol¨ªtica espa?ola, que s¨®lo hab¨ªa conocido en su historia -salvo los cinco a?os de la Segunda Rep¨²blica- o bien versiones caricaturescas de la instituci¨®n, como las Cortes org¨¢nicas del franquismo con sus disciplinados procuradores por el tercio familiar, municipal y sindical, o bien variantes predemocr¨¢ticas, como el Congreso de la Restauraci¨®n mu?ido por los encasillamientos gubernamentales y los pucherazos caciquiles. Todav¨ªa hoy basta con la publicaci¨®n de unas fotograf¨ªas del hemiciclo semivac¨ªo de las C¨¢maras para que el populismo se lance con sa?a sobre los representantes de la soberan¨ªa popular, designados por casi el 80% de los ciudadanos en elecciones libres.
Junto al absentismo laboral y las vacaciones de colegiales, las ceremonias de lapidaci¨®n suelen utilizar tambi¨¦n como objeto contundente el supuesto secretismo y desmesura de los ingresos parlamentarios. A la vista de los datos disponibles, la demagogia acerca de las remuneraciones de diputados y senadores -congeladas desde hace dos a?os- pasa de casta?o oscuro. La web del Congreso (www.congreso.es) detalla hasta con c¨¦ntimos la asignaci¨®n mensual ordinaria de los diputados, los complementos y gastos de representaci¨®n o de libre disposici¨®n de quienes adem¨¢s desempe?an cargos institucionales (en las Mesas de la C¨¢mara y de sus Comisiones o como portavoces) y las restantes ayudas, franquicias, gastos de transportes y comunicaciones, complementos de pensiones e indemnizaciones relacionadas con el desempe?o de sus funciones. Tambi¨¦n van a ser colgadas en la red las actividades privadas retribuidas de los parlamentarios declaradas compatibles. La valoraci¨®n de esos ingresos depender¨¢ del t¨¦rmino de comparaci¨®n escogido. El punto de referencia deber¨ªan ser las asignaciones recibidas por otros parlamentarios europeos: los italianos perciben casi el triple y los franceses y alemanes en torno al doble
La silenciosa pasividad en los esca?os de buena parte de los parlamentarios espa?oles (excepto para ovacionar o abuchear como la claque de un teatro) es consecuencia del Reglamento de las C¨¢maras y de la disciplina militarizada de los grupos estructurados por los partidos. La falta de contacto de los representantes electos con los ciudadanos que les han votado se debe a las grandes circunscripciones provinciales, a las listas bloqueadas y cerradas y a unos partidos que no se han ocupado de inventar distritos virtuales dentro de esas macrodivisiones oficiales para encomend¨¢rselos a diputados permanentes con nombre y apellido, cara y ojos, que escuchen las quejas de los votantes y las transmitan al Parlamento.
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