Respiros y orangutanes
"Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda..." La canci¨®n de Pata Negra me ven¨ªa ayer a la cabeza a la salida de la presentaci¨®n, en la librer¨ªa Alibri, del ¨²ltimo libro de Gustavo Duch, cuyo t¨ªtulo, Lo que hay que tragar, parece el himno del a?o, pero cuyo subt¨ªtulo, Minienciclopedia de pol¨ªtica y alimentaci¨®n, deja clara la doble vertiente de la expresi¨®n. Este veterinario y activista en pro de la soberan¨ªa alimentaria comenz¨® su intervenci¨®n comentando que la multinacional Nestl¨¦ hab¨ªa intentado boicotear la campa?a lanzada esta semana por Greenpeace contra el cultivo de aceite de palma en Indonesia que est¨¢ deforestando la selva y, de paso, poniendo en peligro de extinci¨®n a los orangutanes. Lo hace a trav¨¦s de un v¨ªdeo gore que titula T¨®mate un respiro y que protagoniza, como en el real, el Kit Kat, este chocolatito que tan a gusto hab¨ªa disfrutado hasta entonces sin saber que adem¨¢s de engordar, algo asumido, pod¨ªa resultar inmoral. La campa?a ha resultado efectiva porque, casi a la misma hora de la presentaci¨®n, un comunicado de la agencia France Presse informaba de que la empresa, seg¨²n indica en su web, ha decidido romper su contrato con el productor indonesio de aceite de palma responsable directo de esta deforestaci¨®n.
En 'Lo que hay que tragar', Gustavo Duch disecciona la industria alimentaria
De esta relaci¨®n entre respiros y orangutanes habla el libro de Duch, que publica la peque?a y combativa editorial Los libros del lince. A trav¨¦s de peque?os cap¨ªtulos estructurados por bloques de preguntas, Duch va apuntando, de manera sugerente y literaria, diferentes conflictos, casos e intereses que explican por qu¨¦ comemos lo que comemos y qu¨¦ intereses hay detr¨¢s de todo ello.
Tambi¨¦n cuenta historias de los que luchan contra ello, como la del l¨ªder campesino indonesio Henry Sarahig, quien, como representante de V¨ªa campesina, participaba hace unos a?os en una conferencia internacional de la FAO en la que todos los pol¨ªticos tuvieron su media hora, pero cuando le lleg¨® a ¨¦l, ?oh!, se hab¨ªa agotado el tiempo y s¨®lo le concedieron ocho minutos.
"No se preocupe" -respondi¨® Henry-. Tom¨® el papel que llevaba en la mano y se lo llev¨® a la boca para com¨¦rselo. Finalmente, lo escupi¨® antes de sentenciar: "Los agrocombustibles y el papel no se comen. Sus discursos, su palabrer¨ªa de buenas intenciones, tampoco solucionan nada. Muchas gracias". Le sobraron siete minutos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.