¡®Kitsch¡¯, piscina y culebrones
Entre lo hortera y el 'glamour', renacen los hoteles del arquitecto Morris Lapidus
La costa mediterr¨¢nea espa?ola tiene un padre est¨¦tico, un arquitecto nacido en 1902 en lo que hoy es Ucrania y exiliado en Estados Unidos, que le dio a los norteamericanos lo que buscaban en los a?os posteriores a la II Guerra Mundial: glamour y diversi¨®n. Sus hoteles son grandes edificios funcionales aderezados en su interior con elementos de variada procedencia, atrevidamente kitsch, exageradamente escapistas. Morris Lapidus, fallecido hace nueve a?os, dej¨® un pol¨¦mico legado. Los arquitectos de su generaci¨®n le aborrec¨ªan y los cr¨ªticos le despreciaban. En sus creaciones ve¨ªan monstruos, colmenas decoradas como pasteles. A ¨¦l nunca le import¨®. Sus hoteles, en su mayor¨ªa en la costa este de EE UU, viven ahora una primavera est¨¦tica. "Morris, t¨² eres el padre de todos nosotros", le lleg¨® a decir, ya al final de sus d¨ªas, el tambi¨¦n pol¨¦mico Philip Johnson, fundador del departamento de arquitectura y dise?o del MOMA de Nueva York.
Miami: primer 'round'
Lapidus es a Miami Beach lo que Antoni Gaud¨ª a Barcelona. El arquitecto ayud¨® a forjar el car¨¢cter de la ciudad. Lleg¨® all¨ª en 1948, de la mano del promotor Ben Novack, despu¨¦s de haber dise?ado m¨¢s de 400 tiendas. Novack quer¨ªa un interior dram¨¢tico para su nuevo hotel, el Sans Souci: deb¨ªa ser como una tienda, atraer a los clientes como la luz a las polillas. Regurgitar drama, lujo y color.
El pastiche resultante fue la sensaci¨®n de la temporada. Seis a?os antes, el ej¨¦rcito hab¨ªa requisado los hoteles para alojar a los soldados que iban a entrar en combate, pero aquello era el pasado. El presente demandaba lujo y diversi¨®n.
Tanto le gust¨® al promotor el interior kitsch del Sans Souci que le encarg¨® a Lapidus el proyecto de un gigante: un hotel de 565 habitaciones y 14 plantas construido a traici¨®n. Novack hab¨ªa comprado una antigua mansi¨®n de Miami Beach construida en 1919 y hab¨ªa expresado su intenci¨®n de convertirla en un parque p¨²blico. Nada m¨¢s lejos de la realidad. La arras¨® y construy¨® el m¨ªtico, el ¨²nico, el inigualable Fontainebleau.
Durante la obra, arquitecto y promotor se perdieron el respeto y acabaron odi¨¢ndose. El hotel abri¨® en 1954, ante el horror generalizado de los cr¨ªticos. Era un rect¨¢ngulo encorvado, dram¨¢tico, con interiores manieristas al gusto franc¨¦s provenzal, aseguraban sus creadores. En realidad se trataba de una mezcla de antig¨¹edades y elementos modernos, un caj¨®n de sastre donde todo lo que recordara vagamente al glamour de Hollywood se inclu¨ªa con desenfreno.
Los salones estaban abarrotados de obras de arte francesas, muebles dorados y paredes de colores estridentes con los elementos m¨¢s queridos por Lapidus: paneles en forma de ameba, celos¨ªas agujereadas y azulejos con forma de pajarita. La escalera del guardarropa al vest¨ªbulo estaba dise?ada exclusivamente para que las damas la bajaran con sus vestidos, para ver y ser vistas. Era un decorado, m¨¢s que un hotel. Seg¨²n un art¨ªculo de la profesora de Harvard Alice T. Friedman,, en aquel hotel conviv¨ªan "los estereotipos del consumismo americano de posguerra, la pretenciosidad, el artificio y lo vulgar".
En brazos del enemigo
El mismo d¨ªa de la inauguraci¨®n, Novack y Lapidus discutieron acaloradamente ante sus invitados por cuestiones de dinero. Lapidus golpe¨® primero: se ali¨® con Harry Muffson, otro promotor, enemigo mortal de Novack, para proyectar un hotel en la parcela contigua a la del Fontainebleau.
Muffson quer¨ªa desentenderse del estilo franc¨¦s de su vecino, as¨ª que le pidi¨® al arquitecto interiores italianos. ?ste le sugiri¨® un toque barroco. "Me da igual si es barroco o Brooklyn; lo que quiero es mucho glamour, que todo grite lujo", le respondi¨®. As¨ª naci¨® el hotel Eden Roc, eterno competidor del Fontainebleau.
Novack se veng¨®. Construy¨® en el recinto del Fontainebleau una gigante pared blanca frente a la piscina del Eden Roc para que le robara el sol. En Miami se conoc¨ªa como la pared de la venganza. Una f¨¢brica de sombras en un lugar que vive del sol. De remate, Novack coloc¨® unas ventanas desde las que poder escupir a la piscina (que con el tiempo cambi¨® de sitio).
En noviembre de 2008, el Fontainebleau reabri¨®, despu¨¦s de una renovaci¨®n de mil millones de d¨®lares, como un nuevo complejo hotelero de 1.500 habitaciones, con spa y centro de convenciones incluidos. Siempre en competici¨®n, el Eden Roc abri¨® un mes antes, con 632 habitaciones, despu¨¦s de su propio lifting de 180 millones.
Lapidus dise?¨® m¨¢s de 200 hoteles. En 1961 proyect¨® el "primer hotel de lujo de Nueva York en 30 a?os" y "el primero de la ciudad con un garaje incluido", seg¨²n anunciaba en dos rese?as The New York Times. Se trataba del Summit, en Lexington Avenue, otro sinsabor para el maestro del glamour, que pas¨® semanas dise?ando fren¨¦ticamente habitaciones en los s¨®tanos del Teatro Capitol, en Broadway. Estaba obsesionado con alcanzar el equilibrio perfecto entre lujo, colorismo y comodidad. Aport¨® su exuberante estilo tropical al centro de Manhattan, con un exterior de terracota multicolor. Se consider¨® un sacrilegio. Era como ver a Carmen Miranda d¨¢ndose un paseo por Manhattan. "Fue el hotel m¨¢s odiado de Nueva York. Los neoyorquinos no lo soportaban, us¨¦ much¨ªsimo color. A la gente de all¨ª le gusta el gris", dijo Lapidus meses antes de fallecer.
Ovnis en Washington
Su ¨²ltima creaci¨®n en copar las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos fue el Skyline Hotel, abierto en 1962 en Washington y reformado recientemente por la familia Rubell. Es puro Lapidus: un bloque de cemento de rectas en horizontal y ventanas redondeadas. "Como si una nave espacial hubiera intentado aterrizar en el Capitolio y hubiera errado por unas cuantas manzanas", dec¨ªa el pasado verano The Washington Post.
A pocos kil¨®metros se encuentra el Plaza, un imponente edificio de l¨ªneas paralelas con una delicada curva central; una versi¨®n t¨ªmida y reducida del Fontainebleau. Lapidus lo dise?¨® en 1962. Durante unos 20 a?os, la piscina estuvo cubierta por una c¨²pula de cristal retr¨¢ctil que cobijaba a los ba?istas en invierno, toda una innovaci¨®n funcionalista en la ¨¦poca. Fue eliminada en los ochenta, cuando Washington cay¨® presa de la delincuencia y la dejadez urbana.
A Lapidus nunca le quit¨® el sue?o interpretar al villano de la arquitectura moderna. "Yo estudio a la gente, no la geometr¨ªa", dijo en una de sus ¨²ltimas entrevistas. "A la gente le gustan los colores luminosos. Somos como polillas, nos atrae la luz".
En sus ¨²ltimos a?os -los mismos en que la cultura de masas le otorg¨® al kitsch la categor¨ªa de est¨¦tica- Lapidus fue reivindicado. El Museo Nacional de Dise?o de EE UU lo incluy¨® p¨®stumamente en 2001 entre los Originales Americanos. En 2008, el Fontainebleau fue incluido en el Registro Nacional de Edificios Hist¨®ricos. Robert A. M. Stern, decano de arquitectura de Yale y tambi¨¦n autor de obras de descarada comercialidad, dijo: "Lapidus nos ense?¨® que uno no tiene que ser sombr¨ªo para ser moderno".
Gu¨ªa
Informaci¨®n
Fontainebleau. Miami. (www.fontainebleau.com). La doble, desde 180 euros.
Eden Roc. Miami. (www.boldnewedenroc.com). 170 euros.
Sans Souci, actual Riu.
Miami. (www.riu.com). 190 euros.
Summit, actual Double Tree Metropolitan (www.metropolitanhotelnyc.com). Nueva York. 160 euros.
Skyline. Washington. (www.capitolskyline.com). 96 euros.
Washington Plaza. (www.washingtonplazahotel.com). Desde 75 euros.
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