El intestino grueso del lujo
Una artista abre al p¨²blico uno de los aparcamientos que se construyen en la calle de Serrano - ?Qu¨¦ hay debajo de las tiendas de moda y las casas nobles?
La calle de Serrano es un lugar para las clases altas. Tiene edificios millonarios, de factura acad¨¦mica, joyer¨ªas en las que hay que solicitar permiso para entrar, restaurantes sibar¨ªticos, boutiques con ropa que vale un ojo de la cara. O ambos. Pero su subsuelo es simple como el de todas las calles. Tierra. Cables. Tubos. Canales de deshechos. Ahora, el Ayuntamiento de Madrid lo est¨¢ horadando para ocuparlo con tres aparcamientos. La oportunidad perfecta para bajar y conocer el suelo humilde, amorfo, sobre el que descansa un escenario de escuadra y cartab¨®n, aunque enturbiado por las obras en superficie.
La idea de visitar los bajos de Serrano es de la artista Lara Almarcegui (Zaragoza, 1972), que la lleva a cabo dentro del ciclo de arte p¨²blico Madrid Abierto. Desde hace a?os estudia el reverso del urbanismo. "Me interesa lo contrario de la arquitectura. Desag¨¹es, t¨²neles, cables... La estructura subterr¨¢nea de la ciudad, que siempre se representa de una manera ideal, en los planos de los proyectos, por ejemplo", explica Almarcegui. "Y yo quiero darle la vuelta, ir m¨¢s all¨¢ de esa imagen".
"Quiero darle la vuelta a la imagen ideal de la ciudad", dice la creadora
Silencioso, umbr¨ªo, el enorme hueco parece una catedral de la ingenier¨ªa
Lo que encontraron ayer la artista y las 20 personas que se inscribieron en el paseo por el subsuelo fue un boquete de 150 metros de largo, 16 de ancho y seis de profundidad, la mitad de espacio de uno de los tres aparcamientos que habr¨¢ a lo largo de Serrano, perforado por ahora hasta el segundo de los cinco pisos que tendr¨¢ (15 metros de hondo).
El enorme agujero est¨¢ silencioso y umbr¨ªo. A cada lado del t¨²nel hay una hilera de columnas de hormig¨®n excavadas 25 metros. Por huecos del techo pasa la luz blanca de afuera. Es domingo. Si la ingenier¨ªa fuese una religi¨®n, este lugar podr¨ªa ser la iglesia de sus fieles. "Es como una sala hip¨®stila egipcia [sostenida por columnas]. Tendr¨ªa que quedarse as¨ª. Es sublime", dec¨ªa Blanca Rodr¨ªguez, una arquitecta de 32 a?os.
El proyecto de Almarcegui, Bajar al subterr¨¢neo reci¨¦n excavado, atrajo sobre todo a gente interesada en las obras. El cupo de personas que podr¨¢n visitarla en los d¨ªas que quedan (el ¨²ltimo domingo de mes hasta julio) est¨¢ cerrado, y, seg¨²n cuenta la organizaci¨®n, en la lista de espera se han quedado artistas y cr¨ªticos que fueron un paso por detr¨¢s del p¨²blico general.
El tipo de audiencia permiti¨® a Almarcegui quedarse en un segundo plano, mientras la gente bombardeaba al jefe de obra con preguntas. "?Cu¨¢nta tierra se llevan al d¨ªa los camiones?" "M¨¢s de 500 metros c¨²bicos". "?Ad¨®nde se llevan los restos?" "A un vertedero". "?Y qu¨¦ hac¨¦is cuando encontr¨¢is ra¨ªces de ¨¢rboles? ?Las entub¨¢is?". "No... quitamos antes los ¨¢rboles".
El tercer apartado de la visita fue la explicaci¨®n de una ge¨®loga, Mar¨ªa Isabel Campos, sobre la naturaleza del lugar. Los dep¨®sitos de arena, seg¨²n detall¨®, tienen 66 millones de a?os, y en ellos se han encontrado restos de tortuga.
A la vuelta de esa eternidad, cuando acabe la obra, donde hubo vida primitiva s¨®lo habr¨¢ conductores con un tique en la boca luchando por un sitio libre.
Dos kil¨®metros en estado de sitio
Los vecinos de la calle de Serrano se han acostumbrado a vivir en estado de sitio, s¨®lo que no los rodean soldados, tanques y alambres de espino, sino obreros, excavadoras y vallas de metal. La obra de construcci¨®n de tres aparcamientos subterr¨¢neos y de urbanizaci¨®n de la superficie, desde la plaza de la Puerta de Alcal¨¢ hasta el cruce de Serrano con la calle de Mar¨ªa de Molina (dos kil¨®metros), comenz¨® en oto?o de 2008 y todav¨ªa tiene la zona patas arriba.
La parte m¨¢s destartalada es la que va de la Puerta de Alcal¨¢ hasta la calle de Goya. Hay tres carriles abiertos en una direcci¨®n y la mitad de la calle est¨¢ cercada, ocupada por excavadoras, una m¨¢quina de perforaci¨®n y veh¨ªculos de transporte de obra. Hay pasadizos por los que atravesar el enjambre de escombros y hierro.
Debajo se socava la tierra para edificar el primero de los tres aparcamientos separados que tendr¨¢ la calle, cada uno de 400 metros de largo y con capacidad, entre todos, para 3.200 coches, seg¨²n explic¨® ayer el t¨¦cnico jefe de la construcci¨®n, Miguel R¨ªos.
Entre Goya y Mar¨ªa de Molina la calle no est¨¢ tan llena de m¨¢quinas y cascotes, aunque en muchos edificios todav¨ªa se entra por toscas pasarelas de metal sobre la tierra, hasta en tiendas de aspecto distinguido.
En este tramo, el m¨¢s grande, las aceras est¨¢n casi terminadas. En toda la calle habr¨¢, al lado derecho subiendo desde Alcal¨¢, una acera ancha, de unos 10 metros. La otra no llegar¨¢ a la mitad de espacio. Hay quien alaba la decisi¨®n, como Julio, un vecino de 65 a?os: "Antes las aceras eran muy estrechas. La amplitud que le han dado a una ser¨¢ buena para pasear y para el comercio". Y hay quien la critica. Unos, por dar menos espacio a los comercios de un lado: "Aqu¨ª s¨®lo nos han dado 15 cent¨ªmetros m¨¢s de acera. ?Por qu¨¦? No tengo ni la m¨¢s p¨¢lida idea", dice David Barrera, de 50 a?os, del restaurante Jos¨¦ Luis. Otros, por quitar carriles a los coches.
Frente a la Embajada de Estados Unidos, tambi¨¦n rodeada de vallas de obra, la acera buena est¨¢ moteada con formas de rombo. Ah¨ª ir¨¢n los bancos, que est¨¢n por instalar. "Yo los he visto y son inc¨®modos; no tienen ni respaldo", comenta un vecino, Christian Peter, de 50 a?os, que aprovecha para relatar los puntos flacos de la obra: "No hay sitio para motos, han arrancado ¨¢rboles... ?Y llevan casi dos a?os para esto?".
La obra, seg¨²n el t¨¦cnico R¨ªos, acabar¨¢ en la primavera del a?o que viene. Pero Barrera, el camarero, le clava una puya a la fecha: "S¨ª, con un poco de suerte y el viento a favor".
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