Y todo esto para nada
Asesinato a manos de ETA. Y con ¨¦l la paradoja que acompa?a los ¨²ltimos a?os de violencia terrorista: ahora bastan dos, tres, cuatro asesinados cada a?o para mantener su presencia, as¨ª como en otros tiempos ochenta muertos anuales consegu¨ªan el mismo objetivo. Ni siquiera es necesario que la muerte sea fruto de atentados minuciosamente preparados: un encuentro con la Gendarmer¨ªa francesa, el tiroteo subsiguiente y un polic¨ªa muerto, como ocurri¨® el otro d¨ªa en Dammarie-les-Lys, resulta, desde un punto de vista simb¨®lico, igualmente eficaz. A medida que ETA se debilita disminuye su capacidad de matar, pero eso proporciona a cada asesinato un mayor valor medi¨¢tico y redobla el efecto de des¨¢nimo en la sociedad. De ese modo, la supervivencia de ETA, pesadilla fundamental del pueblo vasco, est¨¢ garantizada: basta con sostener esa escasa, pero l¨²gubre cosecha anual.
A ello se le a?ade la aparici¨®n del cad¨¢ver de Jon Anza en la morgue de Toulouse, un suceso que reaviva la desesperada necesidad de ETA y de su entorno por dar verosimilitud a una visi¨®n martirial de la existencia. Pero el discurso se ti?e de tal carga de irrealidad que incluso la muy razonable demanda de aclaraciones pierde eficacia pol¨ªtica. Por duro que sea decirlo, a la ciudadan¨ªa vasca la suerte de la militancia de ETA le importa m¨¢s bien poco. La izquierda radical deber¨ªa reflexionar sobre el helador silencio que suscita incluso cuando el Estado de Derecho tiene obligaci¨®n de dar puntual explicaci¨®n de hechos oscuros.
Los vascos asisten con profunda indiferencia a un fen¨®meno irreversible: la decadencia de ETA. Y eso a pesar de que todo apunta a que el proceso de envejecimiento va a ser largo, que cuenta con ventilaci¨®n asistida y la ayuda de una nutrida bater¨ªa de f¨¢rmacos. La agon¨ªa durar¨¢ un tiempo, pero no hay ninguna duda de que ya ha comenzado. La izquierda radical sabe que es as¨ª. Si hace cuarenta a?os qued¨® claro que la victoria militar era imposible, el sue?o de la negociaci¨®n mantuvo su esperanza durante d¨¦cadas. Ahora se tratar¨ªa de salvar los muebles ante la historia. Y las mentes m¨¢s inquietas de entre la militancia dan vueltas y m¨¢s vueltas en la jaula de circo donde viven, y no encuentran la salida, porque s¨®lo hay una salida: pedir al carcelero la llave de la puerta. S¨®lo falta tener el coraje de entender a qui¨¦n obedecen y en qu¨¦ mazmorra los tiene encerrados.
Por mucho que se prolongue la agon¨ªa, el saldo est¨¢ ya cuantificado: ochocientos o novecientos asesinados; doscientos muertos en sus propias filas, la mayor¨ªa j¨®venes absurdamente malogrados; una marea de dolor en miles de personas secuestradas, extorsionadas y amenazadas. Y el fruto pol¨ªtico de este drama tambi¨¦n est¨¢ descrito: nada, absolutamente nada; tanta muerte y tanto sufrimiento para nada. La historia ser¨¢ cruel cuanto hable de todo esto.
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