Defensa de la novela hist¨®rica
Seg¨²n un reciente estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas, el g¨¦nero literario preferido por los lectores espa?oles sigue siendo la novela hist¨®rica, elegida por el 22,4% del total de las personas encuestadas, dentro de una lista que inclu¨ªa todo tipo de opciones. Est¨¢ claro que este gran auge de la novela hist¨®rica, durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, ha propiciado un abuso de esta etiqueta, as¨ª como la publicaci¨®n de un gran n¨²mero de novelas de ¨ªnfima calidad literaria o carentes de todo rigor hist¨®rico, con lo que el g¨¦nero se ha banalizado y desprestigiado de tal forma que continuamente est¨¢ bajo sospecha. Eso explica el desprecio y el rechazo que por ¨¦l sienten muchos cr¨ªticos literarios e historiadores. La novela hist¨®rica goza, pues, del favor del p¨²blico, pero cuenta con grandes enemigos y detractores; disfruta de una abundante presencia medi¨¢tica, pero, a la vez, tiene muy mala prensa.
Naturalmente, dentro de este g¨¦nero, como en cualquier otro, hay de todo, y, al igual que en el mundo de las antig¨¹edades, en ella son muy frecuentes los fraudes y las falsificaciones. Pero tambi¨¦n hay muchas novelas pretendidamente vanguardistas, innovadoras o experimentales que est¨¢n muy mal escritas o llenas de defectos formales y estructurales o que son un puro enga?o, un camelo o una filfa. Ahora mismo, sin ir m¨¢s lejos, se nos est¨¢n vendiendo como novedades cosas que ya se hab¨ªan inventado hace justo un siglo, aunque sus autores invoquen referentes m¨¢s inmediatos. Entre otras cosas, presumen de haber mezclado g¨¦neros y modos de discurso, cuando resulta que la novela hist¨®rica es, desde sus inicios, un g¨¦nero "mestizo y ambiguo", "el hijo bastardo de la novela y la historia", como lo defini¨® no hace mucho Carlos Garc¨ªa Gual. Y eso es justamente lo que lo ha hecho tan atractivo y, al mismo tiempo, tan sospechoso.
Por otra parte, no debemos olvidar que una novela hist¨®rica es, en primer lugar, una novela y, s¨®lo de manera secundaria o accidental, es hist¨®rica, por lo que el adjetivo nunca debe comerse al sustantivo ni ponerse por encima de ¨¦l. Precisamente, su gran ventaja es que, gracias a la invenci¨®n y la imaginaci¨®n, puede llegar all¨ª donde no llega la Historia, y hacerlo, adem¨¢s, de forma m¨¢s intensa y entretenida. Frente a la supuesta objetividad de la Historia con may¨²sculas se alza entonces la verdad o la verosimilitud de la historia de ficci¨®n. El secreto est¨¢ en saber combinar, de forma equilibrada, el rigor hist¨®rico con el rigor narrativo, la invenci¨®n con la documentaci¨®n, la ense?anza con el disfrute y, por supuesto, la recreaci¨®n hist¨®rica con la creatividad literaria.
Suele decirse que Espa?a es un pa¨ªs sin una gran tradici¨®n de novela hist¨®rica, en comparaci¨®n con pa¨ªses como Inglaterra o Francia. Tal vez esto se deba a que los espa?oles casi siempre nos hemos llevado mal con nuestro pasado. Incapaces de verlo con el debido distanciamiento, con iron¨ªa o con naturalidad, s¨®lo habl¨¢bamos de ¨¦l para idealizarlo o para denigrarlo de forma maniquea: la Leyenda Blanca o la Leyenda Negra, parece que no cab¨ªa otra opci¨®n. Por eso, creo que el gran auge que est¨¢ viviendo ahora este g¨¦nero tiene mucho que ver con lo que podr¨ªamos llamar la normalizaci¨®n hist¨®rica de Espa?a. Al fin y al cabo, la novela hist¨®rica nos permite conocer mejor nuestro presente y recuperar la memoria del pasado.
Luis Garc¨ªa Jambrina (1960) es profesor de la Universidad de Salamanca y escritor; recientemente ha publicado la novela El manuscrito de piedra (Alfaguara), galardonada con el Premio Internacional de Novela Hist¨®rica Ciudad de Zaragoza.
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