Fotogramas congelados de Kubrick
Una exposici¨®n en Mil¨¢n recoge 200 instant¨¢neas realizadas por el director antes de iniciar su carrera cinematogr¨¢fica, cuando era un jovenc¨ªsimo reportero de 'Look'
Rocky Graziano con los guantes de boxeo ca¨ªdos y la mirada cansada; chavales con cara de ni?os y manos de viejos que lustran zapatos en las calles; el joven actor Montgomery Clift relajado en su piso; los rostros enigm¨¢ticos en cuerpos extra?os de algunos artistas de circo; las aulas de la Columbia University, donde se formaba la prometedora clase dirigente de un pa¨ªs en ciernes o los hu¨¦rfanos de guerra del colegio mayor de Mooseheart, en Illinois, destinados a engrosar las filas de la middle class. En pocas palabras: fragmentos de vida de una sociedad que se va transformando, cr¨®nicas en blanco y negro de una Am¨¦rica que se despierta tras la II Guerra Mundial y saca brillo para su gran momento en la historia. En poqu¨ªsimas palabras: Kubrick antes de ser Kubrick. Fot¨®grafo antes que director. Una exposici¨®n recoge algunas im¨¢genes capturadas entre 1945 y 1950 por un joven reportero, hasta ahora casi desconocido, descuidado por los cr¨ªticos, aplastado por el renombre de lo que llegar¨ªa a ser m¨¢s tarde: un indiscutible maestro del cine mundial. Casi 200 disparos, testigos valiosos de una ¨¦poca y de la poderosa energ¨ªa expresiva de su autor, se pueden ver a partir del pr¨®ximo viernes y hasta el 4 de julio en el Palazzo della Ragione de Mil¨¢n.
"Est¨¢ a la altura de Cartier-Bresson o Walker Evans", dice el comisario
La muestra subraya por primera vez la precoz producci¨®n fotogr¨¢fica de Stanley Kubrick (Nueva York, 1928; Harpenden, Reino Unido, 1999), que con s¨®lo 17 a?os fue contratado por la revista neoyorquina Look, de la que se despidi¨® cinco a?os m¨¢s tarde para intentar hacer pel¨ªculas.
El d¨ªa de su 13? cumplea?os, Stanley recibi¨® de su padre una Leica III. Descubri¨® as¨ª una de sus pasiones: la fotograf¨ªa. Se apunt¨® a cursos, descuid¨® los estudios en el instituto para disparar, revelar y mejorar su t¨¦cnica fotogr¨¢fica. En junio de 1945, captura por las calles el retrato de un quiosquero triste mientras observa un peri¨®dico que titula con la noticia de la muerte del presidente Roosevelt. La imagen es tan intensa que no s¨®lo la revista Look se la compra, sino que tambi¨¦n decide contratar a aquel joven desconocido de ojos azabache. Arranca entonces una carrera fulgurante. Tras cuatro cursos en la escuela de cine, pagados con el sueldo de reportero gr¨¢fico, Kubrick decidi¨® colgar su Roilleflex y coger la c¨¢mara de rodar. En 1953 firma su primer largometraje, Fear and Desire; en 1955, El beso del asesino; Atraco perfecto llega en 1956, Senderos de gloria en 1957 y dos a?os m¨¢s tarde, Espartaco. Sin embargo, ¨¦sta es otra historia, la que le consagra como uno de los grandes del cine. La fotograf¨ªa cuenta su primera vida profesional.
"Las im¨¢genes publicadas por Look representan en realidad s¨®lo una m¨ªnima parte de los cerca de dos mil negativos archivados", explica el comisario de la exposici¨®n, Rainer Crone. "Fui a visitar a Kubrick un a?o antes de que muriera, en 1998. Le quer¨ªa pedir permiso para imprimir sus fotos y sacarle el partido que merecen. En realidad, tengo que admitirlo, esperaba tambi¨¦n que me dijera: 'Por supuesto, sube conmigo: tengo negativos, pruebas, todo mi archivo bien guardadito en la buhardilla'. Pero no fue as¨ª. Se puso muy contento de mi intenci¨®n de rescatar esa parte de su producci¨®n, pero confes¨® no tener ni la m¨¢s remota idea de d¨®nde pod¨ªa encontrarse el material, no ten¨ªa ni una impresi¨®n original, ni el copyright de los negativos. Me salud¨® diciendo: 'Take your time and good luck", recuerda Crone. Necesit¨® esas dos cosas, tiempo y suerte. Fueron 12 a?os de investigaci¨®n, hasta que descubri¨® que Look hab¨ªa regalado en 1952 gran parte de los negativos de Kubrick al Museo de la Ciudad de Nueva York. Desde entonces nadie los hab¨ªa visto.
Lo hizo Crone. "Estas fotos son una maravilla", exclama emocionado. "No me refiero s¨®lo a su valor documental, sino tambi¨¦n a su madura inteligencia figurativa. Desde el punto de vista de la calidad art¨ªstica y de la personalidad del estilo, el joven Stanley no ten¨ªa nada que envidiar a Walker Evans, Henri Cartier Bresson, Robert Frank, Diane Arbus, Louis Faurer o William Eggleston". Como los grandes nombres de la fotograf¨ªa social moderna, "¨¦l supo transformar las im¨¢genes est¨¢ticas en secuencias que contaban historias".
Los jefes de Look exig¨ªan a Kubrick que el sujeto fuese seguido constantemente, retratado en cada instante. Para obtener la m¨¢xima naturalidad, el joven reportero llegaba a veces a esconder la c¨¢mara bajo el abrigo y apretaba el bot¨®n con un peque?o interruptor oculto en la palma de la mano. "El rasgo que caracteriza las im¨¢genes es el inter¨¦s del autor por los aspectos psicosociol¨®gicos. Las fotos de los negros de Chicago, que no alcanzan a llegar a fin de mes pero hacen ostentaci¨®n comiendo en los mejores restaurantes, tienen detr¨¢s la misma mirada ambigua, desenfadada y destacada de La naranja mec¨¢nica, Barry Lyndon o El resplandor".
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