Colarse tambi¨¦n es f¨¢cil en el Trambaix
EL PA?S comprueba que uno de cada ocho viajeros, 2,3 millones al a?o, no paga
Las escenas de estudiantes col¨¢ndose en las paradas de Palau Reial y Zona Universit¨¤ria son comunes. Son la mayor¨ªa, pero no los ¨²nicos. En todo el recorrido de las tres l¨ªneas del Trambaix (desde la plaza de Francesc Maci¨¤ hasta Sant Feliu, Les Planes y Bon Viatge) personas de todas las edades y aspecto f¨ªsico no dudan en utilizar este transporte p¨²blico sin validar el billete.
EL PA?S, que durante dos d¨ªas ha seguido en varias franjas horarias a 750 viajeros, observ¨® que 93 de ellos (el 12,4%) se colaron. Estos datos de fraude son menores que los registrados por este diario en el Trambes¨°s (30,1%), aunque siguen estando muy por encima del 1,71% reconocido por el Departamento de Pol¨ªtica Territorial y Obras P¨²blicas en una reciente respuesta en el Parlament.
Seg¨²n los datos oficiales, el Trambaix registr¨® 16,2 millones de viajes y recaud¨® 8,1 millones de euros el a?o pasado. La red cuenta con 29 estaciones (15 de ellas comunes para las tres l¨ªneas) y sirve a seis municipios. La investigaci¨®n hecha por este peri¨®dico revela que el n¨²mero real de viajeros es de unos 2,3 millones de pasajeros m¨¢s, lo que genera un agujero de 1,15 millones de euros en las cuentas de la Autoridad Metropolitana del Transporte, que es la que cubre el d¨¦ficit del servicio, gestionado por una empresa privada.
Tras 10 horas de viajes por el Trambaix, queda claro que los estudiantes son mayor¨ªa (dos de cada tres) entre los que se cuelan. Pero en las zonas perif¨¦ricas de la red, como Sant Just Desvern y Sant Feliu de Llobregat, el perfil cambia. All¨ª algunos jubilados y ancianas abusan del tranv¨ªa para ahorrarse unos cuantos pasos dentro del mismo municipio. "Hijo, ?pero si la calle est¨¢ toda mojada y resbalo!", dijo ayer una mujer de unos 70 a?os para justificar un trayecto de 300 metros.
La diferencia entre el fraude generalizado observable en el Trambes¨°s y el importante, pero menor, en el Trambaix puede explicarse, en parte, por las diferencias socioecon¨®micas de las zonas por las que transitan. Pero tambi¨¦n por la mayor vigilancia. Aqu¨ª hay 16 revisores (seis m¨¢s que en Trambes¨°s) y su presencia es mucho m¨¢s habitual en los tranv¨ªas: en ocho viajes en el Trambaix los revisores hicieron acto de presencia tres veces, por s¨®lo dos en 18 en el Trambes¨°s.
Pr¨¢cticamente, nadie se arriesga a no validar el billete cuando los revisores se encuentran dentro del tranv¨ªa. La videovigilancia no parece disuadir mucho, aunque una decena de pillados col¨¢ndose opta por hacer el teatro de introducir un billete ya usado, a pesar del sonido que emite la validadora y que los pone en evidencia. Jana, una enfermera que vive en Cornell¨¤, cree que es ir¨®nico que sean los universitarios, "lo m¨¢s educado del pa¨ªs", los que m¨¢s utilicen el servicio sin pagar.
"Uno vigila y los otros nos colamos"
Muchos de los que se cuelan llevan en sus carteras un billete de transporte, pero no lo validan. ?ste es su salvavidas para evitar la multa de 50 euros por usar el servicio sin pagar. "Siempre nos ponemos cerca de la m¨¢quina para picar si vemos al segurata", confiesa un estudiante de instituto. Cuando llega el tranv¨ªa, "uno vigila y los otros nos colamos", explica otro. Esto deja claro que no se trata de falta de medios econ¨®micos: es incivismo.
Los inspectores lo saben. "Siempre que hay barullo vienen y nos piden el billete", cuenta otro estudiante. Un abono joven para utilizar ilimitadamente todos los medios transportes cuesta 115 euros por trimestre. Una estudiante universitaria rechaza el estigma de que los suyos no pagan, pero matiza: "Es mucha pasta y hay que ahorrar".
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