Marcela y Elisa, casadas en 1901
Miren a la izquierda. Dos muchachas serias. Vestidas de negro. No es un entierro. La imagen parece triste, pero es una foto de boda. El triunfo personal de Elisa y Marcela. Se casaron en 1901. Por amor. Porque quer¨ªan ser libres. Porque s¨ª. La foto no cuenta los palos que les dio la vida. Comienza una historia real que parece novela.
-?Ay, mam¨¢! ?Si vieses qu¨¦ amiga m¨¢s simp¨¢tica y m¨¢s buena tengo! Estoy encantada.
Un d¨ªa, Marcela le solt¨® esto a su madre, y ya nunca se separar¨ªa de Elisa. La relaci¨®n entre las dos chicas fue intensa desde el principio. Sent¨ªan la necesidad de estar juntas siempre. A toda costa. La madre de Marcela dir¨ªa a un periodista: "Yo, que dominaba a mi esposo y que podr¨ªa dominar a un regimiento con caballos y todo, no pude hacer nada bueno de ella". Marcela y Elisa se fueron a vivir juntas a Dumbr¨ªa, un pueblecito coru?¨¦s a cuya escuela fue destinada la primera. Despu¨¦s de un tiempo, las dos muchachas fingieron pelearse. Era parte de una estrategia: Elisa dijo que no aguantaba m¨¢s, que se iba; Marcela anunci¨® que se casar¨ªa con Mario, un primo de su amiga, y se anticip¨® a los futuros comentarios:
Este caso refleja la invisibilidad de las lesbianas durante siglos, aunque se las arreglaban para sortear las leyes
Los peri¨®dicos se lanzaron a buscar los detalles m¨¢s suculentos con titulares como "Espa?a, pa¨ªs de locos"
-No he visto cosa m¨¢s parecida a Elisa. Es de su misma estatura, tiene la misma voz e iguales maneras. ?Hasta su mismo genio!
Elisa se fue un tiempo a A Coru?a para transformarse en Mario: se cort¨® el pelo y empez¨® a usar trajes de chaqueta y a fumar. Para casarse, ten¨ªa que estar bautizado como hombre, as¨ª que se present¨® ante un cura para convertirse al cristianismo. El cura ni lo mir¨® bien: no dud¨® en ganar un creyente para la causa cat¨®lica.
La boda se celebr¨® el s¨¢bado 8 de junio en la iglesia coru?esa de San Jorge. A las siete y media de la ma?ana. Discreci¨®n. La pareja se hizo un retrato en el estudio del fot¨®grafo franc¨¦s Jos¨¦ Sellier. Como toda pareja feliz. Y al d¨ªa siguiente volvieron a Dumbr¨ªa en la t¨ªpica diligencia de la ¨¦poca. Una se?ora que tambi¨¦n iba dentro no se pudo reprimir:
-Si no es do?a Elisa, es el diablo en su figura.
La mentira dur¨® poco.
As¨ª fue la primera boda homosexual en Espa?a de la que se tiene constancia, 104 a?os antes de que Zapatero promulgara la ley que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo. A comienzos del siglo XX, dos maestras de escuela reventaron las conciencias santurronas y biempensantes de la ¨¦poca de la Restauraci¨®n. A nadie le entraba en la cabeza.
Narciso de Gabriel, catedr¨¢tico y decano de la Facultad de Ciencias de la Educaci¨®n de la Universidad de A Coru?a, ha investigado la historia en profundidad durante 15 a?os. La ha reconstruido. El resultado es el libro Elisa y Marcela. M¨¢s all¨¢ de los hombres, que se public¨® en gallego hace unos a?os y ahora la editorial Libros del Silencio lo saca en castellano la pr¨®xima semana. De Gabriel ha rastreado peri¨®dicos antiguos (de donde se han extra¨ªdo la mayor¨ªa de las palabras de los personajes para este reportaje), ficheros, registros y bibliotecas con polvo. Antes que ¨¦l, el colectivo coru?¨¦s Milhomes reivindic¨® las figuras de estas dos mujeres como precursoras del feminismo y la lucha contra la discriminaci¨®n sexual. Esta asociaci¨®n incluso otorga el premio Elisa y Marcela a las iniciativas que luchan por los derechos de gays, lesbianas y transexuales. Y hace tiempo que piden una calle con sus nombres en A Coru?a. A¨²n no lo han conseguido.
Y por cosas como ¨¦sta, las primeras esposas no son conocidas en Espa?a. Gonzalo Canedo, el editor de Libros del Silencio, no ten¨ªa ni idea de las dos valientes. Cuando ley¨® el volumen en gallego, no dud¨® en traducirlo. "Me sorprendi¨® que todo esto sucediera en una ciudad de provincias como A Coru?a. S¨ª me lo podr¨ªa haber imaginado en Nueva York o Londres, pero no aqu¨ª". Tanto le inspir¨® la historia que el t¨ªtulo inaugurar¨¢ la colecci¨®n A contracorriente, en la que Canedo pretende publicar textos narrativos, biogr¨¢ficos o ensay¨ªsticos sobre personas que se sent¨ªan libres y les cortaron las alas. Por sus ideales sexuales, religiosos o pol¨ªticos. "Es una defensa de los que han sufrido las injusticias de una sociedad que arremete contra el que haga peligrar su concepto de normalidad", se?ala Canedo. Quiere que retumbe la voz de los silenciados.
Marcela y Elisa fueron pioneras. El 22 de julio de 2005 hubo codazos entre los c¨¢maras de televisi¨®n, los fot¨®grafos y los periodistas en la boda de las primeras mujeres que se casaron por la ley de Zapatero. El acontecimiento tuvo lugar en los juzgados de Mollet del Vall¨¨s (Barcelona). Una espa?ola y una argentina. Sebastiana y Ver¨®nica. Pareja de hecho desde hac¨ªa a?os. Estrenaron la reforma del C¨®digo Civil. Eran las primeras mujeres que se unieron en matrimonio en Espa?a. Y ninguna se tuvo que travestir porque todo era legal.
En julio de 2010 se cumplen cinco a?os de la entrada en vigor de la ley. Desde 2005 y hasta junio del a?o pasado se han casado 2.121 mujeres en Espa?a (no est¨¢n disponibles datos m¨¢s actualizados). El caso de Elisa y Marcela toma nueva vigencia. Refleja la invisibilidad de las lesbianas durante siglos. Hasta que un gobierno las sac¨® al escaparate social. A ellas y a los gays. Elisa y Marcela se adelantaron a la pareja de Catalu?a. Tambi¨¦n a ellas se les abalanz¨® la prensa. Pero de otra forma.
"Novios de contrabando" fue uno de los titulares m¨¢s conocidos. O "Asunto ruidoso. Un matrimonio sin hombre". La prensa estaba tras las chicas coru?esas, pero tambi¨¦n las autoridades. Las amadas se escaparon a Oporto. Pensaron que en otro pa¨ªs estar¨ªan a salvo. Pero la vida les dio un guantazo de los grandes: las arrestaron. Al d¨ªa siguiente, todo Oporto conoc¨ªa la historia de la boda de dos mujeres ante Dios. Entre tanto, Mario juraba que era hombre. S¨®lo quer¨ªa justificar todo el embrollo. Pero dos m¨¦dicos la reconocieron y concluyeron que su sexo era femenino. La obligaron a vestirse de mujer. Acababan tres meses de travestismo.
Un par¨¦ntesis. Quiz¨¢ usted lo est¨¢ pensando. Si ya viv¨ªan juntas y llevaban una vida de pareja, ?por qu¨¦ se empe?aron en casarse y asumir riesgos? Raquel Platero es hoy profesora de Secundaria en Madrid, una de las pocas investigadoras sobre el lesbianismo en Espa?a, y adelanta una respuesta: "Hacerse esa pregunta forma parte de un presentismo perverso. Hay que contextualizar las cosas del pasado en su momento. En la historia de las dos muchachas subyace todo un discurso sobre la masculinidad. Elisa se convierte en hombre porque eso refuerza la idea de persona controladora. Ahora nos puede parecer fatal, pero es comprensible porque venimos de una tradici¨®n muy machista". Adem¨¢s, recalca Platero, la boda no fue un acto de rebeld¨ªa, sino una continuaci¨®n con los patrones de la ¨¦poca. Casarse en una iglesia significaba estar en sociedad. Ser normales.
Aun as¨ª, A Coru?a, Madrid y Barcelona se llevaron las manos a la cabeza. Los peri¨®dicos se vend¨ªan como pu?ados de garbanzos. Algunos medios obviaron el caso y cuestionaron los detalles pornogr¨¢ficos de otros. Incluso la escritora Emilia Pardo Baz¨¢n, en La Ilustraci¨®n Art¨ªstica, se lamentaba: "?Cu¨¢nto siento que sea tan escabrosa la inaudita novela que estos d¨ªas se ha divulgado en la prensa!". Los peri¨®dicos luchaban por tener los detalles m¨¢s suculentos. El semanario Nuevo Mundo, que inclu¨ªa im¨¢genes, vendi¨® 19.000 ejemplares s¨®lo en Madrid en dos d¨ªas. De los peri¨®dicos madrile?os, fue El Imparcial el que m¨¢s espacio le dedic¨® a la historia, con titulares como "Un follet¨ªn en acci¨®n. Dos mujeres que se casan". El Heraldo de la Industria fue m¨¢s all¨¢: "Espa?a, pa¨ªs de locos".
El pueblo portugu¨¦s se volc¨® con Elisa y Marcela. Las consideraban dos desgraciadas. El juez las dej¨® en libertad, por la presi¨®n popular, tras pasar 13 d¨ªas en prisi¨®n. Las amadas continuaron viviendo en Oporto. La historia qued¨® disuelta en el recuerdo, pero el D¨ªa de Reyes de 1902 ocurri¨® algo que fue m¨¢s que un tornado: Marcela tuvo una ni?a de no se sabe qui¨¦n. El autor del libro sostiene la teor¨ªa de que fue otra estrategia: dar m¨¢s credibilidad al matrimonio con Elisa y tener descendencia. Los peri¨®dicos, encantados, volvieron a ocuparse de ellas. Muchos textos eran caricaturas, como refleja este extracto: "Marcela ha tenido una ni?a de generaci¨®n espont¨¢nea, como las lombrices". Elisa, con su pronto, se enfrent¨® a un periodista:
-?Es cosa del otro mundo que nazca un ni?o o una ni?a? No hay nada m¨¢s natural: ?una mujer tiene un hijo! (?) ?No somos dos criminales!
La desesperaci¨®n. Y, aun as¨ª, siguieron adelante con su vida. Raquel Platero cree que existen m¨¢s casos de lesbianas que nunca se escondieron a pesar de los tiempos opresivos. "Esta historia la conocemos porque hay fallos en el plan trazado", arguye. "No sabemos nada de las historias de ¨¦xito porque salieron bien". Platero no cree que ausencia de informaci¨®n significa inexistencia. Ella ha investigado sobre el lesbianismo en el franquismo. "Casi todos los libros dicen que fue inconcebible en esta ¨¦poca. Lo que era pecado, tambi¨¦n era delito y enfermedad. Una tr¨ªada. La mujer era un ser infantil y tutelado. Pero empiezas a escarbar en la historia y ves que no es as¨ª".
No es as¨ª porque ha descubierto que, aunque la ley de vagos y maleantes era f¨¦rrea, las mujeres lesbianas se las apa?aban para sortear la represi¨®n. Estaban las mujeres que vend¨ªan aguardiente en el Retiro y manten¨ªan relaciones sexuales entre ellas. Estaban las salas de matrimonios en las c¨¢rceles femeninas para aquellas que ten¨ªan pareja. Estaban las pandillas de lesbianas barcelonesas que quedaban para ir de c¨¢mping y se reconoc¨ªan al preguntarse si eran libreras o del asunto. Y de todo esto poco se sabe. Platero se queja de que el lesbianismo pr¨¢cticamente no se ha investigado en Espa?a.
Elisa y Marcela est¨¢n esperando su final. Sigue as¨ª: cansadas de pasarlas canutas, decidieron partir a Buenos Aires, como miles de gallegos, en 1902. A ver si las dejaban en paz. Trabajaron un tiempo como criadas, pero no pod¨ªan verse todo lo que deseaban. Hab¨ªa que hacer algo: Elisa se cas¨® con un anciano al que no le quedaban muchos a?os de vida. La idea era no trabajar para poder estar m¨¢s tiempo con Marcela y volver con ella cuando enviudara del viejo. Pero ¨¦ste se enter¨® de todo. Y mont¨® en c¨®lera. Y las denunci¨®. La prensa bonaerense apenas se ocup¨® del caso, qui¨¦n sabe por qu¨¦. La pista de las enamoradas invencibles y libertarias se perdi¨® de repente. No se sabe si fueron felices o se pasaron la vida huyendo.
Miren la foto del principio. Todo esto pas¨® reci¨¦n abierto el siglo XX.
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