Europa avanz¨® sobre un r¨ªo helado
Una muestra y un ensayo de Ruiz-Dom¨¨nec revisan el proceso de construcci¨®n del continente
En medio de una de las peores crisis financieras y econ¨®micas de los ¨²ltimos 100 a?os, nos disponemos a atravesar el ecuador de la presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea, la primera desde que se pas¨® de 15 a 27 miembros, y la pregunta ya no es ?para qu¨¦ sirve Europa?, sino ?qu¨¦ es Europa? Una exposici¨®n en la Biblioteca Nacional, Europa en papel, y un ensayo del historiador Jos¨¦ Enrique Ruiz-Dom¨¨nec: Europa. Las claves de su historia (RBA), intentan, cada una a su modo, responder a esta pregunta.
Lo primero que resulta obvio cuando cae el muro de Berl¨ªn y se cierra el desprop¨®sito de la guerra fr¨ªa -aunque muchos se resistan todav¨ªa a reconocerlo sin tapujos- es que Europa no es Occidente. Tambi¨¦n, que hay periferias y periferias. Varsovia, por ejemplo, est¨¢ m¨¢s cerca de Bruselas que Madrid, y eso es algo que algunos eur¨®cratas tardaron en asimilar.
Para el ensayista, el continente ser¨ªa m¨¢s rom¨¢ntico que ilustrado
Europa, por encima de los Estados y los imperios, son las ciudades
"Europa no es Occidente", confirma Ruiz-Dom¨¨nec, "puede ser occidental o no, pero su destino no puede ser occidental". La unificaci¨®n de Alemania, a?ade, fue la unificaci¨®n de Europa, en tanto que la guerra fr¨ªa fue un periodo de excepci¨®n "porque fue dise?ada por dos personas que, por razones obviamente diferentes, no quer¨ªan que existiera Europa: Roosevelt y Stalin".
La exposici¨®n de la Biblioteca Nacional hace hincapi¨¦ en la herencia de la Grecia cl¨¢sica y sit¨²a en el Imperio Romano el punto de partida del sue?o europeo. En los sistemas sociales, en el arte, en el derecho, en la literatura, en la filosof¨ªa, en la arquitectura o en los mosaicos de Pompeya. Una edad dorada que, de golpe, en el siglo V se precipita por un agujero negro -la edad oscura- que se prolonga hasta el mundo carolingio e incluso hasta bien entrado el segundo milenio, ya cerca del Renacimiento. Seg¨²n esta teor¨ªa, el continente se recompone con la Ilustraci¨®n.
Ruiz-Dom¨¨nec, un medievalista, lo ve de otra manera. "No es Roma la que configura Europa. Uno de los prejuicios que m¨¢s cuesta cambiar es la creencia de que Roma es un imperio europeo. Es un imperio panmediterr¨¢neo que perdura 10 siglos cuando en Occidente ya ha desaparecido".
?Entonces, cu¨¢ndo nace Europa? Cuando arranca la edad oscura con la ca¨ªda del Imperio Romano (de Occidente). El historiador lamenta que nuestro sistema formativo no d¨¦ a ese periodo la importancia que tiene. Pocos saben quienes fueron Boecio -un ?mile Zola avant la lettre-, Gregorio de Tours, Beda el Venerable o Alcuino de York, entre otros pensadores de aquel momento crucial de la historia.
Y en su libro relata c¨®mo la multitud de pueblos que se mov¨ªan del otro lado del l¨ªmite que formaban el Rin y el Danubio, y c¨®mo conoc¨ªan perfectamente las ventajas de ser romanos, decidieron serlo. "La miseria no impulsa a un pueblo a emigrar lejos de su hogar, sino el deseo de imitar el mundo de los ricos", escribe. "La noche de san Silvestre del a?o 406 el Rin se hel¨®. Miles de hombres mujeres y ni?os lanzaron los carromatos sobre el r¨ªo, y el hielo aguant¨®. No necesitaron puentes para atravesarlo. Las tropas imperiales quedaron desbordadas por la avalancha; pero nunca sospecharon el papel que les reservaba la historia. Con ese gesto comenzaron las invasiones b¨¢rbaras en Occidente. La muralla se agriet¨®. Nunca volver¨ªa a restaurarse".
Fue entonces cuando naci¨® Europa, asegura Ruiz Dom¨¨nec. Y s¨®lo un medievalista como ¨¦l es capaz de explicarlo, porque trabaja con los or¨ªgenes y las ra¨ªces de forma interdisciplinaria: usando la antropolog¨ªa, la arqueolog¨ªa o la sociolog¨ªa.
"Europa es un juego de espacios pol¨ªticos muy diversos en la que intervienen m¨²ltiples tradiciones, incluida la bizantina, que no podemos olvidar porque forma parte de un n¨²cleo duro de Europa, que llega hasta Rusia". La historia del continente est¨¢ hecha de contrapuntos y si no puede prescindir de Bizancio, menos a¨²n de Occidente y de las dos grandes potencias mar¨ªtimas perif¨¦ricas: las islas Brit¨¢nicas y la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. "Europa necesita seducir y evitar el aislamiento de Gran Breta?a y su escoramiento hacia Estados Unidos y tambi¨¦n a Espa?a, que como a Inglaterra, le ha costado mucho integrarse".
?Y la Ilustraci¨®n? ?No es ¨¦se el elemento definitorio de las sociedades europeas que nos lleva hasta el presente? Tampoco comulga del todo con esa idea. Europa ser¨ªa m¨¢s rom¨¢ntica que ilustrada. "La Ilustraci¨®n francesa y alemana no se pusieron de acuerdo. El mundo de Goethe no logr¨® establecer contacto con Les Lumi¨¨res y la Revoluci¨®n Francesa puso fin a los posibles contactos", explica. "De ese fracaso, el Romanticismo forma la s¨ªntesis. El Romanticismo se apropia de los valores de la Ilustraci¨®n pero los subvierte. Y hoy en d¨ªa el Romanticismo est¨¢ en plena vigencia, lo que prueba que la Ilustraci¨®n no cristaliz¨® como los ilustrados hubieran deseado".
De ese Romanticismo salen algunos de los peores demonios de Europa. "Los fascismos son rom¨¢nticos, en buena parte, al menos en su caldo de cultivo: es la idea de la tierra, del sue?o como terror. Todo esto no era pensable por la Ilustraci¨®n, que hubiera creado otro tipo de Estados autoritarios, otro tipo de desastres si se quiere, pero no la locura del nazismo".
El Romanticismo ser¨ªa el ideal sobre el que hemos construido la Europa actual. "Nos gusta el lugar que ocupa la tierra y la lengua de cada uno dentro de un cosmos m¨¢s o menos ordenados; nos gustan las viejas ciudades reconstruidas, nos gusta Rotemburgo, Carcasona o el barrio g¨®tico de Barcelona. El europeo ha creado su patrimonio cultural y nadie lo discute, pero esa reconstrucci¨®n, esa restauraci¨®n de un pasado, es la ant¨ªtesis del pensamiento ilustrado, que lo que propon¨ªa era deshacerse de un pasado oscurantista y construir encima de ¨¦l, aun destruy¨¦ndolo. Y con el Romanticismo se cuela tambi¨¦n la religi¨®n, el hecho religioso, que tiene ahora, en pleno siglo XXI una presencia extraordinaria. Si Jean-Paul Sartre levantara la cabeza nos tomar¨ªa por locos".
Europa, m¨¢s que los Estados y los imperios, m¨¢s que las religiones, son las ciudades. Y eso es algo que se ve con extraordinaria claridad en la muestra de la Biblioteca Nacional. Y Europa est¨¢ construida sobre el sentido moral de los artesanos, de los constructores de catedrales, que no es una moral religiosa, sino un sentido del trabajo, de la relaci¨®n humana, del imperativo categ¨®rico kantiano y del liderazgo moral de Max Weber.
"Los espa?oles no creemos"
Europa siempre ha funcionado a base de contrapuntos. No son los imperios los que la componen, ni Carlos V ni Napole¨®n, sino un mosaico complejo, contradictorio y complicado de gestionar, empezando por el hecho de la multiplicidad de lenguas. Ruiz-Dom¨¨nec considera que el ¨²nico sistema para que funcione es el de la m¨²sica polif¨®nica, que, "como es un invento medieval, es la armon¨ªa de lo diverso". Si tiene ¨¦xito, "Europa puede generar en el mundo la percepci¨®n de la armon¨ªa del universo".
La m¨²sica es, en realidad, el lenguaje com¨²n de los europeos, el que no necesita traducci¨®n y se mueve por el continente, como el gran tejido con el que todo el mundo se entiende por encima de localismo y lenguas, y de religiones y clases. "Nadie pregunta cuando escucha una misa o una pasi¨®n de Bach si la escribi¨® para una Iglesia pietista o cat¨®lica, ni tiene otro inter¨¦s que el anecd¨®tico hecho de que Mozart fuera un ni?o cat¨®lico que se hizo mas¨®n".
Pero Europa, el sue?o europeo, pasa en estos momentos por el valle de las dudas. Nada es irreversible. La muestra de la Biblioteca Nacional ense?a que al igual que ha construido espacios de libertad y sociedades justas -o que pretend¨ªan serlo-, ese aprendiz de continente -en realidad no m¨¢s que un ap¨¦ndice asi¨¢tico- ha sido capaz de destruirlo todo. Por ejemplo, su esencia transversal todav¨ªa no se ha repuesto del pr¨¢ctico exterminio de las comunidades jud¨ªas por los nazis, que hicieron desaparecer uno de los elementos claves de las sociedades europeas que actuaban como transmisores en el comercio, las finanzas, la cultura e incluso entre clases sociales y territorios. "Lo que se explica porque a los nazis les sobraba Europa".
Ahora se enfrenta a una gran ola migratoria, "un problema que viene del futuro y no del pasado, aunque tenga sus or¨ªgenes en ¨¦l", explica, y lamenta la actitud de Espa?a "porque no est¨¢ entendiendo los mensajes que lanza la comunidad isl¨¢mica".
La presidencia espa?ola de la UE no ha generado m¨¢s que el libro de Ruiz-Dom¨¨nec y la exposici¨®n de la BN. En cualquier otro pa¨ªs las librer¨ªas dedicar¨ªan escaparates enteros para mostrar la avalancha de t¨ªtulos que un acontecimiento similar hubiera generado. "Los espa?oles no nos creemos Europa, lo cual es muy peligroso porque la mayor¨ªa de las decisiones que afectan a nuestras vidas se toman all¨ª".
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