El mediador de EE UU planta a Israel
Mitchell cancela su visita a Tel Aviv a causa de las colonias en Jerusal¨¦n Este - Washington exige a Netanyahu que demuestre su compromiso con la paz
Un poco de zanahoria sin esconder el palo. La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, habl¨® ayer sobre el indestructible compromiso de Washington respecto a la seguridad de Israel, pero esta vez reclam¨® a cambio que el Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu tambi¨¦n d¨¦ su brazo a torcer. "Funcionarios de Estados Unidos e Israel negocian intensamente sobre las medidas que permitan demostrar el compromiso israel¨ª con el proceso de paz", apunt¨® la secretaria de Estado. Cuestionaba as¨ª la sinceridad del primer ministro israel¨ª, quien ha prometido que en Jerusal¨¦n Este se seguir¨¢n construyendo colonias jud¨ªas, pese al rechazo de la comunidad internacional, al tiempo que reiteraba que su pa¨ªs siempre ha demostrado voluntad de negociar la paz. La controversia persiste. De momento, el enviado de Barack Obama y mediador entre israel¨ªes y palestinos, George Mitchell, ha cancelado su visita a Israel a la espera de que Tel Aviv acceda a cumplir las demandas estadounidenses.
Obama est¨¢ pasando factura por el desplante al vicepresidente Biden
En primer lugar, EE UU exige que Netanyahu cancele oficialmente el plan de construir 1.600 viviendas en un barrio ultraortodoxo jud¨ªo de Jerusal¨¦n Oriental, ocupado por Israel desde 1967. Esta decisi¨®n ha espoleado una crisis, sin precedentes en los ¨²ltimos 35 a?os, tras ser anunciada durante la visita oficial del vicepresidente de EE UU, Joseph Biden, la semana pasada. Fue un "insulto", en palabras de Clinton. Asimismo, la Casa Blanca demanda que se transfiera a la Autoridad Palestina otra buena porci¨®n de la Cisjordania ocupada, la liberaci¨®n de cientos de prisioneros palestinos y el alivio del bloqueo econ¨®mico a Gaza. La secretaria de Estado incluso anim¨® a Ham¨¢s a sumarse al proceso de paz, palabras que deben haber disgustado al primer ministro israel¨ª.
Israel, al menos en la presente coyuntura, no ha salido triunfador en lo que en la jerga diplom¨¢tica en ingl¨¦s se denomina el blame game, el juego de las culpas. Israel siempre ha contado con la ayuda de EE UU a la hora de se?alar a los palestinos como responsables del fracaso de las negociaciones en 2000, cuando se acu?¨® la coletilla: "No tenemos socio para la paz". Sin embargo, la Administraci¨®n de Obama no tiene nada claro que hoy pueda afirmarse lo mismo.
Obama se est¨¢ cobrando venganza por el desplante a Biden. El presidente Obama, que exigi¨® al inicio de su mandato la paralizaci¨®n total de la construcci¨®n en los territorios ocupados, ha sido desairado por Netanyahu, que prometi¨® una congelaci¨®n parcial en la edificaci¨®n que se ha revelado una farsa. Lo explicaba gr¨¢ficamente el lunes el diario Maariv con una vi?eta: Obama -del que ya se han impreso en Israel camisetas con turbante y la leyenda "Obama Bin Laden"- cocina en un caldero a Netanyahu, probablemente a fuego lento, porque la pugna entre dos l¨ªderes que sienten aversi¨®n mutua promete no acabar en este episodio. ?Fue deliberada la humillaci¨®n al vicepresidente Biden, cuando se anunci¨® la expansi¨®n de la colonia de Ramat Shlomo? Se ignora. Pero el mensaje fue n¨ªtido: Jerusal¨¦n -en realidad, dos ciudades que se dan la espalda- no es negociable. En este asunto, Israel est¨¢ solo.
No se ver¨¢n las caras Obama y Netanyahu durante la estancia de ¨¦ste en Washington, con motivo de la reuni¨®n que esta semana celebra uno de los grupos de presi¨®n jud¨ªos que con m¨¢s ardor defiende los intereses de Israel en EE UU. Obama se encontrar¨¢ en Indonesia, en viaje oficial.
Y el primer ministro israel¨ª, cuya capacidad de gesti¨®n se pone estos d¨ªas en entredicho, deber¨¢ regresar a Israel a apagar fuegos. Netanyahu ha colocado a su pa¨ªs en una tesitura muy delicada. Y ahora debe adoptar una decisi¨®n peliaguda. Si accede a las exigencias de Washington, el embrollo en la fragmentada coalici¨®n de Gobierno, plagada de partidos de la extrema derecha, est¨¢ casi garantizado. "Cre¨ªa que pod¨ªa adoptar el lema de los dos Estados para los dos pueblos y al mismo tiempo sabotear la capacidad palestina para establecer su Estado; que pod¨ªa abrazar al vicepresidente Joe Biden y mostrar el dedo coraz¨®n a la Administraci¨®n de EE UU; y cre¨ªa que pod¨ªa exigir al presidente palestino, Mahmud Abbas, reiniciar las negociaciones mientras le colocaba chinchetas en la silla", rezaba un cr¨ªtico editorial de Haaretz.
La Autoridad Palestina, por una vez, se frota las manos. En esta ocasi¨®n sus dirigentes no son se?alados como culpables.
50 heridos en disturbios en Jerusal¨¦n
Al ritmo de los avatares pol¨ªticos, de la colonizaci¨®n de Jerusal¨¦n Este, de la consagraci¨®n el martes de una sinagoga en la ciudad vieja, de la prohibici¨®n de acudir a rezar a la Explanada de las Mezquitas, que se prolonga ya cinco d¨ªas, y del llamado de Ham¨¢s a celebrar un d¨ªa de furia, Jerusal¨¦n se est¨¢ convirtiendo en el lugar propicio para que salte la chispa. La ciudad santa amaneci¨® ayer con un despliegue policial impresionante. Un total de 3.000 agentes desplegados para impedir lo inevitable: los choques entre j¨®venes palestinos piedra en mano y polic¨ªas con material antidisturbios.
La vigilancia era masiva en las puertas de la ciudad vieja; el mal ambiente entre los comerciantes, indisimulado, y las miradas, esquivas en una jornada en la que m¨¢s de 40 palestinos resultaron heridos por balas de caucho o proyectiles con gases lacrim¨®genos. Sesenta fueron detenidos en disturbios que se extendieron durante horas en barrios de la mitad palestina y en el campo de refugiados de Shuafat. Tambi¨¦n en el control militar de Kalandia, la v¨ªa de entrada a Ramala m¨¢s utilizada. Nueve uniformados tambi¨¦n resultaron heridos leves. Uno de ellos, seg¨²n inform¨® la polic¨ªa israel¨ª, recibi¨® un balazo en una mano. El tipo de incidente que puede desencadenar reacciones severas de la polic¨ªa, y a partir de ah¨ª...
El jefe de la polic¨ªa, David Cohen, asegur¨®, no obstante, que no pronostica una tercera Intifada. No es, desde luego, la apuesta de la Autoridad Palestina. Protestas aisladas m¨¢s o menos duraderas pueden brotar. Pero una revuelta indefinida es improbable. La divisi¨®n entre los palestinos no la propicia.
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