Tormentas perfectas
Una tormenta perfecta, en sentido meteorol¨®gico, es el producto de una conjunci¨®n de factores catastr¨®ficos que combinados provocan una tempestad que no pod¨ªa ser peor. Por ejemplo, un hurac¨¢n avanzando desde el nordeste por el Atl¨¢ntico para chocar en los Grandes Bancos, frente a Canad¨¢, con un frente fr¨ªo que ha barrido Norteam¨¦rica de oeste a este. Vientos de m¨¢s de 150 kil¨®metros por hora y olas de hasta 30 metros de altura pueden tragarse barcos de acero de miles de toneladas o peque?os pesqueros sin dejar rastro alguno. Ocurri¨® en 1991. Sebastian Junger lo reconstruye con detalle en The perfect storm (Norton), que luego dar¨ªa t¨ªtulo a una conocida pel¨ªcula. En el horizonte internacional, en distintas latitudes, asistimos estos d¨ªas a la formaci¨®n de dos tempestades que podr¨ªan aspirar pol¨ªticamente a esta definici¨®n de perfecci¨®n que describen los meteor¨®logos. La primera se combina sobre Europa con la conjunci¨®n de dos ojos, las grandes tormentas tienen ojos negros con vientos que giran en sentido contrario a las agujas del reloj, que operan sobre Grecia y Bruselas. La segunda gravita sobre Estados Unidos sacudiendo a la presidencia de Obama, pero es tambi¨¦n alimentada por un frente fr¨ªo procedente de Oriente Medio y el Golfo P¨¦rsico. Pierde fuerza en su frente interno. Con el voto previsto para el domingo en el Congreso sobre la reforma sanitaria, el presidente podr¨ªa salir del cepo que ha arruinado el primer a?o de su mandato. Pero en su borde externo, Netanyahu bloquea el conflicto palestino y utiliza la amenaza del Ir¨¢n at¨®mico, pretendiendo que el camino a Jerusal¨¦n pasa por Teher¨¢n, y no al rev¨¦s.
Pasar el rescate griego al FMI ser¨ªa una peligrosa dejaci¨®n de Europa en la peor crisis del euro
Veamos c¨®mo se mueven los frentes de la tormenta europea. Responsables espa?oles de la presidencia rotatoria subrayan nuestra labor de guardaagujas de un tr¨¢fico muy complicado por la superposici¨®n de presidentes producto de la arquitectura institucional derivada del Tratado de Lisboa. Actuar de intermediarios honestos, ayudando a poner en marcha las nuevas instituciones y aprobar en el semestre la iniciativa legislativa europea, son objetivos a nuestro alcance. Van Rompuy, el cat¨®lico democristiano belga, reflexivo y buscador de compromisos desde la presidencia permanente del Consejo Europeo. El portugu¨¦s Dur?o Barroso, presidente de la Comisi¨®n, muy celoso de sus prerrogativas y que mantiene un firme pulso protagonista con Van Rompuy. La ministra europea de Exteriores, Catherine Ashton, producto de la cuota femenina, socialista y brit¨¢nica. Es al parecer al¨¦rgica a volar en exceso y partidaria de disfrutar el sagrado weekend ingl¨¦s siempre en Londres, rasgos muy respetables pero que no ayudan en un cargo que exige una permanente itinerancia. Su desconocimiento de los dossiers exteriores m¨¢s relevantes la convierten en el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena europea y en una decepci¨®n ya medible. El presidente Zapatero se ha echado a un lado desde el principio. El presidente del Consejo Europeo, a la chita callando, hace todo lo posible por impedir segundos protagonismos. Zapatero, abrumado por la situaci¨®n interna y consciente de que Europa no da votos en Espa?a, tiene escaso espacio de juego en esta poco entendible bicefalia. Esta semana, el presidente espa?ol le hizo un favor a Gordon Brown, aplazando la decisi¨®n de regular con m¨¢s rigor los hedge funds, comprensible como devoluci¨®n de la ayuda del premier brit¨¢nico para que Espa?a pudiera estar en el G-20.
A esta pelea inicial de todos los protagonistas entre s¨ª para marcar sus espacios, provocando un cierto caos, se suman la crisis econ¨®mica, el problema de Grecia y la amenaza m¨¢s amplia al euro, para formar una tormenta perfecta. Cuando arrecia, es pertinente preguntarse qui¨¦n dirige la orquesta europea. La percepci¨®n es que la direcci¨®n no llega desde Bruselas sino que Berl¨ªn y, en menor medida, Par¨ªs, lanzan, confusa y contradictoriamente, sus propuestas para botar el barco de la gobernanza econ¨®mica de la UE e impedir el hundimiento de la moneda ¨²nica. Van Rompuy y Zapatero, Ashton, Barroso, ven pasar las pelotas por encima de la red, espectadores del partido incapaces de acallar la cacofon¨ªa ambiente. No se escucha la voz del patr¨®n europeo, evidenciando el lastre de no tener ni una uni¨®n econ¨®mica ni una pol¨ªtica exterior com¨²n. La dubitativa canciller Merkel, debilitada en Alemania con una coalici¨®n con los liberales que no termina de arrancar, se niega a pagar el rescate griego, deval¨²a el compromiso adquirido por la UE de salvar a Atenas, sugiere la expulsi¨®n de la moneda ¨²nica de los pa¨ªses presupuestariamente no virtuosos y le pasa la pelota al Fondo Monetario Internacional. De confirmarse, una peligrosa dejaci¨®n de Europa frente a la crisis m¨¢s acuciante desde el lanzamiento del euro. Lo que est¨¢ en juego es el crecimiento econ¨®mico y la supervivencia del modelo de vida y de bienestar social europeos. Atentos al Consejo Europeo de la pr¨®xima semana.
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