Messi y mucho m¨¢s
Hace aproximadamente un a?o, mes arriba, mes abajo, recib¨ªamos el rumor que confirmaba la noticia de que Gabi Milito no podr¨ªa volver a jugar al f¨²tbol. Puede que lo recuerden: la rodilla, la imposibilidad de eliminar los dolores, una recuperaci¨®n consiguiente all¨ª en Argentina, se dec¨ªa que discrepancias con el cuadro m¨¦dico... Un infierno en el que el central se debat¨ªa justo cuando su equipo iba escribiendo la p¨¢gina perfecta. Si alguna vez necesitan de un ejemplo pr¨¢ctico para aquello de "podr¨ªa ser verdad y no haber ocurrido nunca", les propongo que recuerden la historia de Milito. El domingo se retiraba del c¨¦sped de La Romareda, donde tantas tardes de gloria dio a esa afici¨®n, entre aplausos, unos de agradecimiento, otros de homenaje, otros de simple admiraci¨®n.
Para que su excepcional calidad reluzca hacen falta compa?eros de orquesta como Milito, vuelto de la oscuridad
Y yo me quer¨ªa imaginar el hermoso mensaje que Milito estaba enviando a todos aquellos futbolistas, deportistas, que est¨¢n en estos momentos con una escayola adherida a su cuerpo, con los puntos a¨²n tiernos tras una operaci¨®n que abre la puerta a una recuperaci¨®n larga, delicada, con muchos momentos dif¨ªciles, pero en los que, al final del t¨²nel, siempre tendr¨¢n la imagen de Milito ovacionado, de Milito midi¨¦ndose de t¨² a t¨² con los delanteros rivales, de Milito contribuyendo con su mejor saber a la maquinaria del Bar?a.
Ya s¨¦ que, si hablamos del partido del domingo en La Romareda, no puedo olvidar la exhibici¨®n de otro argentino llamado Leo Messi; ya s¨¦ que el f¨²tbol empieza a ser reducido al gol y s¨®lo al gol, ni tan siquiera a todo lo que pasa en torno a ese ¨²ltimo remate, a ese ¨²ltimo golpeo, ni tan siquiera todo eso que sucede alrededor del mago argentino que le permite encontrar la situaci¨®n ideal para que Messi haga magia con el bal¨®n y con sus tobillos.
Recuerdo que Johan nos dec¨ªa que la posesi¨®n del bal¨®n nos serv¨ªa, entre otras cosas -ya saben que con Johan el bal¨®n serv¨ªa para casi todo o, mejor, para todo-, para acabar dejando a nuestro extremo uno contra uno frente al lateral contrario, que no contar¨ªa con el apoyo del central correspondiente ni del interior de su lado. Bueno, esto que con Johan nos funcionaba muy bien podr¨ªa modificarlo con Messi, ya que podr¨ªamos dejar la situaci¨®n de superioridad en un uno contra dos... o contra tres... o contra todos. Pero no tengan la menor duda de que eso que Messi resuelve con aparente facilidad, primero, es muy dif¨ªcil de hacer; segundo, depende de otras cosas que no son solamente su capacidad individual. Y me quedo con una para que lo podamos ver: cuando Messi arranca, sus compa?eros rara vez acuden a apoyarle en corto, rara vez van hacia ¨¦l para darle una pared o una soluci¨®n cercana, ya que saben que el h¨¢bitat en el que se encuentra a su gusto es el de medirse con sus rivales con espacio por delante, con sitio para medirse con los defensores. Y esto que es evidente en el espacio largo sucede con mayor sutileza cuanto m¨¢s cerca est¨¢ el bal¨®n del ¨¢rea, ah¨ª donde un palmo es una opci¨®n de tiro, donde un desmarque habilita medio metro que Messi convierte en un latifundio para regatear, mirar de reojo al portero y colocar el bal¨®n all¨ª donde no te lo esperas... o s¨ª, pero no llegas.
Cierto que para todo ello hace falta disponer de un jugador como Leo, pero no es menos cierto que para que su excepcional calidad reluzca con la intensidad de los ¨²ltimos partidos hacen falta compa?eros de orquesta que entiendan la misma partitura, al mismo ritmo y a la misma velocidad.
Tipos como Milito, que volvieron de la oscuridad para disfrutar de cerca de la luz de Messi.
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