Los abusos cercan al Vaticano
La jerarqu¨ªa cat¨®lica considera que sufre una "campa?a radical y demencial" - Las v¨ªctimas exigen que se acabe con la pol¨ªtica de ocultamiento y reclaman justicia
El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede y n¨²mero dos del Vaticano, ha dicho esta semana que un "anticristianismo radical y demencial se est¨¢ difundiendo por Europa de una forma rastrera". El grito desesperado ante las informaciones de los esc¨¢ndalos de pederastia que la Iglesia ha ocultado en el pasado (Alemania, Austria, Estados Unidos) revela la angustia de la Curia ante la crisis de credibilidad generada por la plaga de la pederastia.
La consigna de tolerancia cero, transparencia y justicia para las v¨ªctimas lanzada por el Papa en la carta a los cat¨®licos de Irlanda ha topado con la testaruda realidad. La c¨²pula de la Iglesia cat¨®lica, seg¨²n muestran los ¨²ltimos casos, ha sido tolerante con los abusos. El Vaticano no ha reaccionado lo suficiente, mientras un infierno arruinaba la vida a miles de ni?os. Y tanto el compromiso de Ratzinger con las v¨ªctimas como su astucia pol¨ªtica para liderar el cambio que la Iglesia necesita est¨¢n siendo erosionados.
La plaga de la pederastia salpica a di¨®cesis europeas y de Estados Unidos
Abrir los archivos es la ¨²nica manera de recuperar la credibilidad
?Podr¨¢ el Papa cambiar la l¨ªnea de silencio que ha marcado hist¨®ricamente la actitud de la Iglesia hacia los abusos clericales en particular? ?Podr¨¢n los obispos y cardenales habituados a lavar durante d¨¦cadas los trapos sucios en casa, con una simple firma del traslado del culpable a otra di¨®cesis, llevar los casos a los tribunales?
La semana tr¨¢gica de Ratzinger parece demostrar que la cultura del silencio marca todav¨ªa la actitud de la Iglesia hacia los abusos. Bertone, que en 2001 reivindicaba el secreto profesional frente a las denuncias a la justicia, elige una vez m¨¢s el victimismo. En plena batalla por la verdad, el Papa deja caer que se condena el pecado pero no el pecador.
La pederastia clerical es antigua. De hecho, el Concilio de Elvira ya la censur¨® en una ¨¦poca, a?os 300 a 324, en que la gente se casaba adolescente y mor¨ªa a los 40. Pese a ello, el miedo al esc¨¢ndalo y las enormes garant¨ªas que ofrece a los acusados el C¨®digo Can¨®nico han impedido que la Iglesia frenara o castigara eficazmente la pederastia.
El fiscal del ex Santo Oficio, Charles J. Scicluna, encargado de procesar a los pederastas y hombre afable al que algunos curas y v¨ªctimas conocen por su pasividad, arguye en su defensa que el sistema legal y la costumbre dificultan su trabajo. "La cultura del silencio, sobre todo en Italia, est¨¢ muy extendida", explica. "El derecho can¨®nico nos obliga a ser muy cautos y garantistas, porque protege al m¨¢ximo los derechos y la intimidad de los acusados. Aunque eso no significa que hayamos evitado que en los casos m¨¢s graves actuara la justicia civil, no es justo decir eso".
Pero la asociaci¨®n italiana de v¨ªctimas de la pederastia Caramelo Bueno asegura que el fiscal falsea la realidad. Su presidente, Roberto Mirabile, un tipo templado que se declara creyente y trabaja desde hace 13 a?os en Reggio Emilia con j¨®venes objeto de abusos, ha se?alado c¨®mo, en 2007, Scicluna y otros jerarcas vaticanos toleraron sin mover un dedo que un cura de Roma, Ruggero Conti, acusado por siete testigos y hoy arrestado y bajo proceso por prostituir y abusar de menores, continuara violentando a sus v¨ªctimas. Un caso grav¨ªsimo y lleno de implicaciones ideol¨®gicas, amenazas y violencia, que se ha sumado al del difunto padre Lawrence Murphy, de Wisconsin, que muri¨® perdonado por el silencio de Ratzinger y Bertone en 1998 tras abusar de 200 ni?os sordos.
Ser¨ªa injusto negar al Vaticano algunas t¨ªmidas se?ales de apertura. El viejo Santo Oficio, en un gesto ins¨®lito de transparencia que intentaba minimizar la sensaci¨®n general de que el fen¨®meno es masivo, ha hecho p¨²blicas las cifras de casos que ha manejado desde 2001: de los 3.000 acusados de abusos analizados (14 de ellos proced¨ªan de Espa?a, explica el fiscal), solo hubo 600 procesados, 300 expulsados del clero, y otros 300 pidieron la dispensa del sacerdocio.
Algunos vaticanistas expertos, como Marco Politi, han dicho que Ratzinger solo tiene una forma de recuperar credibilidad: abrir de verdad los archivos de los abusos que la congregaci¨®n guarda bajo llave y explicar a qui¨¦nes absolvieron y a cu¨¢les condenaron. Ser¨¢ dif¨ªcil si no imposible, porque Ratzinger orden¨® en 2001 que, para los casos de pederastia e insinuaciones turbias bajo confesi¨®n, los participantes en el proceso can¨®nico destruyeran las actas y guardaran silencio perpetuo, so pena de excomuni¨®n fulminante.
El sigilo es ley en el Vaticano. Quiz¨¢ por eso, las explicaciones de los jerarcas suenan en estos d¨ªas entre tibias y balbucientes. Se detecta una mezcla de pavor ante la posible aparici¨®n de nuevos casos, angustia por los cad¨¢veres en el armario que algunos guardan e inquietud por el futuro de la instituci¨®n.
El Vaticano se asemeja a un fort¨ªn asediado. La suciedad de la que habl¨® Ratzinger antes de ser nombrado Papa ha desbordado las previsiones y el fango emerge libre por todas partes: Alemania, Holanda, Austria, Suiza y, para colmo, la catoliqu¨ªsima Italia...
Era un secreto a voces, pero esta vez los medios se est¨¢n entregando a fondo al fil¨®n y los cardenales y obispos sufren, revisan su memoria y temen las posibles consecuencias, penales y econ¨®micas. La complicidad es un delito. La denegaci¨®n de socorro, otro. Filippo di Giacomo, sacerdote, experto en derecho can¨®nico y colaborador de EL PA?S, hace este an¨¢lisis: "La desverg¨¹enza y la corrupci¨®n religiosa, moral y sexual de muchos miembros de la Curia ha alentado en Roma, sobre todo desde la ¨¦poca del papa Wojtyla, Stanislaw Dziwisz y Camillo Ruini, un clima de oposici¨®n contra quienes intentan denunciarlo, incluido Ratzinger".
Las promesas de Ratzinger de colaborar con la justicia chocan con la piedad corporativa, que siempre ha preocupado mucho en Roma.
Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, dijo ayer que los ataques medi¨¢ticos de las ¨²ltimas semanas han provocado sin duda da?os, pero no han tocado la autoridad del Papa, que sale reforzada. "La reciente carta a la Iglesia de Irlanda es un testimonio intenso que contribuye a preparar el futuro a trav¨¦s de un camino de curaci¨®n, renovaci¨®n y reparaci¨®n". Lombardi ve numerosas se?ales positivas en las conferencias episcopales.
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