Rodolfo Walsh, la prosa del gaucho
Los cuentos completos del escritor se editan en un solo volumen
"Me pregunto qu¨¦ ser¨ªa / de la belleza de Rodolfo ahora / esa belleza en vuelo lento / que le iba encendiendo los ojos". Estos versos de Juan Gelman hablan del periodista y escritor Rodolfo Walsh (Choele-Choel, Argentina, 1927), desaparecido por los esbirros del dictador Videla, el 25 de marzo de 1977, tras un tiroteo en el cruce de las c¨¦ntricas calles San Juan y Entre R¨ªos, en Buenos Aires.
M¨¢s de 30 a?os despu¨¦s, la calidad de su escritura ha sabido derrotar los escollos del tiempo. Tras la reciente publicaci¨®n en Espa?a de Operaci¨®n masacre y ?Qui¨¦n mat¨® a Rosendo? (451 editores), sendos ejemplos de periodismo de investigaci¨®n, se editan por primera vez en un solo tomo los cuentos completos del escritor argentino, bajo el sello de la joven editorial VeintiSieteletras.
Dej¨® la literatura para sumarse a la guerrilla durante una breve etapa
Rodolfo Jorge Walsh escrib¨ªa con la meticulosidad de un relojero suizo. Tachaba, rehac¨ªa y correg¨ªa una y mil veces buscando la s¨ªntesis en su escritura; muy alejada de lo que se escrib¨ªa entonces en Am¨¦rica Latina. "Soy lento: he tardado 15 a?os en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiraci¨®n de un texto; s¨¦ que me falta mucho para poder decir instant¨¢neamente lo que quiero, en su forma ¨®ptima", escrib¨ªa el reportero en 1968. La compilaci¨®n incluye una joya poco conocida: Esa mujer, escogido hace unos a?os, por m¨¢s de 50 escritores, como el mejor cuento del siglo XX en Argentina. Por encima de El Aleph de Borges.
El relato se ha convertido en una referencia para la cr¨ªtica argentina. Escrito en 1966, cuando ya era conocido como el mejor narrador de su generaci¨®n, reconstruye un suceso policial con trasfondo pol¨ªtico. En palabras del escritor Rodrigo Fres¨¢n, el cuento es una verdadera haza?a: "La forma de destilar el relato, al estilo del mejor Henry James, una historia de fantasmas sin fantasmas, con la dicci¨®n y el ritmo de Hemingway, es magistral".
Tiene un valor a?adido porque en esa etapa de su vida empieza a desentra?ar aspectos de la relaci¨®n entre los militares y el pueblo, "entre la realidad y la creaci¨®n, en t¨¦rminos que ya no son los de 1957", explica el veterano periodista argentino Horacio Verbitsky.
Tanto en sus reportajes y cr¨®nicas como en los cuentos, rehu¨ªa de las certezas y gustaba escarbar en las complejidades. De los cuentos policiales de inicios de su juventud, a los que poca importancia adjudicaba al final de su vida, pas¨® a escribir historias relacionadas con su pasado, ambientadas en el campo argentino, donde vivi¨® parte de su infancia. "Es interesante ver c¨®mo transita del divertimento de las narraciones policiales a textos m¨¢s serios, con investigaciones m¨¢s profundas", apostilla Fres¨¢n.
El humor sutil, heredado de sus ancestros anglosajones (Poe y Bierce, entre otros); la reconstrucci¨®n prolija del habla popular (al mejor estilo de Joyce), elaborada desde una mirada culta, y la limpieza de su escritura, son caracter¨ªsticas de un verdadero "maestro de la palabra, un estilista", afirma su editor en Ediciones de la Flor, Daniel Divinsky.
La de Walsh es una prosa di¨¢fana, precisa, que tiene un ritmo interno que "permite al lector deslizarse con facilidad por el texto", explica Juan Gelman. Para Horacio Verbitsky, la obra literaria del autor de Caso Stanowsky s¨®lo se puede medir con la de sus compatriotas Borges y Cort¨¢zar.
Tratar de separar el compromiso pol¨ªtico y la investigaci¨®n period¨ªstica de sus cuentos es tarea dif¨ªcil. Para algunos estudiosos de su obra, Walsh absorbi¨® en sus relatos de ficci¨®n los recursos period¨ªsticos. Al igual que al sevillano Manuel Chaves Nogales y a Truman Capote, se le ha etiquetado, en alguna ocasi¨®n, como uno de los precursores del nuevo periodismo. Queda claro, sin embargo, que fue tan buen cronista como narrador.
Escritores y conocedores de su obra coinciden en elogiar la calidad de sus cuentos: bien sea los relatos que evocan los internados irlandeses de su infancia, o Fotos, un cuento de corte m¨¢s experimental. "Las narraciones de Walsh derivan su eficacia pol¨ªtica de su maestr¨ªa literaria", escribe Jos¨¦ Emilio Pacheco en un pr¨®logo de los a?os ochenta.
Rodolfo Walsh dej¨® la literatura a principios de los setenta. Pas¨® a la clandestinidad con la guerrilla de Montoneros y luego, inconforme con la c¨²pula de la formaci¨®n insurgente, se retir¨® a un pueblo de provincia donde se hac¨ªa pasar por profesor de ingl¨¦s (seg¨²n Garc¨ªa M¨¢rquez, Walsh ten¨ªa aspecto de "pastor protestante").
En realidad nunca dej¨® de escribir; como dir¨ªa Ricardo Piglia en 1970, Walsh era un "adicto a la literatura". En sus diarios deja clara su intenci¨®n de escribir una novela que ten¨ªa en mente. Quer¨ªa que se dividiese en varios cuentos y que abarcara la historia argentina desde 1860 hasta mediados del siglo XX. El ¨²ltimo cuento que escribi¨®, Juan se iba por el r¨ªo, fue arrebatado de su casa por los militares y a duras penas se sabe de su existencia. Tambi¨¦n dej¨® truncado su deseo de plantar una doble hilera de ¨¢lamos plateados en su estancia rural. "Cuando el viento mueve las hojas, suenan como lluvia fina", dijo a Lilia Ferreira, su esposa, la noche del 24 de marzo del 77.
Babelia
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