De cigarras a hormigas
Los ciudadanos hemos vivido como cigarras en la f¨¢bula de La Fontaine.
Las familias espa?olas hemos duplicado nuestro endeudamiento desde principio de siglo hasta final de 2009. Alcanza ahora el 89% del PIB. Mucho peor que el Estado (un 55,2%). Mejor que la banca (107%) y que las empresas (143%). Estas cuatro jorobas totalizan casi cuatro billones de euros: cuant¨ªa global que tambi¨¦n (no s¨®lo la parte del Estado) vigilan agencias y organismos internacionales.
Pues bien, de cigarras hemos pasado a hormigas. Los hogares ahorramos el a?o pasado casi la cuarta parte (el 24,7%; seis puntos m¨¢s que en 2008) de la renta disponible (las empresas a¨²n m¨¢s, el 73%): es decir, 47.000 millones, el 7,1% del PIB.
El miedo infla el ahorro, contra el consumo y la reactivaci¨®n; pero ahorro es tambi¨¦n inversi¨®n
Como todo dato econ¨®mico, se puede leer por el haz o por el env¨¦s. El env¨¦s. El mayor ahorro ha ido en detrimento del consumo, y por tanto a favor de la crisis, pues el crecimiento de la demanda agregada depende del tiro del consumo privado, de la inversi¨®n privada y de la p¨²blica.
La causa a lamentar es que el nuevo ahorro se deba a que la gente haga caja convencida, en la l¨ªnea del trabajo de Funcas, de que la crisis se alargar¨¢ m¨¢s y/o ser¨¢ m¨¢s dura de lo previsto. Que se deba pues a motivos de "Precauci¨®n" o de "Previsi¨®n", dos de las ocho causas de retranqueo del consumo citadas por lord Keynes en su Teor¨ªa General: las dos que exhiben cariz pesimista.
Como individuos nos comportamos con l¨®gica: hay que ahorrar despu¨¦s de tanto exceso y ante tanta incertidumbre. Pero la suma de l¨®gicas individuales redunda en el pernicioso resultado colectivo de aminorar la velocidad de salida de la crisis. Por cierto que el pesimismo subyacente al mayor ahorro casa mal con la ¨²ltima encuesta mensual del ICO sobre confianza del consumidor, que se ha izado en marzo a 72,7 puntos, 19 puntos m¨¢s que hace un a?o.
Leamos el fen¨®meno por el haz: "el ahorro supone siempre inversi¨®n"; "el ahorro agregado" de los distintos individuos "por fuerza debe ser igual al importe de las nuevas inversiones corrientes", escribi¨® el sabio citado.
Enfocado de otra manera: igual que el beneficio de hoy, el ahorro de hoy (provenga de aquel beneficio no repartido o del simple excedente de renta no consumido) es la inversi¨®n de ma?ana y el empleo de pasado ma?ana. Al menos en tiempos normales. En los que funciona la banca, por ejemplo.
?Cu¨¢ndo llegar¨¢ ma?ana? Todo depender¨¢ de si la inversi¨®n es directamente productiva o no lo es. El ingente ahorro de estos dos ¨²ltimos a?os, sin precedente en nuestro pa¨ªs, aunque s¨ª en otros como Italia o Jap¨®n, recala en su mayor parte en bancos y cajas: para reducir el apalancamiento familiar (cancelar o reducir cr¨¦ditos) o para generar rendimientos frescos (ahora, mayormente mediante dep¨®sitos con intereses de hasta el 4% anual).
La banca aumenta su pasivo (lo que debe, porque le han confiado m¨¢s recursos que alg¨²n d¨ªa devolver¨¢); ergo tambi¨¦n su activo (salvo en la cuant¨ªa en que los clientes reduzcan / cancelen sus pr¨¦stamos con su nuevo ahorro: lo comido por lo servido). Y bien, aumenta su capacidad de conceder pr¨¦stamos susceptibles de financiar inversiones productivas.
?Lo har¨¢? No a corto plazo, porque el drama actual de la banca es sanearse a s¨ª misma. Debe provisionar cr¨¦ditos morosos que concedi¨® en demas¨ªa. Y cancelar los pr¨¦stamos, que, para afrontarlos, obtuvo en los mercados, sobre todo exteriores. Pero s¨ª en el largo plazo, aquel en que todos estaremos muertos. De modo que el saldo entre lo positivo y lo negativo depender¨¢ de la velocidad de cada movimiento.
En todo caso hay otros elementos positivos del creciente ahorro interno: demuestra que este pa¨ªs dispone de resortes y suaviza la necesidad de salir fuera para financiar la econom¨ªa espa?ola. No olvidemos que el desmesurado d¨¦ficit exterior (superior al 10% en 2008 y en ejercicios anteriores, y ya la mitad en 2009) y la declinante competitividad eran sus dos grandes baldones tradicionales.
Si a esa suavizaci¨®n se le a?ade la buena conducta de las exportaciones, que entre noviembre y enero han crecido al 10% (cayeron un 12,4% en 2009) el resultado confirma que incluso dentro de la peor cat¨¢strofe caben p¨¢lpitos de vida.
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