Cristo versus Jes¨²s
A la Iglesia cat¨®lica le crecen los enanos. En realidad, nunca dejaron de hacerlo, sobre todo desde que las luces del XVIII comenzaron a alumbrar a sectores de la poblaci¨®n hasta entonces casi exclusivamente iluminados por la doctrina suministrada por el Vaticano y sus ide¨®logos. La Iglesia ha sido -al menos desde el siglo IV- fuente de poder e influencia: de hecho, y como se ha se?alado repetidamente, la religi¨®n fundada por Cristo, e institucionalizada por quienes hablaban en su nombre, tiene el privilegio de ser la ¨²nica con un experimentado cuerpo diplom¨¢tico -dirigido directamente por el Papa- capaz de leerle la cartilla a los poderes terrenales cuando las cosas no funcionan a su gusto (y no s¨®lo en cuestiones de dogma), lo que, sin duda, tiene sus costes. De ah¨ª que algunos cat¨®licos estadounidenses hagan coincidir el espectacular desvelamiento medi¨¢tico de los esc¨¢ndalos de pederastia protagonizados por sacerdotes con la postura cr¨ªtica del Vaticano respecto a la invasi¨®n de Irak. ?Por qu¨¦ el esc¨¢ndalo ped¨®filo no estall¨® antes?, se preguntan.
El silencio culpable que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica ha mantenido ante las pr¨¢cticas pederastas llena diarios escritos y digitales
Ahora, mientras la cr¨ªtica se extiende, avivada con revelaciones que salpican a personajes representativos de congregaciones religiosas, en los templos europeos contin¨²a la defecci¨®n de los feligreses. La Semana Santa, que es el gran momento lit¨²rgico de la Iglesia (la resurrecci¨®n de Cristo es lo que lo justifica al cristianismo como religi¨®n), se inicia mientras arrecian los reproches. El silencio culpable y culposo que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica ha mantenido durante demasiado tiempo ante las pr¨¢cticas pederastas (o efeb¨®filas, seg¨²n un t¨¦rmino tan poco afortunado como el de nasciturus) de una amplia minor¨ªa de sacerdotes es ya un clamor que llena multitud de p¨¢ginas de diarios escritos y digitales. Las disculpas y contriciones (no tan intensas como desear¨ªan los cat¨®licos m¨¢s abochornados) han llegado con demasiado retraso y autocomplacencia a las homil¨ªas del domingo.
Y en ese ambiente de rampante descr¨¦dito, hoy, v¨ªspera de Jueves Santo, se publica en Gran Breta?a (por Canongate) un libro que se convertir¨¢ en best seller y cuyos contenidos suponen un nuevo torpedo dirigido contra la Iglesia y sus fundamentos espirituales y teol¨®gicos. Lo cierto, en todo caso, es que el terreno estaba abonado: m¨¢s all¨¢ de su inanidad literaria, el fen¨®meno El c¨®digo Da Vinci -80 millones de ejemplares vendidos, pel¨ªculas, secuelas, imitadores- ha contribuido a minar la credibilidad popular en la Iglesia en mayor medida que trescientos a?os de cr¨ªtica atea y anticat¨®lica, desde el cura Meslier (su devastadora Memoria contra la religi¨®n ha sido publicada por Laetoli) hasta Michel Onfray.
El libro en cuesti¨®n es The good man Jesus and the scoundrel Christ (scoundrel: brib¨®n, sinverg¨¹enza), y su autor es Philip Pullman, considerado (por The Times) uno de los 50 m¨¢s importantes escritores brit¨¢nicos desde la Segunda Guerra Mundial. En su nuevo libro, Pullman, cuya trilog¨ªa fant¨¢stica La materia oscura (Ediciones B) lo convirti¨® en uno de los autores m¨¢s cotizados de la literatura juvenil de los noventa, lanza un nuevo torpedo contra el cristianismo a partir de una relectura ficcionalizada de los Evangelios. Mar¨ªa engendr¨® no a un hijo, sino a dos: Jes¨²s, saludable, carism¨¢tico y sincero, y su gemelo, Cristo, enfermizo, libresco y manipulador. Y es de Cristo -m¨¢s consciente del poder de la religi¨®n- de quien surgir¨¢ la Iglesia y su burocracia. A partir de estos dos personajes en conflicto -una especie de Jekyll y Hyde galileos-, Pullman reinterpreta y reconstruye provocativamente (los cristianos ya hablan de blasfemia) el m¨¢s importante texto de referencia de la Cristiandad. La prepublicaci¨®n de algunos de los cap¨ªtulos (por ejemplo, los que se refieren a la anunciaci¨®n y a la concepci¨®n de los ni?os, o a la experiencia de Cristo con la prostituta) ha multiplicado las reservas en las librer¨ªas. Con la que est¨¢ cayendo, el libro de Pullman no se presenta precisamente como un regalo de Pascua para la Iglesia.
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