Comida comprensible, por favor
La picaresca en el etiquetado de los alimentos dificulta elegir los m¨¢s saludables - La UE quiere unificar la informaci¨®n que se ofrece
La UE prepara un reglamento sobre etiquetado de alimentos que pretende ser ¨²til y com¨²n para los ciudadanos de todos los Estados miembros. Dif¨ªcil empresa cuando la informaci¨®n que ahora se presta en los productos envasados -leche, galletas, latas, dulces, sopas- es tan complicada que ni con un m¨¢ster en nutrici¨®n puede uno saber si las grasas que va a ingerir son suficientes para una dieta saludable o bastar¨ªan para matar a un caballo.
Los especialistas que trabajan en estos asuntos suelen hablar de una informaci¨®n que sea accesible al "consumidor medio". ?Qui¨¦n es el consumidor medio? ?Es igual el de Francia que el de Espa?a? ?Es un anciano, un adulto? ?Puede un ni?o determinar leyendo los ingredientes del bollo que est¨¢ dando de merendar a su colesterol cada tarde?
Es dif¨ªcil comparar cuando las cifras nutricionales se dan por raci¨®n
Un dato b¨¢sico, como la fecha de caducidad, no siempre es legible
Se est¨¢ debatiendo incluso el tama?o y color de la letra de los envases
Hace falta un reglamento de la UE aceptado por todos los pa¨ªses
Ni sus padres. En el paquete de cereales de la ma?ana, puede que la informaci¨®n nutricional se ofrezca por cada raci¨®n de 90 gramos, y as¨ª salen menos az¨²cares, menos grasas, menos sal. Pero, ?qui¨¦n se come 90 gramos? Si se hace caso de la foto que aparece en la caja, cada ni?o se ir¨¢ a la escuela con una ensaladera de cereales en el est¨®mago.
?Tiene el consumidor, medio o no, formaci¨®n suficiente para entenderla? "No", responde sin ambages Alicia de Le¨®n, profesora de Derecho Civil, especializada en Derecho del Consumo de la Universidad de Oviedo. "Hemos pasado de un etiquetado muy reducido a una amplitud temeraria. El consumidor no est¨¢ preparado, pero adem¨¢s quiere un etiquetado completo, pero tambi¨¦n ¨²til y sencillo, y eso no va a ser tan f¨¢cil". Y justo en un momento, recuerda De Le¨®n, en que el etiquetado ha cobrado gran importancia debido a las crisis alimentarias de finales del siglo pasado (colza, vacas locas).
A la espera del reglamento europeo, en Espa?a est¨¢ en vigor un decreto de 1999. Se trata de una norma modificada en varias ocasiones, la ¨²ltima en 2008. A pesar de que no es muy reciente, a¨²n hoy pueden encontrarse incumplimientos, a veces derivados de la ambig¨¹edad de la propia norma. El ¨²ltimo estudio que ha efectuado la confederaci¨®n de consumidores Ceaccu identifica "algunas deficiencias relevantes". Todas ellas deber¨¢n quedar solucionadas cuando se apruebe, quiz¨¢ en verano, el nuevo reglamento, esta vez de aplicaci¨®n para toda Europa. Pero todav¨ªa se est¨¢ negociando el articulado, que determinar¨¢ la colocaci¨®n de las etiquetas y la informaci¨®n que deber¨¢n contener. "Los consumidores estamos intentando que la informaci¨®n que se recoja en esas etiquetas sea f¨¢cil y que cumpla el principio de veracidad y evidencia cient¨ªfica, que la letra sea suficientemente grande y que est¨¦ en un lugar visible. Si no lo entienden es que no estar¨¢ claro", resume Francisca Sauquillo, presidenta del Consejo de Consumidores y Usuarios, donde se agrupan las grandes organizaciones que trabajan en este terreno.
Pero muchos de los productos que encontramos en las tiendas ya cuentan con esa etiqueta nutricional que a¨²n no es obligatoria, donde se indica el porcentaje de grasas, az¨²cares y sal. "La industria va por delante de los gobiernos. Quiz¨¢ por eso ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que ahora modifiquen algunas de las informaciones que no son del todo claras", dice Yolanda Quintana, de Ceaccu.
Hay otros aspectos importantes que se est¨¢n perfilando en las negociaciones entre la industria, los consumidores, los Estados miembros y en el Parlamento Europeo sobre la informaci¨®n obligatoria y nutricional.
?D¨®nde? El proyecto habla de que la informaci¨®n obligatoria deber¨¢ colocarse "en el mismo campo visual", pero no determina si debe ser en la parte frontal del paquete o en alguno de sus lados. Espa?a defiende que no sea en el frontal, sino que toda la informaci¨®n vaya en un lado, porque de haber optado por el frontal se perder¨ªa informaci¨®n que luego podr¨ªa ir en otro sitio. Ceaccu encuentra, en esta posible ventaja, el siguiente inconveniente: "Eso dejar¨¢ el frontal del producto libre para que las empresas coloquen ah¨ª cualquier otra informaci¨®n voluntaria y de menor relevancia para el consumidor", dice resignada Yolanda Quintana. Y, en cualquier caso, la organizaci¨®n mantiene su exigencia de que la denominaci¨®n del producto aparezca en el frontal.
?Cu¨¢nto? La cantidad de energ¨ªa y nutrientes, como sal y az¨²cares, se expresar¨¢ por 100 gramos o mililitros, seg¨²n est¨¢ redactada actualmente la propuesta. Y tambi¨¦n se recoge que, adicionalmente, puedan expresarse esas cantidades por porci¨®n, siempre que se especifiquen las porciones que contiene el envase. "Pero no se dice que la sal no debe denominarse sodio, algo que consideramos fundamental para que el consumidor no se llame a enga?o. Y sobre las porciones, no lo damos por perdido, pero previamente, los Estados deber¨ªan regular el tama?o de esas porciones y c¨®mo se comunican al consumidor", dicen en Ceaccu.
?C¨®mo? El tama?o de la letra usada para la informaci¨®n obligatoria nutricional -una de las causas principales de descontento de los consumidores- deber¨¢ ser como m¨ªnimo de tres mil¨ªmetros y "con un contraste considerable entre el texto impreso y el fondo", dice el borrador. "No parece que esto vaya a prosperar", lamenta Quintana. "Espa?a es el ¨²nico pa¨ªs que sigue defendi¨¦ndolo, y la industria est¨¢ en contra". De hecho, aunque el proyecto global ha de pasar muchas votaciones, en alguna esto ya se ha rechazado.
La postura espa?ola en estas negociaciones prima la utilidad para el consumidor de lo que lea en la etiqueta por encima de una informaci¨®n excesivamente exhaustiva. "No se trata de meter toda la informaci¨®n bioqu¨ªmica, sino aqu¨¦lla que al consumidor le permita decidirse por la compra del producto, o rechazarlo. Una etiqueta muy amplia obligar¨ªa a una letra m¨¢s peque?a, y todo ello puede disuadir al comprador de leer el contenido nutricional", afirma Etelvina Andreu, directora general de Consumo del Ministerio de Sanidad.
Espa?a est¨¢ por la letra de tres mil¨ªmetros y por informar al consumidor sin saturarlo. Por ejemplo, entre las prioridades de la delegaci¨®n espa?ola en Europa figura la identificaci¨®n del origen de las grasas, animales o vegetales; que se sepa si hay grasas trans y su proporci¨®n y una buena informaci¨®n proteica.
"Los reglamentos exigen largas y costosas negociaciones porque son de aplicaci¨®n inmediata en todos los pa¨ªses, y a¨²n estamos corrigiendo incoherencias en la legislaci¨®n que existen entre pa¨ªses o incluso en un mismo pa¨ªs". Pero si finalmente se consiguiera un reglamento claro, Andreu piensa que habr¨¢ que formar al consumidor para que sepa lo que lee y, por tanto, lo que come. Pero tambi¨¦n cree que el que hace la compra debe "fijarse m¨¢s en la etiqueta". "A¨²n nos fijamos poco", reconoce.
Muy poco, pero es que las etiquetas tampoco lo ponen f¨¢cil. El decreto espa?ol fija tres informaciones obligatorias: denominaci¨®n del producto, ingredientes y fecha de caducidad. Pues ni eso es claro a veces. Ceaccu ha efectuado un estudio sobre 56 productos habituales en supermercados y ha encontrado deficiencias.
En primera lugar, en la denominaci¨®n del producto. En el envase ha de quedar claro de qu¨¦ se trata, si es leche, poner leche, si zumo, zumo. Pero no siempre ocurre. Hay preparados l¨¢cteos que pasan por leche y n¨¦ctares o refrescos bien azucarados que se compran en la creencia err¨®nea de que es un bondadoso zumo de frutas. "Eso ocurre porque la denominaci¨®n del producto en algunos casos o no aparece o est¨¢ muy escondida", critica Yolanda Quintana, de Ceaccu. Lo han detectado en algunas marcas, como Esencial Fruta Sol¨¢n de Cabras, Simon Life o en Natur Fibra (que es un preparado l¨¢cteo) o Bugles 3Ds de Matutano.
Los ingredientes han de aparecer "claramente legibles e indelebles". "?Y qui¨¦n determina lo que es legible?", se pregunta Quintana. Las miniaturas de letras que utilizan algunos productos, por no hablar de aquellos que imprimen en pl¨¢stico arrugado y transparente, hace imposible la lectura de los ingredientes en algunos casos. Ceaccu ha observado letra demasiado peque?a en marcas como las barritas de cereales Kellogs o el Cola Cao Complet. O la tinta dorada que usan para rotular el jam¨®n cocido de Hipercor.
Sobre los ingredientes, simplemente se exige que se enumeren (el primero que aparece es el m¨¢s abundante y siguen en orden decreciente de peso). Esta informaci¨®n lleva a?os as¨ª, pero muchos consumidores a¨²n lo desconocen.
La fecha de caducidad es en lo que m¨¢s se fija el ciudadano. Pero a veces hay que detenerse mucho, porque no todos los envases utilizan el mismo sistema.
La experta en Derecho del Consumo Alicia De Le¨®n cree que un buen sistema, que ahora est¨¢ de moda, es la informaci¨®n por medio de s¨ªmbolos, por ejemplo el sem¨¢foro que se usa para explicar si hay mucha poca o nada de sal. "La informaci¨®n simb¨®lica est¨¢ bien, pero siempre que se complemente con la lista de ingredientes y su proporci¨®n". Desde Ceaccu rechazan ciertos s¨ªmbolos porque creen que tras ellos se esconde la picaresca. El sem¨¢foro tampoco ha salido bien parado en los primeros filtros de esta negociaci¨®n.
Lecturas de supermercado
En Espa?a hay un decreto que declara tres informaciones obligatorias en todos los productos alimentarios envasados:
- Denominaci¨®n del producto. Ha de decirse de qu¨¦ se trata, si es yogur, leche, galletas. Parece obvio, pero en ocasiones esta informaci¨®n se camufla con rocambolescas denominaciones o se esconde en un rinc¨®n el producto en cuesti¨®n.
- Ingredientes. Deben aparecer en orden de peso. El m¨¢s abundante ir¨¢ el primero y as¨ª sucesivamente. Adem¨¢s, si hay alg¨²n ingrediente destacado en la informaci¨®n al consumidor habr¨¢ de determinarse su proporci¨®n. Si es yogur con fresas, especificar cu¨¢nta cantidad de fresas.
- Fecha de caducidad. Debe ser una informaci¨®n legible, pero el consumidor se encuentra en ocasiones con n¨²meros punteados de dif¨ªcil lectura, que no siempre van separados entre s¨ª. A veces incluso hay que dar la vuelta al huevo entero y no se es capaz de discernir hasta d¨®nde llega la caducidad y d¨®nde empieza el c¨®digo del lote.
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