El autom¨®vil que habla
Aston Martin se encuentra terminando el proyecto de un cochecito llamado Cignet (pollito de cisne) con la plataforma del Toyota IQ y una propulsi¨®n de 99 caballos. ?Qu¨¦ tremendo acontecimiento ha sobrevenido para que la m¨ªtica marca de James Bond y los 325 caballos del inminente One-77 al precio de un mill¨®n de euros, haya elegido empe?arse en esa miniatura vulgar?
La industria del coche, no hace falta decirlo, se encuentra especialmente afectada por la crisis pero se trata no s¨®lo de m¨¢s o menos desempleo o del cierre de factor¨ªas auxiliares, sino de la metamorfosis misma del producto que si en Porsche ha pasado ya de lo genuinamente deportivo a una Panamera familiar, Tata, el fabricante indio del Nano, el coche m¨¢s barato y basto del mundo, es ya el amo absoluto de Jaguar.
?Qu¨¦ ha sobrevenido para que la m¨ªtica marca de James Bond se empe?e en esa miniatura vulgar?
Los signos del cambio cultural que genera esta gran crisis no se hallan en la novela o la m¨²sica
Pr¨¢cticamente, todas las marcas, movidas por la crisis, pasan del autom¨®vil en¨¦rgico al desmayado, dividen por dos el n¨²mero de sus caballos, les extraen la mitad de sus cilindros y, por si fuera poco, los impulsan con pilas de litio que, como todo el mundo sabe, es tambi¨¦n ese famoso f¨¢rmaco que se administra contra la depresi¨®n.
Alrededor de 60 compa?¨ªas mineras desarrollan actualmente estudios y proyectos de hasta mil millones de d¨®lares en Argentina, Serbia o el Estado de Nevada. Bolivia posee la mitad de las reservas mundiales de litio, pero su inestabilidad pol¨ªtica y su repetida hostilidad hacia las inversiones extranjeras ha beneficiado a pa¨ªses de su entorno, sea Chile o Argentina, y hasta Canad¨¢, Estados Unidos e incluso Australia planean explotaciones de litio.
Contra la depresi¨®n, lo m¨¢s indicado y tambi¨¦n lo correcto, lo moral y hasta lo sexy, es adquirir un coche ecol¨®gico, el¨¦ctrico, ¨¦tico, h¨ªbrido y l¨ªtico. La tendencia ha llevado a que insignias como Ferrari o Porsche trabajen en la sustantiva contradicci¨®n de un deportivo h¨ªbrido, necesariamente m¨¢s l¨¢nguido.
Los signos m¨¢s tangibles del cambio cultural que genera esta Gran Crisis no se encuentran en la novela, el teatro, la pintura o la m¨²sica que siguen la inercia de su interminable vejez o la reacci¨®n hacia el abroquelamiento, sino en el porte de los coches que circulan por el centro del pueblo, el campo o la ciudad.
Los coches, en cuanto elocuentes iconos de la fase del capitalismo industrial, hablaron entonces y tampoco se callan hoy respecto a las condiciones del mundo y de su deriva cultural.
?Comprar un 4 - 4? Hace apenas una d¨¦cada la elecci¨®n se asociaba a la fuerza de la prosperidad, la conquista del territorio y el tonificante optimismo tras 12 a?os de prosperidad. Todo esto, sin embargo, ha deca¨ªdo y tanto el Jeep Wrangler como el Kia Soul o Scion xB, que siguen sus pasos, ofrecen menos poder (cuatro puertas para llevar a la familia y menos connotaciones con el servicio b¨¦lico y su Hummer), puesto que si se trata de batallas bastante tenemos con los efectos de esta "cuarta guerra mundial".
Los fabricantes asi¨¢ticos fueron los primeros que unieron a su clase de talante la sensibilidad de los coches h¨ªbridos o el¨¦ctricos, sin contaminaci¨®n, sin ruidos, deslizantes, mediastinos. Ahora, tras ellos, llega Ford, Fiat o General Motors, Audi o Mercedes e, incluso, las legendarias firmas de carreras. A la musculatura y el rugido, sigue la elasticidad de tendones y la insonoridad de la ausencia.
As¨ª como en la II Guerra Mundial el VW fue el coche del pueblo que dise?¨® Ferdinand Porsche para beneficio de Hitler, el People's Car de nuestros d¨ªas ha emergido en la misma India.
El Nano de Tata, comercializable a partir del pr¨®ximo 9 de abril vale unos 2.000 d¨®lares y la versi¨®n de lujo 3.300. El veh¨ªculo cuenta con 32 caballos, 624cc y 2 cilindros. Tarda nada menos que 16,4 segundos en pasar de 0 a 70 kil¨®metros por hora. Un r¨¦cord absoluto que multiplica por 10 o por 20 las apabullantes aceleraciones de los felices autom¨®viles en el capitalismo de consumo. Ahora, por el contrario, la lentitud forma parte del p¨¢nico y hasta el miedo o la tristeza, dicen los m¨¦dicos, podr¨ªa llegar a paralizarnos.
Babelia
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