Netanyahu 'versus' Obama
El reciente desplante de Benjam¨ªn Netanyahu al vicepresidente norteamericano le puede salir caro a Israel. Por el momento, ya ha abierto la mayor crisis entre ambos pa¨ªses en las ¨²ltimas d¨¦cadas. El anuncio de la construcci¨®n de 1.600 nuevas viviendas en el barrio ultraortodoxo de Ramat Shlomo, coincidiendo con la visita de Joseph Biden a Jerusal¨¦n, ha sido interpretado por la Administraci¨®n de Obama como un movimiento deliberado para sabotear la reanudaci¨®n del proceso de paz.
Como se?alara recientemente el ex ministro israel¨ª Yossi Sarid, "Netanyahu no s¨®lo quiere ganar, tambi¨¦n quiere humillar", algo que ha debido quedarle meridianamente claro a su ilustre hu¨¦sped.
La afrenta no puede entenderse por completo sin hacer referencia al discurso del presidente Barack Obama en El Cairo en el que advirti¨®: "Estados Unidos no aceptar¨¢ la legitimidad de los asentamientos israel¨ªes. Dicha construcci¨®n viola los acuerdos anteriores y mina los esfuerzos para alcanzar la paz. Ha llegado el momento de que se detengan esos asentamientos". Desde entonces, el primer ministro israel¨ª ha resistido numantinamente las presiones de la Casa Blanca para que congele la colonizaci¨®n. Tras un a?o de viajes a la regi¨®n, el enviado norteamericano George Mitchell tan s¨®lo ha conseguido arrancar una moratoria de la construcci¨®n por un periodo de nueve meses, que no afecta a las infraestructuras p¨²blicas (edificios educativos, religiosos, culturales y deportivos) ni tampoco a Jerusal¨¦n Este (que Israel se ha anexionado unilateralmente).
Israel sigue con su plan de judaizar la mitad ¨¢rabe de Jerusal¨¦n y buena parte de Cisjordania
Se hace imposible o se reduce a la m¨ªnima expresi¨®n un Estado palestino
Despu¨¦s de los Acuerdos de Oslo, los distintos Gobiernos israel¨ªes aceleraron su carrera contrarreloj para judaizar la parte ¨¢rabe de la ciudad, iniciada tras la conquista de 1967. Poco despu¨¦s de la guerra de los Seis D¨ªas, Israel multiplic¨® casi por 20 (de 6,5 a 108,5 kil¨®metros cuadrados) la extensi¨®n de la municipalidad de Jerusal¨¦n y, en 1980, aprob¨® la Ley B¨¢sica que consideraba a dicha ciudad la "capital eterna e indivisible" del pa¨ªs. A pesar de que la resoluci¨®n 478 del Consejo de Seguridad interpret¨® que dicha medida carec¨ªa de validez jur¨ªdica, lo cierto es que Israel se ha comportado desde entonces como si la parte oriental de la ciudad estuviese bajo su soberan¨ªa.
Es probable que Netanyahu piense repetir en Ramat Shlomo la misma jugada que puso en pr¨¢ctica en Har Homa. En 1997, poco despu¨¦s de formar su primer Gobierno, anunci¨® la construcci¨®n del asentamiento de Har Homa, sobre la colina de Abu Gunaym previamente arrebatada a los palestinos. Hoy en d¨ªa dicha colonia cuenta con una poblaci¨®n de 25.000 colonos. Con dicho movimiento, eldirigente israel¨ª consigui¨® desactivar el proceso de paz al provocar una nueva Intifada y, a un mismo tiempo, aislar un poco m¨¢s a Jerusal¨¦n Este de su entorno ¨¢rabe, al romper el contacto con Bel¨¦n.
Con la inestimable ayuda de Ehud Olmert, entonces alcalde de la ciudad, Netanyahu aprob¨® una serie de medidas para separar f¨ªsicamente a Jerusal¨¦n Este del resto de Cisjordania, entre ellas extender el Jerusal¨¦n Metropolitano hasta las proximidades de Ramala y Bel¨¦n. A su vez, impidi¨® la entrada en la ciudad a los palestinos de Cisjordania, en un intento de amputar a Jerusal¨¦n, centro de gravedad religioso, econ¨®mico, pol¨ªtico y cultural de Palestina, del resto de los Territorios Ocupados en 1967. Esta pol¨ªtica prosigue hoy en d¨ªa con la ampliaci¨®n de los asentamientos, la construcci¨®n del muro y la desinversi¨®n de la municipalidad en unos barrios palestinos degradados donde sus habitantes sobreviven en unas condiciones deplorables. A pesar de albergar a un tercio de la poblaci¨®n de la ciudad, tan s¨®lo se invierte en la zona ¨¢rabe una d¨¦cima parte del presupuesto municipal.
Ahora el gran proyecto de Netanyahu, y del resto de sus socios de Gobierno (incluido el Partido Laborista), es ampliar el Jerusal¨¦n Metropolitano hacia el este para anexar la denominada zona E1, un territorio de 12 kil¨®metros cuadrados donde se erigir¨¢n 3.500 viviendas para 14.500 colonos, lo que conectar¨¢ Jerusal¨¦n con el bloque de Maale Adumim y, mucho m¨¢s importante, partir¨¢ en dos Cisjordania, dificultando a¨²n m¨¢s la aparici¨®n de un Estado palestino. Ante este proyecto, los c¨®nsules europeos han lanzado la voz de alarma al considerar que "cuando est¨¦ completado, no solamente dividir¨¢ Cisjordania en dos, sino que al establecer la contig¨¹idad entre el asentamiento colonial de Adumim y Jerusal¨¦n, ser¨¢ el paso final de la separaci¨®n geogr¨¢fica de Jerusal¨¦n Este del resto de Cisjordania".
Tradicionalmente, la Casa Blanca ha rehusado condenar esta pol¨ªtica colonizadora en Jerusal¨¦n Este, de ah¨ª la incredulidad de Netanyahu ante las cr¨ªticas de Obama: "Durante los ¨²ltimos 40 a?os, ning¨²n Gobierno israel¨ª ha limitado la construcci¨®n en los barrios de Jerusal¨¦n". En el pasado, Estados Unidos ha vetado en el Consejo de Seguridad todas aquellas resoluciones cr¨ªticas con la colonizaci¨®n. George W. Bush fue m¨¢s lejos que ninguno de sus predecesores al describir estas colonias como "nuevas realidades sobre el terreno", a pesar de que representan una flagrante violaci¨®n del art¨ªculo 6 de la Cuarta Convenci¨®n de Ginebra que advierte que "la Potencia ocupante no deportar¨¢ o transferir¨¢ parte de su propia poblaci¨®n a los territorios que ocupe".
Desde la ocupaci¨®n de los territorios palestinos en 1967, todos los Gobiernos israel¨ªes, independientemente de su signo, han apostado por la colonizaci¨®n con el objeto de anexar la mayor cantidad de tierra posible y, al mismo tiempo, entorpecer la creaci¨®n de un Estado palestino o reducirlo a su m¨ªnima expresi¨®n. Tras la firma de la Declaraci¨®n de Principios, Isaac Rabin, luego asesinado por un colono radical, se comprometi¨® ante Bill Clinton a no construir nuevos asentamientos, pero se reserv¨® la carta de ampliar los ya existentes para satisfacer su crecimiento natural.
La colonizaci¨®n no s¨®lo viola el Derecho Internacional, sino que tambi¨¦n vulnera el esp¨ªritu del Acuerdo de Oslo, que impide a las partes modificar la situaci¨®n sobre el terreno, y contradice la Hoja de Ruta, que demanda la congelaci¨®n de la colonizaci¨®n incluyendo el denominado crecimiento natural gracias al cual se han seguido ampliando los asentamientos.
As¨ª, mientras la poblaci¨®n jud¨ªa de Israel tan s¨®lo creci¨® a un ritmo del 1,5% anual, en los asentamientos la tasa de crecimiento fue casi tres veces mayor y, en ocasiones, se dispar¨® hasta el 73%, como en el caso de Har Homa.
Todas las formaciones sionistas dieron por buena la m¨¢xima de Ariel Sharon: "Toda colina que conquistemos ser¨¢ nuestra". Esta f¨®rmula permiti¨® que el n¨²mero de colonos en los Territorios Ocupados pasase de los 216.900 de 1990 a los 500.000 de hoy en d¨ªa. Este espectacular aumento no hubiera sido posible sin el consenso de la clase pol¨ªtica israel¨ª, pero tampoco sin la desidia de la comunidad internacional, que permaneci¨® impasible ante la sistem¨¢tica vulneraci¨®n del Derecho Internacional.
Ante el reciente desplante de Israel a EE UU es pertinente preguntarse si estaremos ante el principio del fin de dicha colonizaci¨®n. La respuesta depender¨¢ de hasta d¨®nde est¨¦ dispuesta a presionar la Administraci¨®n de Obama a su d¨ªscolo aliado. En cuanto a la Uni¨®n Europea, ni est¨¢ ni se la espera.
Ignacio ?lvarez-Ossorio es profesor de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad de Alicante.
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