La artista colectiva
La uruguaya Luz Darriba cubrir¨¢ de libros las plazas de las ciudades el 23 de abril
El pr¨®ximo 23 de abril va a cubrir con libros las plazas principales de las ciudades gallegas. S¨®lo para llenar Mar¨ªa Pita necesita 30.000. El arte de Luz Darriba (Montevideo, 1954) tiene un significado social que trasciende la creaci¨®n individual. Sus intervenciones implican a mucha gente porque, seg¨²n dice, le interesa m¨¢s el proceso que el resultado. La persona, Luz Darriba, viaja de inc¨®gnito en su arte para convertirlo en el arte de todos.
Se define como galeguaya, descendiente de gallegos y nacida en Uruguay. Sus padres, ella de Vegadeo y ¨¦l de Lugo, emigraron al pa¨ªs americano como polizones en un barco que parti¨® de Vigo. Cuando ten¨ªa tres a?os, la familia cambi¨® Montevideo por Buenos Aires. "Siempre estuvimos de aqu¨ª para all¨¢", dice. En 1963 volvieron a Espa?a, tambi¨¦n ocultos en un nav¨ªo: "A mi padre lo descubrieron y lo desembarcaron en Brasil, y mi madre, mis hermanas y yo continuamos viaje".
Cruz¨® el Atl¨¢ntico como polizona y comparti¨® portadas con Kennedy
Por miedo, en 1936 su padre enterr¨® libros y llor¨® cuando los vio podridos
Nueve meses despu¨¦s regresaron a Uruguay, otra vez como pasajeras irregulares. Su traves¨ªa acab¨® en Canarias, cuando se alert¨® de su presencia a bordo: "Se arm¨® un gran revuelo y pararon el barco un d¨ªa en puerto". Pero consiguieron cruzar igualmente el Atl¨¢ntico: "Se hizo cargo de nosotras el c¨®nsul de Argentina, porque mi hermana ten¨ªa esa nacionalidad". Su historia salt¨® a los peri¨®dicos: "Compartimos las primeras planas con el asesinato de Kennedy, que fue el mismo d¨ªa", recuerda. A los quince a?os, regres¨® a Argentina, y all¨ª se estableci¨® hasta 1990. En Buenos Aires nacieron sus tres hijas. Vivi¨® la dictadura desde la militancia en el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Y otra vez tuvo que esconderse cuando en una redada detuvieron a sus compa?eros: "Desaparecieron 37 estudiantes amigos m¨ªos".
Consigui¨® soportar la dictadura, pero no la corrupci¨®n que percib¨ªa en la etapa Menem. As¨ª que en 1990 decidi¨® volver a la tierra de sus antepasados, esta vez por la v¨ªa legal. Ahorr¨® para conseguir 984 d¨®lares. Pagado el pasaje, cuando lleg¨® a Lugo s¨®lo llevaba 100 en el bolsillo y algunos lienzos enrollados en el equipaje. Con esas obras y la ayuda de Laxeiro mont¨® una exposici¨®n. "Hubo mucha gente solidaria con mi situaci¨®n y vend¨ª todo". Regres¨® a Argentina con billete de ida y vuelta y 10.000 d¨®lares en su cuenta que le permitieron traer a sus hijas. "En Galicia nunca me sent¨ª extranjera, fue como llegar a casa".
Aqu¨ª ha iniciado una nueva etapa vital y creativa. Su obra ha tenido su inspiraci¨®n en las instalaciones de Christo y Jeanne-Claude: "Pens¨¦ que ese tipo de acciones tambi¨¦n pod¨ªan hacerse aqu¨ª". Su primera intervenci¨®n consisti¨® en rodear con libros la muralla de Lugo para reforzar la candidatura a la declaraci¨®n de Patrimonio de la Humanidad. Pidi¨® ayuda a la Xunta y en s¨®lo una hora le dieron el apoyo institucional para llevar adelante la iniciativa. Para cubrir los 2.500 metros de largo por cinco de alto que tiene el monumento emple¨® 659.000 libros. Conseguido el hito, un equipo de la Unesco se encarg¨® de catalogar los vol¨²menes para reenviarlos a Colombia en el marco de un plan de fomento de la lectura contra la violencia.
Libros y violencia machista son los dos ejes tem¨¢ticos de su trabajo. Ambos temas han sido una constante en su vida: "Los libros han acompa?ado siempre a mi familia", asegura. "Mi padre era de la CNT, y al enterarse del golpe de Estado del 36 enterr¨® dos obras de Bakunin y Proudhon. A?os despu¨¦s, le acompa?amos cuando fue a desenterrarlos, y vimos c¨®mo rompi¨® a llorar al descubrir que estaban podridos por la humedad". La imagen se le ha quedado grabada. Como la ha marcado a fuego la visi¨®n del cuerpo de una vecina abogada que fue asesinada por un polic¨ªa por defender a su mujer en un juicio de divorcio.
En 2004, cubri¨® con tela de patchwork todo el Obradoiro contra la violencia machista. El 25 de noviembre de 2006, logr¨® que se bautizaran 57 calles con nombre de mujer. En otra ocasi¨®n, le puso faldas a los iconos de peatones de los sem¨¢foros de Lugo. Esta acci¨®n, que dio la vuelta al mundo, est¨¢ registrada en el Museo de la Mujer de Washington, y sin embargo, no ha calado: "A d¨ªa de hoy a¨²n no hay siluetas femeninas en los sem¨¢foros: se ve que pas¨® la acci¨®n y se olvidaron". Rode¨® con prendas femeninas la Plaza de Mayo de Buenos Aires para recordar a las mujeres desaparecidas por la trata de blancas. Ahora, con motivo de los 200 a?os de la independencia de Argentina, est¨¢ preparando un nuevo proyecto que vestir¨¢ de faldas el Obelisco.
Su tercera gran causa es el arte. Sue?a con tener una casa de campo con una parcela para cultivar y espacio suficiente para dar cobijo a artistas y nuevos creadores.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.