El tren a ninguna parte
Una v¨ªa verde recorre una inexistente red ferroviaria entre San Mart¨ªn de Valdeiglesias y Pelayos - Las obras se abandonaron durante la Guerra Civil
Parte del car¨¢cter de Pelayos de la Presa gravita en torno a un tren que no existe. La avenida de la Estaci¨®n, la cafeter¨ªa Estaci¨®n, la colonia de la Estaci¨®n. La pregunta evidente es ?qu¨¦ estaci¨®n? Una mujer de labios extraperfilados sonr¨ªe: "Est¨¢ por all¨ª. Pero ?sabe que no llega ning¨²n tren?".
El edificio aparece a las afueras, abandonado y lleno de graffitis. No hay trenes porque las obras del ferrocarril se abandonaron en la Guerra Civil. A pesar de todo, en los a?os 30 se celebr¨® una inauguraci¨®n entre los dos primeros apeaderos del recorrido: San Mart¨ªn de Valdeiglesias y Pelayos. Se tendi¨® un tramo de v¨ªa ciego entre los dos pueblos y se deposit¨® sobre ¨¦l un tren tra¨ªdo por carretera. La ilusi¨®n no dur¨® demasiado: poco despu¨¦s los ra¨ªles fueron desmantelados y el tren de la ceremonia fue el ¨²nico que pudo circular por la l¨ªnea. Desde entonces San Mart¨ªn es la ¨²ltima parada de un recorrido a ninguna parte, en el extremo occidental de Madrid, asomando ya a ?vila.
Cruza v¨ªas pecuarias, cotos de caza..., un vocabulario nuevo para el urbanita
El paisaje humano que atraviesa tampoco tiene desperdicio
Frente a la derruida estaci¨®n de Pelayos quedan dos opciones: hacia la derecha se camina hasta los embalses de Picas y el de San Juan, un recorrido con bonitos paisajes y valor ecol¨®gico; hacia la izquierda, queda un paseo de unos siete kil¨®metros que lleva a San Mart¨ªn. C¨®mo no, las primeras calles que cruzan el camino tienen el nombre de otras estaciones de Madrid: Atocha, Chamart¨ªn... Lo que pudo haber sido y no fue.
Pero para empezar desde el principio, llegar a Pelayos de la Presa requerir¨¢ haber tomado el autob¨²s 551. Como la intenci¨®n es pasear por los alrededores, lo mejor es empezar temprano para llegar a San Mart¨ªn de Valdeiglesias antes del almuerzo. El primer bus sale de Pr¨ªncipe P¨ªo a las 6.30 de la ma?ana. Al apearse una hora despu¨¦s, Pelayos parecer¨¢ poco menos que desierto. El pueblo es peque?o. Tiene una plaza del General¨ªsimo con una fuente coronada por la picota en la que se exhib¨ªa la cabeza de los decapitados, pero su principal monumento es el monasterio cisterciense de Santa Mar¨ªa de Valdeiglesias, en el que se mezclan desde el moz¨¢rabe al barroco. A las 7.30 los bares a¨²n no han abierto. Las sillas de pl¨¢stico esperan en la calle, sin cadenas. Los escasos transe¨²ntes dan una indicaci¨®n un¨ªvoca para llegar a la estaci¨®n: "Hay que atravesar el monumento al burro". Y ah¨ª est¨¢ el burro, con una placa: "Animal fiel y compa?ero del hombre, siendo el T¨ªo Honorio la ¨²nica persona propietaria de dicho animal en este municipio".
El camino de la v¨ªa hacia San Mart¨ªn discurre paralelo a la M-501. A medida que se aleja de Pelayos aparece jalonado de almendros y chumberas. Cruza v¨ªas pecuarias, cotos de caza... un vocabulario nuevo para el urbanita. Pero el paisaje humano que atraviesa en los primeros compases tampoco tiene desperdicio. Unos chal¨¦s exhiben en el jard¨ªn estatuas de H¨¦rcules y p¨¦rgolas labradas en la roca; otros, coches inservibles llenos de pintadas y vigilados por perros sucios. Como en todos los paseos solitarios, rueda por el suelo alguna cabeza de mu?eca con los ojos abiertos.
A mitad de camino, se cruzan los primeros seres humanos: dos abuelos que han recorrido cuatro kil¨®metros desde San Mart¨ªn cachaba en mano. Resoplan felices: "Ya no queda nada".
A medida que San Mart¨ªn se acerca, se multiplican las vi?as, fuente del vino de las bodegas de la localidad, del que Cervantes se confesaba gran admirador. Tambi¨¦n comienzan a surgir aislados grupos de paseantes. Cuatro se?oras con gafas de sol y ch¨¢ndal que saludan al un¨ªsono; cuatro marroqu¨ªes empa?oladas que sonr¨ªen t¨ªmidamente. El viento esparce por el suelo flores de almendro. A la entrada de San Mart¨ªn el camino se convierte en asfalto. Es la hora de que los ni?os entren al colegio y el ¨²ltimo tramo de la v¨ªa se llena de guarder¨ªas y padres diciendo adi¨®s desde sus coches.
El final est¨¢ cerca. M¨¢s tarde, despu¨¦s de sacudirse el polvo de la v¨ªa, el plan para el resto del d¨ªa pasar¨¢ por ver las ermitas y el castillo de la Coracera. Acercarse a la iglesia renacentista de San Mart¨ªn Obispo y asomarse a las impresionantes vistas de la sierra desde la plazoleta que le hace de balc¨®n. Pero antes de cualquier paseo, nada m¨¢s llegar frente a la estaci¨®n terminal, restaurada para albergar la casa de la juventud, el viajero tiene una tarea. Sentarse y mirar de nuevo las v¨ªas que no existen. Ser por una vez consciente de que el tren que est¨¢ esperando nunca pasar¨¢.
Apuntes de viaje
- El autob¨²s 551 une Pr¨ªncipe P¨ªo con Pelayos de la Presa (2.417 habitantes) y San Mart¨ªn de Valdeiglesias (8.048 habitantes). Son 68 kil¨®metros de recorrido.
- El gran atractivo tur¨ªstico de la zona es el pantano de San Juan, la mayor masa de agua habilitada para
el ba?o y la navegaci¨®n en la Comunidad.
- EL MONASTERIO DE SANTA MAR¨ªA DE VALDEIGLESIAS es el principal monumento de Pelayos y el n¨²cleo a partir del cual se desarroll¨®la regi¨®n.
- En San Mart¨ªn destacansus ermitas y el castillode la Coracera, del siglo XV.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.