Impuestos contra la pobreza
La Comisi¨®n Europea ha publicado recientemente un eurobar¨®metro dedicado a la ayuda oficial al desarrollo; a pesar de las graves dificultades econ¨®micas que estamos atravesando, el 72% de la ciudadan¨ªa europea considera que debemos cumplir nuestros compromisos de ayuda con los pa¨ªses en desarrollo, o incluso incrementarlos.
Europa no es ya la primera econom¨ªa del mundo, pero s¨ª el primer donante y somos muchos los que deseamos mantenernos en vanguardia de la lucha contra la pobreza. A la vez, somos el continente de la cohesi¨®n social. En Europa, los impuestos y transferencias reducen las desigualdades m¨¢s que en ninguna otra regi¨®n del mundo. Pese a sus imperfecciones, nuestro sistema de seguridad social apuesta inequ¨ªvocamente por una distribuci¨®n de riqueza equitativa y sostenible. En los ¨²ltimos meses hemos comprobado el reto que supone avanzar hacia un modelo similar, en el ¨¢mbito de la sanidad, para el nuevo Gobierno estadounidense.
La evasi¨®n fiscal en el Tercer Mundo, de cientos de miles de millones, es una lacra para su desarrollo
Europa es la voz m¨¢s autorizada para exigir un pacto mundial contra la evasi¨®n fiscal y a la vez promover un mejor dise?o de los impuestos de los pa¨ªses en desarrollo. Por cada d¨®lar dedicado a la cooperaci¨®n internacional, entre 8 y 10 d¨®lares salen il¨ªcitamente de los pa¨ªses receptores de ayuda. No podemos evitar preguntarnos qu¨¦ ocurrir¨ªa si esos 800.000 millones de d¨®lares (m¨¢s de 585.000 millones de euros) anuales se invirtieran, de manera eficiente, en la provisi¨®n de bienes p¨²blicos. Estar¨ªamos, qu¨¦ duda cabe, ante un escenario de menor pobreza, mejor distribuci¨®n de la renta y mayor dinamismo econ¨®mico. El pasado junio, el Grupo de Trabajo noruego sobre Flujos Il¨ªcitos de Capital public¨® un informe muy claro sobre el impacto de los para¨ªsos fiscales: cercenan la soberan¨ªa de los Estados, de cuyos recursos se nutren; aumentan los costes de imposici¨®n en los pa¨ªses sin secreto bancario; crean asimetr¨ªas de informaci¨®n en el mercado; dificultan la eficiencia en la asignaci¨®n de recursos, y fomentan delitos econ¨®micos, a la vez que facilitan la comisi¨®n de otros, todav¨ªa m¨¢s graves.
En los pa¨ªses en desarrollo, la evasi¨®n se combina con la escasa capacidad recaudatoria de los Estados para alimentar una espiral de pobreza y exclusi¨®n. El peso de los ingresos fiscales no alcanza a la mitad del que representan en los desarrollados (13% frente al 38% del PIB). El margen de maniobra para llevar a cabo pol¨ªticas sociales es en general muy limitado, y m¨¢s a¨²n en tiempos de crisis. La recaudaci¨®n de impuestos se corresponde, por otra parte, con la capacidad de los Estados para recabar una enorme cantidad de informaci¨®n, esencial a la hora de tomar decisiones pol¨ªticas fundadas. Como escribi¨® Joseph Schumpeter a principios del siglo XX, "los impuestos no s¨®lo contribuyeron a crear el Estado, sino tambi¨¦n a formarlo".
En las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX, buena parte de los trabajos sobre gobernabilidad econ¨®mica en el Tercer Mundo fueron formulados en t¨¦rminos t¨¦cnicos, apol¨ªticos, dejando a un lado el necesario an¨¢lisis sobre el modo en que los Estados pueden financiar sus funciones m¨¢s b¨¢sicas. Las cuestiones relativas a la democratizaci¨®n y la transparencia son, desde luego, importantes, pero tambi¨¦n debemos preguntarnos d¨®nde pueden hallarse los recursos locales que permitan financiar los bienes y servicios p¨²blicos, imprescindibles para consolidar la legitimidad del Estado, de tal manera que no se comprometa la solvencia fiscal ni la eficiencia econ¨®mica. Al fin y al cabo, el sistema tributario viene a ser uno de los principales nexos de uni¨®n entre el Estado y la ciudadan¨ªa.
A ra¨ªz de la crisis que estamos atravesando, tanto la ONU como el G-20 han coincidido en la necesidad de mejorar la transparencia del sistema financiero internacional e incrementar los ingresos fiscales, mediante sistemas tributarios modernizados, como pasos indispensables para avanzar hacia una adecuada financiaci¨®n del desarrollo.
La Uni¨®n Europea est¨¢ capacitada para promover una adecuada gobernabilidad fiscal, mediante una posici¨®n com¨²n ambiciosa, basada en sus se?as de identidad: la cohesi¨®n social y la solidaridad. El pasado diciembre, el Parlamento Europeo impuls¨® una conferencia de alto nivel sobre Fiscalidad y Desarrollo, que puso de manifiesto un alto grado de consenso entre las instituciones europeas competentes.
Durante la presidencia espa?ola, vamos a promover avances en este ¨¢mbito, impulsando un mejor dise?o de los sistemas tributarios, as¨ª como una modernizaci¨®n administrativa capaz de mejorar la informaci¨®n fiscal y desincentivar la econom¨ªa irregular, en los pa¨ªses en desarrollo.
Los avances no son f¨¢ciles, pero tampoco imposibles, como se ha demostrado en Espa?a. Los Pactos de la Moncloa, con su componente de reforma fiscal, fueron en su d¨ªa esenciales para iniciar un proceso de recuperaci¨®n econ¨®mica -en un contexto de crisis mundial- sentando, a la vez, las bases para la construcci¨®n del Estado social y democr¨¢tico de derecho en el que vivimos actualmente. La mejora de la capacidad recaudatoria, unida al fortalecimiento de la eficacia y la rendici¨®n de cuentas -en definitiva, la legitimidad- de las instituciones, puede representar una verdadera liberaci¨®n de la dependencia externa para los pa¨ªses receptores de ayuda oficial al desarrollo.
Soraya Rodr¨ªguez es secretaria de Estado de Cooperaci¨®n Internacional de Espa?a y Eva Joly es presidenta de la Comisi¨®n de Cooperaci¨®n del Parlamento Europeo.
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