Conjurar la tristeza con p¨ªldoras
Los antidepresivos se convierten en el principal recurso para pacientes con malestar emocional - Los ciudadanos se vuelven intolerantes al sufrimiento y ven la felicidad como un derecho
Nadie le ha pedido explicaciones, pero prefiere estar ligeramente enferma a confesar que se siente infeliz. Sara entr¨® hace unos d¨ªas por la puerta de la consulta diciendo al doctor que se encontraba cada d¨ªa m¨¢s triste sin saber por qu¨¦ y sali¨® de all¨ª con la receta de un conocido antidepresivo. No es algo excepcional. Sara forma ya parte de la estad¨ªstica. Son muchos los pacientes aquejados de malestar emocional que, gracias a una medicaci¨®n controlada, son capaces de asumir los claroscuros de su vida. Aunque lo suyo no sea una depresi¨®n. Por fortuna para ellos, porque la depresi¨®n cl¨ªnica, end¨®gena o ex¨®gena, es un mal profundo del que cuesta salir. Los antidepresivos m¨¢s usados, desde la fluoxetina (el c¨¦lebre Prozac) a los de ¨²ltima generaci¨®n, se dise?an pensando en los enfermos reales. Sin embargo, la gran paradoja es que tambi¨¦n se benefician de este arsenal farmacol¨®gico personas con leves cuadros depresivos o con dificultades emocionales. Personas que no deber¨ªan tomarlos en sentido estricto, pero que de hecho los consumen porque se los recetan.
S¨®lo el 20% de quienes toman antidepresivos sufre la enfermedad
La psicoterapia ser¨ªa m¨¢s eficaz, pero es cara para muchos pacientes
Sabemos muy poco de lo que pasa en la cabeza de la gente que se agobia
Uno de cada 10 adultos consume ansiol¨ªticos de modo aislado o habitual
"No me importa hacer autocr¨ªtica: no siempre los recetamos para los verdaderos enfermos, sino para pacientes con otro tipo de sufrimiento. Y lo hacemos as¨ª porque funcionan", reconoce el psiquiatra del hospital Clinic de Barcelona V¨ªctor Navarro. "No sabemos bien por qu¨¦ les ayuda, porque es algo que no est¨¢ avalado por estudios ni por la literatura m¨¦dica, pero de hecho aten¨²a su situaci¨®n", a?ade. Pese a todo, hay especialistas que consideran que para una mayor¨ªa de pacientes esos f¨¢rmacos o son in¨²tiles o act¨²an como meros placebos. El debate est¨¢ ah¨ª: ?deben los m¨¦dicos exigir que se padezca una profunda depresi¨®n para recetar antidepresivos o debe extenderse su influencia a los que sufren una tristeza inexplicable o en algunos casos l¨®gica por haber sufrido una p¨¦rdida real?
Sara, administrativa, casada y madre de dos hijos, no se habr¨ªa atrevido a automedicarse, pero una vez que tuvo la receta en la mano, pens¨® que ten¨ªa permiso para experimentar: ver si as¨ª la tristeza se evaporaba o si le resultaba m¨¢s f¨¢cil vivir e ir cambiando su entorno. Hac¨ªa tiempo que se hab¨ªa perdido a s¨ª misma: madrugones para el colegio, trabajo, atenci¨®n a la pareja. ?D¨®nde estaba ella? No aguantaba ese ritmo, se sent¨ªa desmotivada. Sab¨ªa que lo suyo no era una depresi¨®n. Pero mejor verse como enferma durante cierto periodo de tiempo que insatisfecha, irritable o melanc¨®lica.
Hay gente en la cuerda floja, aunque no est¨¦ enferma. Gente que no saldr¨ªa de su edred¨®n en todo el d¨ªa si pudiera. No siempre por un decaimiento hondo, sino por un difuso y permanente malestar. Las suyas son peque?as y diversas patolog¨ªas fronterizas con la depresi¨®n. Aunque V¨ªctor Navarro aclara que "o hay depresi¨®n o no la hay. Y en este caso hablamos de problemas adaptativos o de una tristeza generalmente l¨®gica si a alguien le acaban de dar un palo emocional". Para un depresivo, el medicamento act¨²a casi al 100%; en otros casos ayuda en un porcentaje menor, no cambia sus patrones de vida. Aunque en apariencia se confundan, no es lo mismo tristeza que depresi¨®n. Incluso las personas permanentemente tristes reaccionan de forma positiva ante un regalo, una muestra de confianza o la compa?¨ªa de un amigo. La depresi¨®n, por el contrario, es una desesperanza profunda: ni amigos ni placeres son capaces de removerla por s¨ª solos.
En muchos malestares subyacen problemas adaptativos. Todo el mundo se est¨¢ adaptando a algo, a una nueva responsabilidad o relaci¨®n, a un nuevo jefe. Pero junto a esa realidad, Eudoxia Gay, ex coordinadora de Salud Mental de la provincia de C¨®rdoba, sostiene que crece tambi¨¦n la sensaci¨®n de que el sufrimiento o la excesiva dificultad resultan ya intolerables. "Falta mucho aguante. En vez de afirmar: 'Me siento hecho polvo porque me han traicionado o mentido, o porque he fracasado, o me han prejubilado', la tendencia es que se recurre a la enfermedad para borrar con un analg¨¦sico nuestros resentimientos, odios, inseguridades", argumenta. "En parte, los responsables somos los sanitarios, al medicar ese malestar", admite Gay, miembro del patronato de la Fundaci¨®n Castilla del Pino. Naturalmente, cada caso es ¨²nico. "Cuando no se est¨¢ bien, y se tienen alteraciones que los requieren, los f¨¢rmacos son una opci¨®n eficaz". La psiquiatra piensa, sin embargo, que este culto al dios medicamento, esta atracci¨®n fatal por las farmacias, no es inocente. "Las mismas compa?¨ªas aseguradoras no quieren hablar de tristezas y des¨¢nimos, por hondos que sean, y si se produce una baja al trabajo tiene que haber una enfermedad que la justifique", contin¨²a.
"Una persona que se engancha al trabajo o a un problema y que por perfeccionismo o temperamento obsesivo est¨¢ todo el d¨ªa pum-pum, rumiando esa situaci¨®n incluso cuando llega a su casa o est¨¢ con sus amigos, no tiene depresi¨®n, pero al final si le das una medicaci¨®n, le ayudas a desconectar", explica Navarro. "No cambias su vida, pero eliminas de ella causas de estr¨¦s". Aunque no dispone de datos contrastados, el psiquiatra del Clinic calcula que s¨®lo un 20% de los que toman antidepresivos sufren la correspondiente enfermedad, mientras que a un 80% se les prescribe por distimia (¨¢nimo bajo o trastorno depresivo leve) y problemas adaptativos.
En cualquier caso el malestar parece extenderse y son muchos los que sucumben a diario a esta peque?a sensaci¨®n de infelicidad. A pesar de que "la gran patolog¨ªa no ha cambiado tanto: esquizofrenia, depresi¨®n cl¨ªnica, cuadros psic¨®ticos...", afirma Eudoxia Gay. "Puede que se hayan a?adido algunas m¨¢s como la anorexia o la bulimia, o la patolog¨ªa de la infancia", a?ade. "Esta ¨²ltima, en parte porque estaba abandonada como especialidad. Y porque empieza a descubrirse que la infancia no es siempre el para¨ªso y que los ni?os tienen depresiones y problemas. Entre otros, la gran exigencia sobre su comportamiento escolar y los horarios complicados: tienen que madrugar lo que nadie sabe para llegar al colegio y no disponen de mucho tiempo para jugar con sus padres o amigos. Hacemos la vida a la medida de los adultos, de los colectivos... Y los ni?os se ven exigidos por razones que desconocen", prosigue.
?Qu¨¦ est¨¢ pasando? A las consultas llega cada vez m¨¢s gente cargada de problemas existenciales. "El riesgo es que no se elaboren los conflictos, y que surja una cronicidad en el cuadro depresivo. Y que al buscar la soluci¨®n, surja la dependencia", advierte la psiquiatra Eudoxia Gay. "Ser¨ªa genial que hubiera m¨¢s psic¨®logos en la Seguridad Social y que los pacientes, una vez pasado el estado lloroso inicial, contaran con ayuda especializada para solucionar por s¨ª mismos sus problemas", declara V¨ªctor Navarro por su parte. "Pero tenemos que jugar con lo que hay, y no puedes dejar a la gente sin nada". A muchos una psicoterapia les servir¨ªa m¨¢s que una pastilla, "pero hay pacientes que no pueden permitirse pagar un psic¨®logo privado. En cuanto a otros, vemos de antemano, por su escasa disposici¨®n, que no se van a prestar a ninguna terapia", a?ade Navarro. "Eso no excluye que expliquemos al paciente que est¨¢ triste por un hecho objetivo (una p¨¦rdida, un trauma, un disgusto grande), que va a seguir triste a pesar de la medicaci¨®n. La tristeza l¨®gica no se puede eliminar, y el antidepresivo lo ¨²nico que har¨¢ ser¨¢ suavizar el duelo. Si se ha muerto su madre hace poco y va al cine con unos amigos, por ejemplo, podr¨¢ concentrarse en la pel¨ªcula y evadirse unas horas, aunque al salir siga triste", agrega.
La gama de psicof¨¢rmacos, clasificados por familias, es amplia: antipsic¨®ticos, ansiol¨ªticos, antidepresivos, hipn¨®ticos, antiepil¨¦pticos... De ellos, los m¨¢s consumidos son los antidepresivos y los ansiol¨ªticos. En una d¨¦cada, el uso de los ansiol¨ªticos por excelencia, las benzodiacepinas, se ha duplicado. Aunque las benzodiacepinas no se recetan s¨®lo para trastornos de ansiedad, ese es el uso m¨¢s extendido de este tipo de f¨¢rmacos cada vez m¨¢s democr¨¢tico. En uno de los ¨²ltimos estudios facilitado por la Agencia Espa?ola del Medicamento, se menciona que uno de cada diez espa?oles adultos reconoce haber tomado alg¨²n medicamento de esta familia de forma espor¨¢dica o continuada. Entre los antidepresivos, uno de los principios activos m¨¢s recetados en estos momentos es escitalopram. Pasada la fiebre inicial por el Prozac que a¨²n subsiste, uno de cada tres pacientes a los que se les prescribe ahora antidepresivos toma probablemente un preparado de escitalopram. De cualquier modo, los m¨¢s usados son los antidepresivos ISRS (inhibidores selectivos de la recaptaci¨®n de la serotonina), de los que seg¨²n los ¨²ltimos datos disponibles se venden al a?o m¨¢s de 15 millones de envases. Si a estos se suman los de otros antidepresivos, el consumo anual sobrepasa los 24 millones de cajas.
En medio de esta necesidad creciente de un ansiol¨ªtico o un antidepresivo, Gay teme que se desatienda a los psic¨®ticos, justamente los que no se creen enfermos, mientras que otros, los neur¨®ticos o deprimidos, copan las consultas.
Habitualmente, se considera que son las mujeres las que consultan con mayor frecuencia por un s¨ªndrome depresivo-ansioso. Los expertos dicen que o sufren m¨¢s tensi¨®n o se muestran m¨¢s receptivas a afrontar sus problemas. No siempre hay patolog¨ªas menores. "De lo que se trata es de entender el significado de los s¨ªntomas e ir pactando cu¨¢ndo se da la medicaci¨®n y cu¨¢ndo se quita. Hay que aceptar, en definitiva, que se tiene un problema, no una enfermedad".
La experiencia de la psic¨®loga Laura Rojas-Marcos es algo distinta. A su consulta privada de Madrid acuden, adem¨¢s, bastantes hombres. Pero con patolog¨ªas asociadas al estr¨¦s y a un estilo de vida en el que abundan ingestas de alcohol u otros h¨¢bitos autodestructivos. Desde esa consulta, la psic¨®loga observa tambi¨¦n algunas contradicciones. E incluso exageraciones: "El an¨¢lisis de los problemas personales est¨¢ floreciendo y la gente no tiene ya recelo a ir al terapeuta. Pero uno de los riesgos es sobreanalizarlo todo. Como dec¨ªa Freud, a veces un cigarro es s¨®lo un cigarro... No hay que darle tantas vueltas, sino relativizar.
Laura Rojas-Marcos piensa que hay gente que vive con una especie de depresi¨®n latente. Son deprimidos funcionales, aunque no tengan la enfermedad cl¨ªnica. Adem¨¢s, la distimia acaba siendo una forma de ser. El paciente proclive ve amenazas en todas partes, es autoexigente y siempre quiere sacar un 10. "La labor del psic¨®logo puede ser desbrozar esa din¨¢mica de bucle que lleva a algunos a rumiar sus problemas y a perderse en el bosque", prosigue Rojas-Marcos. Romper ese nudo emocional puede ser m¨¢s ¨²til que tomar una pastilla. Los antidepresivos curan la depresi¨®n, pero no la tristeza.
Un alto porcentaje de personas que han sufrido depresi¨®n alguna vez en la vida, sobre todo si no hab¨ªa una causa que lo motivara, pueden recaer pasado un tiempo si se quita la medicaci¨®n. "Pero hay que correr ese riesgo y dar herramientas a la gente para que aprenda a defenderse por s¨ª misma. Sabemos muy poco de lo que pasa en la cabeza de la gente que se agobia. No sabemos bien qu¨¦ alteraci¨®n hay, s¨®lo se ha visto que mejoran... Hasta que no se conozca bien la causa es arriesgado pensar en otras alternativas".
A veces el psiquiatra lo que hace es poner nombre al malestar. Ansiedad, depresi¨®n, son palabras de dominio p¨²blico, alteraciones que le pasan a uno y tambi¨¦n al tendero. "Lo f¨¢cil es caer en la automedicaci¨®n. ?ltimamente parece que todo el mundo lleva una bata blanca", se?ala Rojas-Marcos. En muchos casos, adem¨¢s, lo que preocupa al paciente no es la infelicidad sino el miedo a ser infelices. Pero "?es la felicidad un derecho? Como mucho, la felicidad son destellos", apostilla Gay. "Y en todo caso, la felicidad, como la esperanza, ha de labr¨¢rsela cada uno. Adem¨¢s, si los m¨¦dicos fracasamos con un primer tratamiento entonces s¨ª hemos construido un verdadero paciente", recuerda Eudoxia Gay.
Para esta psiquiatra destinada ahora al hospital Carranque de M¨¢laga, uno de los problemas de hoy es que faltan "perfiles de personalidad. Se est¨¢ promocionado un tipo de valores, sobre todo a trav¨¦s de programas de televisi¨®n para adolescentes, en los que no se va a lo hondo, ni se acude a la introspecci¨®n, a preguntarse qui¨¦n soy yo. No se valora la inteligencia, ni al maestro, ni al que trabaja... Se busca el prototipo exitoso", concluye.
Hay especialistas que, ante determinados pacientes, siguen la terapia del no tratamiento: "No, no est¨¢ enfermo, est¨¢ sufriendo y eso es algo que tiene que pasar usted". "Buscar el bienestar es un derecho, pero el precio no puede ser mayor que la propia salud. Es cuando menos parad¨®jico que para mejorar te tengas que poner enfermo", concluye Eudoxia Gay.
Presos de los 'deber¨ªa'
"Vivimos un ambiente de malestar casi global, al menos en Occidente. Hay gente que vive bajo una presi¨®n importante, acentuada en parte por la crisis", afirma Laura Rojas-Marcos, autora de El sentimiento de culpa (Aguilar). "Los positivo es que en el plano individual somos cada vez conscientes de ese malestar, sabemos que esos problemas tienen nombre, que pueden ser serios... El riesgo es ahorrarse la m¨ªnima perturbaci¨®n a cambio de un lexatin. En muchos casos esto se produce porque no nos tomamos el tiempo de ver cu¨¢l es el problema. Hay que asumir que tenemos que pasar por etapas de tristeza, de p¨¦rdidas. ?Por qu¨¦ anestesiar ese estado? Hay que afrontar los duelos y aprender determinadas t¨¦cnicas que nos van a ayudar a sobrevivir", asegura la psic¨®loga. "Es necesario tambi¨¦n aprender a conocerse, identificar los d¨ªas malos, para esquivar nuestra propia irritabilidad y no crear un c¨ªrculo de estr¨¦s en nuestro entorno".
"Hay miedo a sufrir, a no dormir, a una crisis de ansiedad...", reflexiona Eudoxia Gay. "Hay gente que no tolera una noche en blanco, porque las noches son oscuras, y no todo el mundo soporta la soledad. En definitiva hay gente que prefiere yugular sus penas", a?ade. Aunque tambi¨¦n es cierto que ese valium que tapa otras carencias permite a mucha gente ir tirando y no ir a peor.
Laura Rojas-Marcos ofrece otra clave: "Conviene aprender a ser flexible con uno mismo. Hay mucha gente presa de los deber¨ªa: deber¨ªa haber dicho, conseguido, haberme dado cuenta... Todo eso, las excesivas expectativas y la baja tolerancia a la frustraci¨®n complican mucho la vida. Es la tendencia a la insatisfacci¨®n, al bovarysmo (por Emma Bovary). Pero nuestra vida real no es una novela".
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