El misterio de Agatha Christie, en 73 libretas
Las notas de la escritora se publican por primera vez en Espa?a
No resulta dif¨ªcil imaginar a Agatha Christie (Torquay, 1890- 1976) urdiendo un retorcido caso de asesinato, que por supuesto acabar¨¢n resolviendo las c¨¦lulas grises de H¨¦rcules Poirot o la perspicacia menos insufrible de Miss Marple, mientras la gran dama del crimen degusta pl¨¢cidamente una taza de t¨¦ frente a su adorada costa del suroeste de Inglaterra.
Nunca le gust¨® encerrarse a escribir. Disfrutaba mucho m¨¢s tramando las historias que d¨¢ndoles forma literaria. Pero tampoco despachaba el andamiaje de sus libros con el ¨²nico soporte de su proverbial memoria, como supon¨ªan los m¨¢s suspicaces ante lo prol¨ªfico de su producci¨®n. En realidad, la autora de Diez negritos y Asesinato en el Orient Express anotaba constantemente sus ideas sobre argumentos, personajes o localizaciones, reciclaba las tramas y les daba mil y una vueltas, en unos cuadernos que siempre llevaba encima. El reciente rescate de esa colecci¨®n de entre el legado de archivos de Christie nos abre una ventana al proceso creativo, ca¨®tico y fascinante, de la novelista m¨¢s publicada de todos los tiempos, adem¨¢s de sacar a la luz dos relatos cortos que permanec¨ªan in¨¦ditos.
La novelista anotaba constantemente ideas sobre tramas, personajes o lugares
El libro incluye dos relatos in¨¦ditos, uno de los personajes es id¨¦ntico a Hitler
El contenido de esas 73 libretas de tapas rojas, azules, verdes o negras, similares a las que utilizaban los escolares de la ¨¦poca, "representan su mundo interior en papel", subraya el irland¨¦s John Curran, responsable de escrutarlas e interpretarlas en el libro Agatha Christie. Los cuadernos secretos, que acaba de publicarse en Espa?a. Fueron descubiertos hace un lustro, a ra¨ªz de las obras de remodelaci¨®n de su mansi¨®n veraniega de Greenway, un paraje campestre de Dover. Pero s¨®lo la paciente inmersi¨®n de Curran en 7.000 p¨¢ginas de notas escritas con una caligraf¨ªa endiablada logra exponer ahora la materia prima que nutri¨® ocho decenas de novelas detectivescas y piezas teatrales como Testigo de cargo o La ratonera. Desde el esbozo esquem¨¢tico de "ideas elementales y aprovechables" hasta ilustraciones sobre los posibles escenarios del crimen, pasando por los argumentos alternativos que se plante¨® y las escenas que suprimi¨®. En la g¨¦nesis de Muerte en el Nilo, por ejemplo, era la se?orita Marple quien se dispon¨ªa a viajar a Egipto, aunque finalmente le sustituy¨® Poirot protagonizando uno de sus casos m¨¢s famosos.
La novelista a quien se atribuye unas ventas de 2.000 millones de ejemplares en todo el planeta "no concibi¨® que sus cuadernos fueran a ser examinados por ojos ajenos", explica Curran. El archivero tuvo que lidiar con unas anotaciones sin orden ni concierto y sin fechar en su mayor¨ªa donde las pesquisas del arrogante hombrecillo belga aparec¨ªan s¨²bitamente interrumpidas por una lista de regalos o por los planes de embalaje cuando la casa de Greenway, estrat¨¦gicamente situada en el litoral de Devon, fue requisada por la US Navy durante la II Guerra Mundial.
Christie comenz¨® a llenar libretas en los a?os veinte, d¨¦cada que arranc¨® con la publicaci¨®n de su primer libro, El misterioso caso de Styles. Aquella hija de una rancia familia victoriana, concibi¨® a su Poirot de resultas de una apuesta con su hermana Madge y acab¨® convertida en una superventas.
"Los cuadernos secretos nos muestran a una Agatha Christie que trabajaba intensamente esas historias s¨®lo simples en apariencia. No escrib¨ªa como Jane Austen, pero era un genio del g¨¦nero detectivesco, una gran creadora de tramas", sentencia Curran. El libro adjunta dos relatos cortos in¨¦ditos con la sorprendente inclusi¨®n de un personaje calcado a Hitler. Las 21 p¨¢ginas de La captura de Cerbero, escritas en 1939 para completar una colecci¨®n de 12 casos de Poirot (Los trabajos de H¨¦rcules), giran en torno a la desaparici¨®n de un dictador nazi. El editor las rechaz¨® porque su sesgo pol¨ªtico, cuando las tensiones en Europa auguraban una nueva guerra, no casaba con el tipo de lectura escapista que se esperaba de la autora. Christie nunca desperdiciaba una idea, y si no le funcionaba simplemente la aparcaba para retomarla a?os despu¨¦s, pero en esa ocasi¨®n al parecer dej¨® olvidada la historia en un caj¨®n. "Escrib¨ªa tanto que incluso a veces confund¨ªa los t¨ªtulos de sus novelas", explica Curran para avalar su teor¨ªa.
El incidente de la pelota del perro, que datar¨ªa de 1933, s¨ª es puro Agatha Christie, con un encantador pueblo ingl¨¦s, una se?ora entrada en a?os con parientes avariciosos y su oportuna ca¨ªda por las escaleras tras tropezar con el juguete del fox terrier. En este caso el relato fue reutilizado en una novela larga, El testigo mudo, publicada cuatro a?os despu¨¦s, pero la autora eligi¨® a un asesino diferente, por lo que el original descubierto ahora mantiene la intriga de c¨®mo afrontar¨¢ Poirot el ¨²ltimo de sus casos.


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