'Lobbies'
Los ¨²ltimos treinta a?os en Galicia han estado marcados por el lobby coru?¨¦s. En esa ciudad cuatro o cinco personas han podido sentarse a una mesa y decidir en gran medida la agenda del pa¨ªs, que coincid¨ªa ?oh, milagro? con la suya. Sin el manierismo que han practicado en sus relaciones con la Xunta no se entender¨ªan muchas cosas que han sido y muchas otras que no han podido ser. Desde esa mesa se han construido prestigios y se han decretado algunas fatwas. Casi todos han cedido a su influjo, desde publicistas a presidentes. Los ¨²ltimos tiempos, sin embargo, han visto un adelgazamiento de su poder, sobre todo desde que su adalid fue enviado a admirar el barroco en Roma: la iglesia de San Carlino le habr¨¢ visto meditar en las tardes de oto?o sobre geometr¨ªa, luz cenital y composici¨®n de planos. La incierta situaci¨®n que atraviesa Caixa Galicia y la p¨¦rdida de influencia del principal peri¨®dico de la ciudad son otros vectores que le habr¨¢n ayudado a reflexionar acerca de equilibrios inciertos. Borromini siempre es ejemplo en momentos dif¨ªciles. Y el Embajador merece ser italiano.
Galicia sigue teniendo mucho de archipi¨¦lago, de islas apenas conectadas entre s¨ª
El de la mesa es un ideal est¨¦tico que parece haberse trasladado a Vigo, ciudad en la que se detecta un notable impulso centr¨ªpeto. All¨ª, una triangulaci¨®n parecida entre peri¨®dicos, poder municipal y entidad financiera, con sus concomitantes empresariales, intenta clonar aquel lobby, y su modus operandi. El esquema es de libro. Un motivo de te¨®rico agravio, la identificaci¨®n del enemigo, la cat¨¢lisis de los flujos de pasi¨®n y ?hale, hop! he ah¨ª la Fronda en movimiento. Desde Adorno y Horkheimer hasta hoy se han escrito mir¨ªadas, toneladas de libros sobre c¨®mo los brujos pueden convocar el fetiche de la autoridad. Pero tal vez es necesario, para que el invento funcione realmente bien, cierta dosis de histrionismo, una teatralidad que no le tenga miedo al rid¨ªculo. Fue lo que hizo en su tiempo Francisco V¨¢zquez con la capitalidad y lo que intenta ahora Abel Caballero con la tan tra¨ªda y llevada fusi¨®n de las Caixas.
Quien hurgue en ciertos blogs podr¨¢ comprobarlo por s¨ª mismo. En www.vigoempresa.com por ejemplo, puede leerse, bajo la r¨²brica "Contrarrestar al lobby coru?¨¦s", lo siguiente "En el intento de asalto a Caixanova por los poderes de A Coru?a, en alianza con N¨²?ez Feij¨®o y la colaboraci¨®n medi¨¢tica de La Voz de Galicia y la TVG, el Club Financiero fue el primero en saltar para denunciar la agresi¨®n a Vigo, hacerla p¨²blica e informar a la ciudadan¨ªa de lo que se estaba tramando. Con el papel que est¨¢ desempe?ando el CFV no s¨®lo sale reforzada la propia instituci¨®n, sino la clase empresarial en general. Y, c¨®mo no, tambi¨¦n una ciudad que, por fin, se siente unida. Ni N¨²?ez Feij¨®o ni los fusionistas de A Coru?a contaban con esto". La frase es tan redonda que exime de todo comentario. Hay que reconocer que esa p¨¢gina web es impagable y que sus textos tienen a veces deliciosos tonos a lo Berlanga. Un s¨®lo ejemplo: en la columna que lleva por t¨ªtulo "No se divisa el barco de la Perly" puede leerse "No como otros ( pol¨ªticos ) que, con absoluta desverg¨¹enza andan por ah¨ª haciendo alarde de lo poco que tienen. Peor a¨²n, de lo que no tienen, como si ser un menesteroso fuera un m¨¦rito". Genial.
No es muy probable que esa estrategia tenga ¨¦xito, sin embargo. La fuerza del poder reside hoy en su labilidad. Las pir¨¢mides pasaron de moda, salvo entre los c¨ªrculos de estafadores. Y aunque en Galicia siempre se opera un paso atr¨¢s, las cosas acaban llegando. Los que debilitaron al lobby coru?¨¦s no fueron sus enemigos, que han sido pocos y cobardes, sino el tiempo veloz: las fluctuaciones, turbulencias y mutaciones de la era neo-barroca en que vivimos. Pero se equivocar¨¢ el que infravalore la fuerza de la identidad de Vigo, ese magma que est¨¢ intentando dar paso a una atmosfera. Vigo ha sido una ciudad que ha crecido muy r¨¢pidamente, casi por aluvi¨®n, en el siglo pasado y no ha tenido tiempo a fraguar. El constante lamento sobre la falta de liderazgo pol¨ªtico -con el no disimulado deseo de una forma local de cirujano de hierro- y acerca de los d¨¦ficits de la urbe en relaci¨®n a otras de tama?o an¨¢logo son sin duda expresi¨®n de ello.
Por lo dem¨¢s, ser¨ªa un craso error confundir los movimientos sobre el tablero de las dos elites con sus ciudades. Vigo o A Coru?a no pueden definirse a la medida de una parte de sus ciudadanos, por m¨¢s considerable que sea su poder econ¨®mico y su influencia. En realidad, lo que el debate actual demuestra es que Galicia sigue teniendo mucho de archipi¨¦lago, de islas apenas conectadas entre s¨ª. Lo l¨®gico ser¨ªa que, dado que no existe en el pa¨ªs una ciudad que marque el rumbo -a la manera de Barcelona en Catalu?a-, intent¨¢semos imitar el modelo holand¨¦s o el del norte de Italia, m¨¢s bien que el radial que Espa?a, con escaso ¨¦xito, imit¨® de Francia. Para eso, tal vez habr¨ªa que ir a Roma, a San Carlo Alle Quatre Fontane, a aprender finezza...
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