No hay 'blues' como el del Misisipi

Como si se tratara de un palimpsesto, en gran parte del rock, el soul o el rap se detecta un fantasma borroso: el blues. El blues del Delta del Misisipi, territorio musical que no se corresponde exactamente con el delta geogr¨¢fico del r¨ªo. Resulta revelador que el elep¨¦ de Bob Dylan que contiene Like a rolling stone se titule Highway 61 revisited: la Ruta 61 se alarga desde Nueva Orleans hasta Canad¨¢; pasa por Duluth, pueblo natal de Dylan, pero tambi¨¦n por Clarksdale, capital del algod¨®n... y del blues del Delta.

Preguntado por la notable concentraci¨®n de gigantescos bluesmen en Misisipi, un belicoso John Lee Hooker explicaba que aquel era el peor Estado para los negros y que esa situaci¨®n alentaba el blues. La 61 estaba entre las v¨ªas de escape utilizadas por Hooker, Muddy Waters, B. B. King, Howlin' Wolf y tantos trabajadores del campo que encontraron su redenci¨®n en la m¨²sica.

Metaf¨®ricamente, la autopista 61 tambi¨¦n llev¨® en sentido contrario a los disc¨ªpulos blancos de Robert Johnson, Son House, Skip James, Tommy Johnson, Charley Patton, etc¨¦tera. Eso incluye a estudiosos como Ted Gioia, pianista y cr¨ªtico de jazz (Turner public¨® en 2004 su Historia del jazz). ?l, que hab¨ªa tocado y compuesto blues sofisticados, descubri¨® que "aquella m¨²sica ten¨ªa diversas capas, que proced¨ªa de otro mundo; no pod¨ªa aprehenderla del todo".

Su formaci¨®n cultural y su car¨¢cter de converso tard¨ªo explican que su libro combine el deleite del descubrimiento personal con una metodolog¨ªa esc¨¦ptica. Enfrentado a tantos misterios del blues, Gioia reacciona investigando (genealog¨ªa, archivos, observaciones visuales, entrevistas) antes de aplicar el o¨ªdo y el sentido com¨²n. Aguanta mal las visiones rom¨¢nticas, como esas que identifican al bluesman con el griot o las que insisten en enaltecer el blues como un producto africano, contrabando en los barcos de esclavos, en vez de un fruto n¨ªtidamente americano.

Gioia humaniza a los mitos del blues, esbozando su personalidad m¨¢s all¨¢ de lo que se intuye en sus placas de 78 revoluciones por minuto. Hablamos de seres blindados, preparados para superar estancias en penitenciarias, pobreza inimaginable, desastres varios. Pocas m¨²sicas han tenido la consistente mala suerte del blues del Misisipi: cuando ya estaba despegando, la depresi¨®n de 1929 hundi¨® el negocio discogr¨¢fico. Una fatalidad que llega hasta el sello local Fat Possum, que apost¨® por artistas tan crudos como R. L. Burnside y Junior Kimbrough; ambos morir¨ªan justo cuando alcanzaban el reconocimiento.