Zarazos de marzo
Siempre me ha gustado esa expresi¨®n con la que denominan en mi provincia de origen, o por lo menos en algunas zonas de ella, a esas violentas rachas de viento y lluvia que acompa?an habitualmente la transici¨®n del invierno a la primavera: zarazos de marzo.
La climatolog¨ªa es c¨ªclica y el lenguaje as¨ª lo ha advertido por m¨¢s que, de a?o en a?o, los hombres nos olvidemos de una y de otro, y creamos estar inaugurando el mundo de nuevo. Pasa con la climatolog¨ªa, pero tambi¨¦n con otras manifestaciones. Y es que la egolatr¨ªa humana lleva a pensar a cada generaci¨®n que es a la que m¨¢s cambios le ha sido dado vivir en la historia.
Y, sin embargo, vistos con perspectiva, ¨¦stos adquieren su aut¨¦ntica dimensi¨®n, que no es la que parece, ni mucho menos, en el momento de producirse. Desde la perspectiva hist¨®rica, los cambios que, cuando suced¨ªan, les parec¨ªan a los que los vivieron enormes e incomparables se convierten en peque?as turbulencias (no hablo de las cat¨¢strofes, ni de las guerras, que no son cambios, sino pasos atr¨¢s en el desarrollo humano) sin mayor repercusi¨®n en la evoluci¨®n del mundo. De aqu¨ª que resulte conmovedor observar c¨®mo cada generaci¨®n se cree la elegida por la historia de la misma manera en que cada persona piensa que est¨¢ viviendo la ¨¦poca m¨¢s interesante de ¨¦sta.
La egolatr¨ªa humana lleva a pensar a cada generaci¨®n que es la que m¨¢s cambios ha vivido en la historia
Pienso esto un d¨ªa de marzo en el que, como casi todos los de este mes, violentas rachas de viento y lluvia baten las calles de mi ciudad como si fueran a terminar con ella. Pero son cortas e intermitentes y en seguida dejan paso a momentos de tranquilidad presididos por el arco iris o por un sol lavado y limpio que anuncia la primavera que est¨¢ al llegar. Y su visi¨®n me lleva a pensar en que nada de lo que nos sucede ser¨¢ tan trascendente finalmente como para pensar que el mundo vaya a cambiar a partir de ello.
Desde que tengo uso de raz¨®n, he vivido escuchando que cada a?o de los que vivo es el que m¨¢s ha cambiado todo. Al a?o volv¨ªa a escuchar lo mismo y as¨ª sucesivamente hasta ¨¦ste en el que estoy viviendo. En todos ha habido cambios trascendentales al decir de los peri¨®dicos y de las televisiones, aunque lo que yo percibo es que no cambia nada fundamental. Solamente la apariencia de las cosas, que contin¨²an siendo las mismas, igual que nuestros problemas.
Si uno hace el ejercicio de consultar las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos o de revisar los archivos de las televisiones, ver¨¢ que todos los a?os se han producido acontecimientos que cre¨ªan decisivos en la evoluci¨®n del mundo pero cuyo recuerdo apenas dur¨® unos meses. Y es que en seguida se produjeron otros acontecimientos que eclipsaron a los anteriores como hacen los peri¨®dicos unos con otros todos los d¨ªas. As¨ª que considerar que lo que vivimos hoy es mucho m¨¢s decisivo que lo que vivieron nuestros antepasados es tan ingenuo como presumir que lo que vivir¨¢n nuestros descendientes no tendr¨¢ el mismo inter¨¦s por la sencilla raz¨®n de que nosotros ya no estaremos para presenciarlo.
Tanto a nivel personal como colectivo, a lo largo de su vida cada persona asiste a cientos de acontecimientos, de transformaciones de su realidad y de la realidad com¨²n, pero, en el fondo, la sustancia de vivir contin¨²a siendo la misma que ya era en el origen de los hombres: nacer, crecer, subsistir material y espiritualmente, recordar y olvidar al mismo tiempo, acostumbrarse a las p¨¦rdidas y al envejecimiento, ir dejando la vida poco a poco. Por el camino, cada persona asistir¨¢ a todo tipo de cambios, desde los materiales a los sentimentales, pero en esencia la vida de cada uno es similar a las de los dem¨¢s, tanto sus contempor¨¢neos como los que le precedieron en el tiempo. Y es que la vida es una pel¨ªcula que se repite continuamente por mucho que cambien las circunstancias y los acontecimientos de que se acompa?an ¨¦stas.
As¨ª las cosas, pensar que lo que nos sucede ahora (la globalizaci¨®n econ¨®mica y de la informaci¨®n, la irrupci¨®n de Internet en la cristaler¨ªa de las comunicaciones cl¨¢sicas o la revoluci¨®n tecnol¨®gica y del conocimiento que constituyen nuestro actual horizonte) es una quiebra en la existencia humana tan trascendental como irrepetible supone un gesto de ingenuidad, a la vez que de egolatr¨ªa. Ni los cambios y avances tecnol¨®gicos, ni la globalizaci¨®n de la econom¨ªa y la informaci¨®n, ni el desarrollo de determinadas ciencias, con todo lo que suponen para la evoluci¨®n del hombre, van a modificar la esencia de nuestras vidas m¨¢s all¨¢ de hacerlas m¨¢s prolongadas y m¨¢s intensas. Pero lo que de verdad importa, que es su sinsentido ¨²ltimo, la fugacidad de la que se nutre y su nula huella, lo ef¨ªmero de su realidad, seguir¨¢n atorment¨¢ndonos y guiando nuestras actuaciones de la misma manera en que las estaciones seguir¨¢n sucedi¨¦ndose a?o tras a?o a pesar de los zarazos de marzo y de cualquier mes.
Julio Llamazares es escritor.
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