Falta de expectativas
El mayor activo que tiene una sociedad est¨¢ en la capacidad, la imaginaci¨®n y la iniciativa de la juventud. Pero todos estos valores los anula un sistema educativo impropio de un pa¨ªs avanzado, que no busca las posibilidades reales de los estudiantes y que pretende orientarles desde peque?os sin haber analizado en ning¨²n momento cu¨¢l es el camino adecuado para cada caso en particular.
Ellos son muy j¨®venes para decidir sobre su futuro, y la maquinaria educativa (padres, profesores y legislaci¨®n) no sabe encontrar sus verdaderas aptitudes. Este desconcierto genera desgana, aburrimiento y un fracaso absoluto. El joven, carente de perspectivas y oportunidades, se limita a vegetar, ya que somos incapaces de ofrecerles alternativas. Les encasillamos, bautizamos sus tendencias y despreciamos sus iniciativas. Les hemos convertido en el problema, desviando hacia ellos las culpas de nuestra impotencia y responsabiliz¨¢ndoles de una situaci¨®n causada por nosotros.
Y nosotros somos los verdaderos culpables; padres, centros y profesores, atrapados por malas leyes educativas ideadas por incapaces legisladores.
No es de extra?ar, entonces, que nuestros hijos se refugien en botellones y fiestas varias, que abandonen su voluntad al alcohol y al consumo de drogas, que se borren, en definitiva, de un mundo que no es cosa suya, que nada tiene que ver con sus deseos e ilusiones. Se aburren con todo, pues todo lo tienen, y buscan divertirse de la manera m¨¢s f¨¢cil y, tampoco hay que olvidar este punto, m¨¢s econ¨®mica.
La oferta cultural es cara, con lo que cuesta una entrada de cine para dos, se colocan 10, y por el precio de un refresco en un local se compran una caja de cervezas. Suspender¨¢n matem¨¢ticas, pero saben sumar.
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