Cuando el anciano es un engorro
El maltrato a mayores es la violencia dom¨¦stica menos detectable - Sentimiento de culpa, la falta de fuerzas para rebelarse y trabas culturales frenan las denuncias
El maltrato a los ancianos ha sido el ¨²ltimo descubrimiento dentro de la violencia familiar, y en una sociedad como la actual en la que es rara la causa que no tiene un cumplea?os, hubo que esperar hasta 2006 para que se proclamara una fecha, el 15 de junio, como d¨ªa mundial para la toma de conciencia contra los abusos a mayores.
La dificultad para detectar estas conductas agresivas, o negligentes, permite dudar a los expertos sobre la exactitud de la incidencia del maltrato, que en el mundo se sit¨²a alrededor de un 3%. Si se tiene en cuenta lo que contestan los ancianos, en Espa?a puede hablarse de un 0,8% en general (unas 60.000 v¨ªctimas), pero si se trata de mayores con gran dependencia el porcentaje sube hasta el 2,9%, o sea, como en el resto del planeta. Pero las dudas de los expertos siempre se matizan en la misma direcci¨®n: hay m¨¢s de lo que se ve y de lo que detectan los protocolos, a¨²n incipientes. Y en ello abundan las respuestas de los cuidadores, un 4,6% reconoce que ha tenido hacia el mayor conductas de maltrato. Todas estas cifras salen del ¨²ltimo y m¨¢s completo estudio, el de Isabel Iborra para el Centro Reina Sof¨ªa, donde se detallan las cinco formas de maltrato a ancianos: f¨ªsico, psicol¨®gico, negligencia, abuso econ¨®mico y abuso sexual.
Un 4,6% de cuidadores reconoce pr¨¢cticas incorrectas
Pareja e hijos son los causantes m¨¢s frecuentes del desamparo
Abuso econ¨®mico, psicol¨®gico y cuidado negligente son las amenazas
El posible ingreso en una residencia es la coacci¨®n m¨¢s frecuente
Existen personas atemorizadas en casa sin contacto con el exterior
"Hay leyes para proteger a menores, no a los mayores", critica una experta
El abuso econ¨®mico es el m¨¢s frecuente aunque no se le presta mucha atenci¨®n. "El agresor utiliza el dinero de la v¨ªctima sin su consentimiento, le obliga a modificar el testamento, a cambiar de nombre la vivienda", relata Isabel Iborra, que es psic¨®loga forense y coordinadora cient¨ªfica del Reina Sof¨ªa. El perfil del agresor, en estos casos, es el de una persona que depende de la pensi¨®n del abuelo. Parad¨®jicamente, la v¨ªctima no se rebela, porque sabe que, de hacerlo, el agresor caer¨¢ en cierto desamparo.
?Qui¨¦nes son estos agresores que tanto sentimiento despiertan en sus v¨ªctimas? La pareja y los hijos. Hombres y mujeres mitad por mitad. Seis de cada diez agresores tienen m¨¢s de 64 a?os y cuatro de cada diez tienen alg¨²n problema f¨ªsico. M¨¢s de la mitad sufre estr¨¦s.
La negligencia y el maltrato psicol¨®gico siguen en frecuencia al abuso econ¨®mico. Bajo la negligencia se enmarcan ciertas conductas como proporcionar dosis inadecuadas de medicaci¨®n (por exceso o por defecto) o una medicaci¨®n err¨®nea, privar de las necesidades b¨¢sicas (alimentaci¨®n, higiene, calor, ropa adecuada al clima, asistencia sanitaria, etc¨¦tera) o el abandono. Y el maltrato psicol¨®gico se presenta bajo acciones de rechazo, insultos, terror, aislamiento, gritos, humillaciones, amenazas, se les ignora o se les priva de afecto.
Son situaciones que cualquiera puede detectar en su entorno, el problema es que estas formas de agresi¨®n no se identifican como maltrato, como tampoco se consideraba tal el desprecio en sus m¨²ltiples variantes de los hombres hacia sus parejas antes de que se definiera certeramente la violencia machista.
"Los mayores no reconocen el maltrato por tab¨² y porque no lo ven, porque sus vidas han sido muy duras y est¨¢n acostumbrados en cierta medida. Otros sienten culpabilidad porque son sus hijos y ellos, piensan, los han educado as¨ª. La culpabilidad es grande. El qu¨¦ habr¨¦ hecho yo para que me traten as¨ª", explica Isabel Iborra, que es en la actualidad representante por Espa?a de la Red Internacional para la Prevenci¨®n de los Abusos a Ancianos (Inpea, en sus siglas inglesas).
"El reconocimiento social del maltrato no siempre es exacto, no lo distinguen a veces ni los trabajadores sanitarios o sociales, y s¨ª, es un tab¨²", coincide Mar¨ªa Teresa Bazo, catedr¨¢tica de Sociolog¨ªa de la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
Esta experta apunta las dificultades que ha habido para definir protocolos de estudio a partir de los cuales unificar la incidencia del maltrato hacia los mayores, pero tambi¨¦n las trabas culturales que han lastrado el reconocimiento social, familiar, de estas agresiones. "El propio maltrato f¨ªsico, que ser¨ªa en principio m¨¢s detectable, no siempre lo es, porque las circunstancias de los ancianos a veces inducen a error". Se refiere, por ejemplo, al morat¨®n que puede salirle en un brazo a una persona mayor por el simple hecho de agarrarle fuerte para evitarle un resbal¨®n.
Bazo, que antecedi¨® a Iborra como representante en la Inpea, asegura que el maltrato a estas personas es completamente "internacional e interclasista". Son los modelos de atenci¨®n a la vejez los que determinan algunas caracter¨ªsticas propias. Por ejemplo, en Espa?a, los abuelos est¨¢n atendidos sobre todo, en casa. Tan es as¨ª, que una de las amenazas cl¨¢sicas, en el apartado de maltrato psicol¨®gico, es el ingreso forzado en una residencia geri¨¢trica. Tambi¨¦n en esos centros se dan situaciones de abuso que recaen, claro, entre los profesionales.
Y esa atenci¨®n en casa, propia de los pa¨ªses mediterr¨¢neos, est¨¢ complicando las situaciones de maltrato, como empiezan a detectar los profesionales. Porque cuidar a un anciano con graves problemas de dependencia no es sencillo y "las familias no siempre tienen los recursos emocionales, intelectuales, morales o econ¨®micos", dice Mar¨ªa Teresa Bazo. Y las ayudas p¨²blicas no son suficientes en casos as¨ª.
En situaciones como ¨¦sas, las familias muchas veces se encuentran desbordadas y en una situaci¨®n ambivalente que da cobijo al amor y al odio a partes iguales. "El familiar, que lleva a?os haci¨¦ndose cargo del anciano, siente cari?o hacia ¨¦l, es su padre, o su madre, pero tambi¨¦n est¨¢ al l¨ªmite; ha tenido que dejar el trabajo, perdido la libertad, los amigos; por eso, cuando el anciano muere, la sensaci¨®n de culpa es grande. Es entonces cuando reconocen y lamentan los gritos, los empujones, las malas respuestas, las broncas", explica Jes¨²s Miranda, profesor de Psicolog¨ªa en la Universidad de M¨¢laga.
Es entonces cuando afloran los malos tratos pasados. Y la situaci¨®n cada vez es m¨¢s frecuente, o, al menos, se percibe con m¨¢s claridad, entre otras cosas, porque es m¨¢s usual elaborar el duelo con la ayuda de un profesional.
Los cuidados de un ni?o que nace tambi¨¦n roban parte de la vida, del trabajo, las salidas con amigos, las costumbres. Pero los hijos dan afectividad y los cuidados tienen un l¨ªmite, van decayendo a medida que crecen. Con los ancianos es justo al rev¨¦s. "Lo que en principio se ve como una situaci¨®n de emergencia, cuidar al padre, resulta que se va alargando durante a?os, no se le ve el fin; y encima la relaci¨®n de afectividad se va perdiendo cuando merman las facultades del anciano. Antes era una persona que hac¨ªa cosas, que interactuaba con la familia, pero con el tiempo se va convirtiendo en un engorro", prosigue Jes¨²s Miranda. Cuando la p¨¦rdida de libertad se hace insoportable, "la ¨²nica salida es el fallecimiento. Pero entonces aflora la culpabilidad porque, a la vez que la pena, se siente cierta sensaci¨®n de alivio". Se sienten mal porque se sienten bien, ser¨ªa el resumen.
"Todos esos malos tratos se est¨¢n dando, son situaciones casi naturales, reacciones ante situaciones l¨ªmite. Y va a m¨¢s porque se vive m¨¢s tiempo y no siempre en las mejores condiciones. Por otro lado, el que cuida tiene una sensaci¨®n de recorte en su libertad que en otras ¨¦pocas no se ten¨ªa. Estamos acostumbrados a tener m¨¢s, por tanto, percibimos m¨¢s p¨¦rdida", afirma Miranda, que dirige un m¨¢ster sobre orientaci¨®n psicol¨®gica para intervenci¨®n en casos de emergencia y cat¨¢strofes.
Juan Mu?oz Tortosa, profesor de Psicolog¨ªa de la Universidad de Granada, ultima un libro titulado ?Est¨¢n maltratados mis padres? Pilares de la violencia oculta, donde analiza los sostenes de estas agresiones. Est¨¢ convencido de que el maltrato est¨¢ aumentando, que "hay muchas personas que ya lo est¨¢n sufriendo aunque permanece oculto". "Los cuidadores placer al principio dando m¨¢s de lo que reciben, pero a la larga se entra en conflictos de intereses y motivaciones y las necesidades del anciano pueden devenir una losa para el que le cuida. Es ah¨ª donde se inicia la espiral de violencia", dice. Pero Mu?oz Tortosa advierte que muchos cuidadores est¨¢n sobrepasados por las circunstancias y no todos maltratan, sin embargo. Opina que entre el agresor y la v¨ªctima hay, muchas veces, una relaci¨®n de codependencia.
Este profesor explica que el asunto, en todo caso, adolece de una "debilidad metodol¨®gica" que no favorece a¨²n estudios estad¨ªsticos en profundidad. "Ni siquiera existe una definici¨®n consensuada de este maltrato", lamenta.
En efecto, el maltrato a ancianos, como el de ni?os o mujeres, se da en la intimidad del hogar, una r¨¦mora para que estas agresiones salgan a la luz y reciban la condena p¨²blica que llame a la puerta de la pol¨ªtica. Entre cinco y siete de cada ocho casos de maltrato no se detectan, seg¨²n una gu¨ªa que acaba de editar el Ayuntamiento de Madrid para prevenir estas conductas. "Hay leyes de protecci¨®n de los menores, pero no de ancianos, faltan medidas para protegerlos", pide Mu?oz Tortosa.
En 1997, la horrorosa muerte de Ana Orantes, quemada viva por su marido en Granada, fue la pesadilla que despert¨® la conciencia social y pol¨ªtica. Y qu¨¦ decir del trauma colectivo que generan los abusos contra los menores. No ha habido un caso as¨ª entre los ancianos. Son v¨ªctimas que no se rebelan, que van a menos. "Lo com¨²n es el maltrato continuado e indetectable, personas atemorizadas en casa sin contacto social ni comunicaci¨®n con el exterior. No hay llamadas telef¨®nicas, nadie los ve. Todo ello deriva en una falta de conciencia real, que no se perciben como un problema social y por tanto, tampoco como un problema pol¨ªtico", describe Mar¨ªa Teresa Bazo.
En 1870 se contempl¨® en Gran Breta?a el maltrato infantil como un problema social, aunque hasta los a?os sesenta del siglo pasado no comenz¨® a investigarse sistem¨¢ticamente; en los setenta se hace visible la violencia entre c¨®nyuges y se afianza el t¨¦rmino de violencia dom¨¦stica en los ochenta. Despu¨¦s vendr¨ªa el maltrato a ancianos, para el que se acu?¨® en los ochenta el t¨¦rmino elder abuse en Estados Unidos.
Mervyn Eastman public¨® a principios de los ochenta sobre este problema en Reino Unido. De inmediato sali¨® el ministro de turno a decir no, aqu¨ª de eso no tenemos. Pero claro que hab¨ªa. Y hay. No s¨®lo en Inglaterra.
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