Dos zarzuelas para descre¨ªdos
A lo viejo, uso nuevo. Pocas veces hay tanta unanimidad al salir del teatro: si de divertirse se trataba, el p¨²blico se divirti¨® con raz¨®n. Llu¨ªs Pasqual ha fabricado un fant¨¢stico artefacto c¨®mico a partir de Ch?teau Margaux y de La viejecita, obras l¨ªricas en un acto con m¨²sica de Manuel Fern¨¢ndez Caballero. Del argumento de la primera no queda ni rastro en su versi¨®n, ambientada por el escen¨®grafo Paco Azor¨ªn en un estudio de Radio Juventud de Espa?a, en los a?os cincuenta. En la nueva trama, una sevillana y un gallego cantan los cinco graciosos n¨²meros de la partitura original durante un concurso l¨ªrico patrocinado por Ch?teau Margaux, "el vino de los vinos".
Entre n¨²mero y n¨²mero, un locutor entrevista a los dos participantes, glosa ret¨®ricamente las excelencias de sus lugares de origen, da paso a cu?as publicitarias a capella ("Feliz sin dolor todo el d¨ªa / Calmante Vitaminado le devuelve la alegr¨ªa"), proclama el ganador y anuncia la inmediata retransmisi¨®n comentada de la "desvergonzada comedia l¨ªrica La viejecita". Queda hecho as¨ª el empalme entre ambos t¨ªtulos.
LA VIEJECITA Y CHATEAU MARGAUX
M¨²sica: Manuel Fern¨¢ndez Caballero. Libretos originales: Miguel Echegaray y Jos¨¦ Jackson Vey¨¢n. Direcci¨®n esc¨¦nica: Llu¨ªs Pasqual. Direcci¨®n musical: Jos¨¦ Ram¨®n Encinar. Teatros del Canal. Hasta el 18 de abril.
Este programa doble tan bien trabado es de los que renuevan la afici¨®n
En la primera parte, ba?ada por una luz fr¨ªa que lo pone todo en blanco y NO-DO, destaca el locutor encarnado por Jes¨²s Castej¨®n, que hace suyas con exactitud la prosa y las maneras caracter¨ªsticas de la radio de esa ¨¦poca, sin caricaturizarlas: es un cruce entre Juan Mart¨ªn Navas, cantor del gol de Marcelino a la URSS que dio la Eurocopa a la selecci¨®n espa?ola, y Mat¨ªas Prats padre. El tenor Emilio S¨¢nchez borda un capricho c¨®mico par¨®dico desopilante y Sonia de Munck luce sus condiciones vocales en el vals que glosa el vino, catal¨¢n en esta versi¨®n, que da t¨ªtulo a la obra.
Una docena larga de soldados franquistas, que hizo de claque en la platea durante el concurso, sube a escena al comienzo de la anunciada "retransmisi¨®n" de La viejecita, para interpretar a un grupo de oficiales de la Guerra de Independencia cuyos di¨¢logos dicen con voz impostada, muy serios, imitando vicios de declamaci¨®n arraigados hondamente en nuestra tradici¨®n zarzuelera. Cuando la chispa de este recurso c¨®mico parece extinguirse y el aburrimiento empieza a asomar su hocico entre cajas, ?ale hop!, el elenco reaparece vestido de ¨¦poca por Isidre Prun¨¦s, la concha del estudio auditorio de Radio Juventud se eleva hacia el telar inesperadamente y detr¨¢s se descubre una escalinata palaciega digna de una superproducci¨®n vienesa de El murci¨¦lago.
Llu¨ªs Pasqual cuando se pone, se pone, aunque no sea a menudo. Este programa doble tan bien trabado es de los que renuevan la afici¨®n. Metidos ya en harina de opereta, los ir¨®nicos ripios de Miguel Echegaray siguen teniendo gracia en voz de De Munck y del joven bar¨ªtono Borja Quiza, cuya ovacionada interpretaci¨®n de la vieja t¨ªa indiana a alguno le record¨® al Jack Lemmon de Con faldas y a lo loco: es l¨®gico que hoy el papel del militar travestido por ganar una apuesta, escrito para Lucrecia Arana, lo interprete un hombre.
La orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por Jos¨¦ Ram¨®n Encinar, cumple en una posici¨®n dif¨ªcil (al fondo de la escena, oculta hasta el cuadro final por un tel¨®n trasl¨²cido) y el coro tiene su aquel, vestido exageradamente por Prun¨¦s. No es correcto que en la ficha art¨ªstica del programa de mano no figuren los nombres de los libretistas Jos¨¦ Jackson Vey¨¢n y Miguel Echegaray, que alg¨²n m¨¦rito tienen: a¨²n el de Manuel Fern¨¢ndez Caballero hay que andar busc¨¢ndolo fuera de sitio.
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