Emotivo concierto de Abbado
El Festival de Pascua de Lucerna -del 19 al 28 de marzo- no renuncia a las pasiones y temas espec¨ªficos de la Semana Santa, pero cada vez imita con mayor convicci¨®n los criterios de programaci¨®n de su hermano mayor de verano. El pasado viernes 19 ha sido Claudio Abbado quien ha inaugurado por primera vez el Festival de Pascua, al igual que los ¨²ltimos siete a?os ha hecho en el Festival de Verano y repetir¨¢ el pr¨®ximo agosto.
La diferencia es que mientras en verano se pone al frente de la Orquesta del Festival de Lucerna, creada a su medida, esta vez ha sido su otro amor orquestal -la Sinf¨®nica de la Juventud Venezolana Sim¨®n Bol¨ªvar- con la que se ha presentado para brindar un concierto lleno de emotividad y pasi¨®n con obras de Prokofiev, Alban Berg y Chaikovski. Gustavo Dudamel, ayer, con una magn¨ªfica Sinfon¨ªa Alpina, de Richard Strauss, de nuevo con la orquesta venezolana, y Nikolaus Harnoncourt, hoy, en un programa monogr¨¢fico dedicado a Beethoven con la Orquesta Concentus Musicus y el Coro Arnold Schoenberg de Viena, son los dos maestros que contin¨²an la programaci¨®n iniciada por Abbado. Los dos volver¨¢n el pr¨®ximo verano, aunque con la Filarm¨®nica de Viena. La orquesta juvenil venezolana a¨²n comparece en un par de ocasiones en el actual Festival de Lucerna con Diego Matheuz y Christian Vasquez, en un concierto de corte familiar.
Chaikovski es un valor seguro para la orquesta venezolana. La versi¨®n del director milan¨¦s de la Sinfon¨ªa n¨²mero 6 -por primera vez con ellos- fue sencillamente escalofriante y pas¨® de un electrizante allegro molto vivace a una intensidad conmovedora en el adagio lamentoso final. El p¨²blico se mantuvo en silencio bastantes segundos despu¨¦s de terminar la ejecuci¨®n para a continuaci¨®n ponerse en pie de inmediato entre aclamaciones interminables. Antes, Abbado realiz¨® una lectura sorprendente, por sentido dram¨¢tico y sensualidad, de la suite sinf¨®nica de la ¨®pera Lulu de Alban Berg, con la joven y ascendente soprano vienesa Anna Prohaska. En Prokofiev la brillantez result¨® incluso apabullante con una orquesta de la energ¨ªa de la venezolana.
La identificaci¨®n musical, social y hasta emocional de Abbado con la Orquesta Sim¨®n Bol¨ªvar es de tal calibre que cualquier deficiencia t¨¦cnica pasa a segundo plano. Lo que permanece es una sensaci¨®n de autenticidad, de verdad, de reinvenci¨®n de la m¨²sica, que otorga al concierto una sensaci¨®n refrescante, cercana y profundamente estimulante.
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