La ley isl¨¢mica divide Sud¨¢n
Los intentos del Gobierno de extender la aplicaci¨®n de la 'shar¨ªa' agudizan los enfrentamientos entre el Norte, musulm¨¢n, y el Sur, cristiano
"Cuando entr¨¦ en la universidad me dejaron claro que no pod¨ªa vestir falda corta, nada de escotes ni los brazos descubiertos. Los pantalones no est¨¢n permitidos, s¨®lo faldas largas. Pregunt¨¦ por el pa?uelo en la cabeza y me dijeron que no era obligatorio para las chicas no musulmanas. Yo soy cristiana". Rose Jackson, de 21 a?os, alumna de segundo curso de Derecho, es de las pocas estudiantes en el campus de la Universidad de Jartum que va con la cabeza descubierta. La inmensa mayor¨ªa de sus compa?eras usa pa?uelo o velo. De los 23.000 estudiantes matriculados en el centro, apenas unos pocos centenares proceden del sur del pa¨ªs, y son cristianos o tienen otras creencias tradicionales africanas.
El debate marca las elecciones de abril y la futura consulta de independencia del sur
En la universidad no se vende ni est¨¢ permitido el consumo de bebidas alcoh¨®licas. Aqu¨ª rige la shar¨ªa, la ley isl¨¢mica en vigor en Sud¨¢n, que ha sido motivo de conflicto entre el Norte (musulm¨¢n) y el Sur (cristiano y animista), y que es uno de los temas de controversia ante las elecciones del 11 de abril y el futuro refer¨¦ndum sobre la independencia del Sur.
He visto a una chica con tejanos, le comento a Rose. "Seguramente lleg¨® al campus temprano por la ma?ana y no la vieron las supervisoras de la entrada. Casi ninguna se atreve a pon¨¦rselos. Si llevas alguna prenda considerada indecente las vigilantes te impiden el paso".
Rose Jackson no est¨¢ encantada, ni mucho menos, con las limitaciones a la forma de vestir y de vivir, sobre todo porque no es musulmana y sus tradiciones poco tienen que ver con las restricciones que impone el islam. Areeg, de 23 a?os, estudiante de tercer curso de Finanzas, es musulmana. Luce un pa?uelo verde en la cabeza, y cubre las manos con guantes negros, a pesar de que el term¨®metro marca 30 grados. "No siento ninguna imposici¨®n en la forma de vestir. Es algo que decide nuestra sociedad", comenta, aunque admite que en su casa puede ponerse tejanos y otras prendas que tiene prohibidas para salir a la calle.
"Es una cuesti¨®n de respeto a nuestros valores en la forma de vestir", dice Hassan Salih, responsable del Departamento de Comunicaci¨®n de la Universidad de Jartum. "Prefiero hablar de valores isl¨¢micos m¨¢s que de reglas o normas". Y del "esp¨ªritu de la shar¨ªa m¨¢s que de las leyes de la shar¨ªa". "Nuestras alumnas siguen las tradiciones sin necesidad de leyes o normas. Es parte de los valores isl¨¢micos".
Hassan Salih era alumno de esta instituci¨®n acad¨¦mica cuando el Gobierno de Gaafar Nimeiri instaur¨® en septiembre de 1983 la shar¨ªa y abri¨® la puerta a la creciente islamizaci¨®n de Sud¨¢n. "Empezaron a cambiar las cosas", recuerda. En las mezquitas se hablaba de las nuevas normas de la ley isl¨¢mica en un pa¨ªs que ten¨ªa un sistema de vida heredado de la colonizaci¨®n brit¨¢nica, m¨¢s pr¨®ximo a los h¨¢bitos occidentales.
"La shar¨ªa y su aplicaci¨®n en Sud¨¢n es uno de los temas calientes y de debate desde hace a?os en las relaciones entre el Norte y el Sur", dice Gbaluak Eut, de 27 a?os, sure?o y reci¨¦n licenciado en Ciencias Econ¨®micas. "No se pueden imponer unos valores a quienes no son creyentes ni puede pretenderse homogeneizar una naci¨®n sobre la base de la imposici¨®n de la ley isl¨¢mica". La relaci¨®n entre musulmanes y no musulmanes es buena, seg¨²n Kasi Nasr, de 18 a?os, estudiante de Ingenier¨ªa Electr¨®nica. "No se habla de religi¨®n ni de estas cuestiones y punto. Todos nos respetamos".
La islamizaci¨®n del Estado y de la poblaci¨®n ha sido el caballo de batalla de los dirigentes sudaneses de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Desde que Nimeiri instal¨® en 1983 el nuevo orden isl¨¢mico (nizam islami), los sucesivos gobiernos, civiles o militares, afrontaron un debate p¨²blico sobre la shar¨ªa. La llegada al poder, en junio de 1989, del r¨¦gimen militar-islamista del presidente Omar Hasan el Bashir -con orden de captura del Tribunal Penal Internacional- y del cerebro gris Hasan al Turabi, supuso una vuelta de tuerca en la vida de las mujeres, que incluy¨® la exclusi¨®n de la esfera p¨²blica dominada por los hombres, persecuci¨®n, intimidaci¨®n y c¨¢rcel.
La ley reconoce a Sud¨¢n como una naci¨®n multirreligiosa, pero en la pr¨¢ctica el Gobierno trata al islam como la religi¨®n de Estado. Los intentos de aplicar la shar¨ªa a toda la poblaci¨®n sin distinci¨®n de creencias ha chocado con la resistencia de los cristianos. Asimismo, la imposici¨®n del ¨¢rabe como la lengua de las escuelas en el Sur es interpretada como un intento de desculturizar y destruir las ra¨ªces de una educaci¨®n angl¨®fona.
La controversia entre shar¨ªa y Estado secular ha sido un tema central en la guerra civil Norte-Sur desde 1983 y en los distintos procesos de paz para poner fin al conflicto. En las negociaciones, los representantes del Norte se opusieron a la separaci¨®n entre religi¨®n y Gobierno. En los acuerdos de 2005, la shar¨ªa qued¨® establecida como la ley de leyes en el Norte y en otras zonas de Sud¨¢n que pol¨ªticamente est¨¢n alineadas con el Norte. El Gobierno del Sur eligi¨® el secularismo en su proceso legislativo. "En las negociaciones acordamos [la f¨®rmula] un pa¨ªs, dos sistemas", subraya Joshua Dau Diu, presidente de la Comisi¨®n Especial para los derechos de los No Musulmanes en Jartum, establecida en febrero de 2007 en aplicaci¨®n de los acuerdos de paz.
"La shar¨ªa ha sido resistida desde su origen por los no musulmanes". Los acuerdos de paz establecen que la ley isl¨¢mica no debe aplicarse a los no musulmanes que residen en Jartum. "Si se aplica, intervenimos y discutimos con las autoridades y la polic¨ªa", dice Dau Diu, que admite que azotar a una mujer por adulterio o amputar una mano por robo siguen siendo pr¨¢cticas comunes.
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