Demasiados profetas
Los templarios y los M¨¦dicis, junto a los orfebres ingleses del siglo XVII, pusieron los cimientos de la banca moderna, entendiendo como nadie el rentable negocio de la discreci¨®n. Y los gobiernos, cualquiera que fuese su color, siempre han actuado prudentemente ante los posibles problemas de solvencia de las entidades de cr¨¦dito, no hablando mal del puente hasta cruzar el r¨ªo. Porque las expectativas en econom¨ªa son fundamentales y si la gente intuye que hay una posibilidad razonable de que algo suceda, actuar¨¢ en consecuencia. De ah¨ª la relevancia de la credibilidad en las pol¨ªticas, que, adem¨¢s, resultan cruciales si hablamos del sistema financiero.
El umbral cr¨ªtico de la sensibilidad a est¨ªmulos contradictorios es especialmente bajo cuando de los dineros hablamos, sobre todo si son los nuestros, por eso los gestores financieros, y no digamos ya los supervisores, se ponen muy nerviosos al comprobar que algunos producen interferencias -a veces gratuita e irresponsablemente- en la l¨®gica del ahorrador.
El ins¨®lito culebr¨®n de las fusiones de las cajas se ha convertido en un patio de vecindad
No vivimos momentos estrictamente coyunturales de dificultades econ¨®micas y todo el mundo sabe que los primeros en no fiarse de sus colegas han sido bancos y cajas, actitud que, poco a poco, ha hecho llegar sus propias dudas a los particulares en sus relaciones con los intermediarios financieros. As¨ª se puede comprobar que el n¨²mero de consultas acerca de la seguridad de los dep¨®sitos ha subido exponencialmente, dando fe de una incipiente grieta en el principio b¨¢sico de la relaci¨®n banca-cliente, que es la confianza. Por m¨¢s que se sabe de la seriedad de las autoridades inspectoras, han tenido que salir los gobiernos a a?adir un plus p¨²blico de seguridad y todav¨ªa a d¨ªa de hoy hay ciudadanos que no las tienen todas consigo.
Viene este pre¨¢mbulo a prop¨®sito del barullo desatado en ese patio de vecindad en que se ha convertido el largo e ins¨®lito culebr¨®n de la posible fusi¨®n de las cajas de ahorros gallegas. Con una incontinencia digna de mejor causa, al comp¨¢s de una m¨²sica pol¨ªticamente facilona, muchos no quieren dejar pasar la ocasi¨®n de bailar la pieza, aunque no est¨¦n dotados para tal habilidad y se prodiguen en pisotones. ?Qu¨¦ necesidad hay de provocar nerviosismo en clientes, trabajadores, directivos intermedios y p¨²blico en general?
Es bien sabido que para llegar a ser usuario de una entidad intervienen muchos factores: el servicio, la cercan¨ªa, la amistad, la tradici¨®n, la rentabilidad, la comodidad, la marca...Pero es la confianza la que se lleva la palma, m¨¢xime en un tinglado en que el coeficiente de caja no es del 100% de los dep¨®sitos, el famoso tantundem o equivalente en cantidad y calidad. Casos ha habido, y recientes, en los que la fuga de dep¨®sitos lleg¨® al 15% o m¨¢s en una sola entidad.
Si al comportamiento de los que, sabiendo lo que pasa y de qu¨¦ riesgos estamos hablando, siguen mareando la perdiz de si fusi¨®n s¨ª o fusi¨®n no, o SIP (Sistema Institucional de Protecci¨®n) por aqu¨ª o por all¨¢, se suman las declaraciones de los m¨¢ximos responsables estatales en la materia, urgiendo a reforzar solvencias y a reducir el duro impacto de la morosidad, el dinero -miedoso por definici¨®n- y sus due?os, libres para actuar, pueden acabar huyendo de la incertidumbre que, dicho sea de paso, dura demasiado.
La crisis inmobiliaria ha convertido a muchas cajas de ahorros en los eslabones d¨¦biles del sistema financiero espa?ol y lo que m¨¢s le hace falta son buenas soluciones y tranquilidad en el entorno. Las gallegas parece que, unidas, podr¨¢n seguir prestando un servicio que debe ir m¨¢s all¨¢ de la mera actividad bancaria; es decir, con profesionalidad t¨¦cnica, pero tambi¨¦n con compromiso social.
Siendo eso as¨ª, no habr¨ªa por qu¨¦ seguir el nuevo catecismo del PP espa?ol, que aun aceptable en su l¨®gica preocupaci¨®n por la viabilidad del sistema financiero, no deber¨ªa ser incompatible con fusiones intracomunitarias solventes. No vaya a ser que entre unos y otros -inmunes, por lo que se ve, a lo que podr¨ªamos identificar como problema de Estado- consigan ser paladines de una profec¨ªa autocumplida, pelda?o a pelda?o, con la imperceptible contundencia de una gota malaya, ayudando a horadar los ya erosionados pilares de las joyas de la corona del ahorro gallego.
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