"Se?or alcalde: ?ama la m¨²sica?"
El cierre de las cabinas de ensayo en el Conde Duque deja a cientos de usuarios sin un lugar donde tocar
Un para¨ªso para cualquier m¨²sico, profesional o no. As¨ª coinciden en calificar muchos de sus usuarios a la biblioteca musical de Conde Duque, que el pasado lunes -tras casi un siglo de vida- cerr¨® sus puertas.
Es una situaci¨®n provisional hasta 2011, cuando el Ayuntamiento le d¨¦ otra ubicaci¨®n dentro del hist¨®rico cuartel. El numeroso grupo de m¨²sicos que acud¨ªa all¨ª todas las semanas est¨¢ inquieto. La peque?a biblioteca ten¨ªa algo que la hac¨ªa ¨²nica en Espa?a: ocho cabinas de ensayo (cinco de ellas con piano) donde cualquier ciudadano, desde el m¨¢s ducho hasta el m¨¢s inexperto, pod¨ªa tocar gratuitamente. La Concejal¨ªa de Cultura no garantiza que vaya a mantenerlas.
S¨ª continuar¨¢ el servicio de pr¨¦stamo de instrumentos y el acceso al archivo hist¨®rico de partituras y libros (hasta la reapertura se har¨¢ en el patio de Conde Duque). "Muchos estudiantes y m¨²sicos profesionales perder¨ªan un sitio donde ensayar; hemos creado una comunidad y damos dos conciertos anuales. Todo eso desaparecer¨ªa si quitan las cabinas. No tendr¨ªamos d¨®nde juntarnos", lamenta Andrea Gavio, una argentina que se hizo una experta flautista entre las paredes de esta biblioteca.
Yolanda Garc¨ªa, doctora en medicina y pianista, dirigi¨® hace unos d¨ªas una carta a Alberto Ruiz-Gallard¨®n en la que apelaba a la meloman¨ªa del alcalde. "?Ama usted la m¨²sica?", le interpelaba, y le ped¨ªa que mantuviera las cabinas. "Quiz¨¢ no sabe lo que tiene", ironiza. Desde la concejal¨ªa no dan muchos detalles: la construcci¨®n de las cabinas est¨¢ sujeta a un "estudio t¨¦cnico".
Yolanda ha organizado un concierto de despedida el pr¨®ximo d¨ªa 25 en el recinto, aunque no sabe si se podr¨¢ celebrar. "Yo no s¨®lo deseo que las mantengan, sino que las mejoren", dice Aurora Rodr¨ªguez, directora de la biblioteca. "Estaban viejas, pero eran algo muy especial. S¨®lo en algunos pa¨ªses del norte de Europa hay recintos similares".
Enrique Larrea, m¨²sico aficionado y empresario, lamenta la posible desaparici¨®n de este servicio. "Las cabinas eran un lujo en este pa¨ªs, que es un desierto musical", asegura. Para Larrea, el problema es que s¨®lo hay un centro para cinco millones de personas. Seg¨²n la directora, al a?o pasan por las cabinas unos 10.000 m¨²sicos. Garc¨ªa, junto a otros dos m¨²sicos, recoge firmas estos d¨ªas para que el Ayuntamiento les garantice "que mantendr¨¢n las cabinas en la nueva biblioteca". Ya son cientos los que han dejado su r¨²brica.
Entre los usuarios de las cabinas hay muchos extranjeros. Como Michael, pianista profesional de Trinidad y Tobago. Conoci¨® el servicio cuando lleg¨® a Madrid gracias a una amiga japonesa y siempre que puede se escapa a tocar. Prepara un examen en Londres y el cierre es un contratiempo. El servicio que prestan las cabinas le parece "tan estupendo" que escribi¨® a su Gobierno para que lo implanten all¨ª. No sabe si es por su misiva, pero lo cierto es que estudian hacerlo. Ser¨ªa una iron¨ªa que en el pa¨ªs americano montaran un centro musical de ensayo gratuito mientras en Madrid desaparece.
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