Otra vida
Ya pas¨®, ya sabemos la respuesta a la pregunta del mill¨®n, ya sabemos qui¨¦n sali¨® vencedor del duelo decisivo del s¨¢bado. Ya se ha escrito tanto y habr¨¢n visto tantas cosas referidas a este encuentro que se me antoja dif¨ªcil a?adir algo a tantas opiniones. S¨®lo se me ocurre que el viernes pasado el duelo era a vida o muerte y, por mucho que los entrenadores repitiesen en sus ruedas de prensa previas que el resultado no iba a decidir nada, nos empe?¨¢bamos, unos y otros, en otorgar a los tres puntos un car¨¢cter definitivo. Cuarenta y ocho horas m¨¢s tarde, los protagonistas nos vuelven a decir que nada est¨¢ decidido, que todav¨ªa no hay campe¨®n y que queda mucho por remar. Y yo me pregunto si por una vez les vamos a hacer caso; si por una vez no s¨®lo les vamos a preguntar lo que opinan, sino que vamos a tener en cuenta lo que nos dicen porque se dir¨ªa que andamos buscando en sus respuestas la confirmaci¨®n a nuestras ya profundas certezas. Los unos, en busca de fisuras que certifiquen que el proyecto blanco se resquebraja; los otros, intentando generar todo tipo de embrollos para que la marcha cul¨¦ se detenga, se altere, se rompa.
Unos buscan certificar que el Madrid se resquebraja; otros intentan generar embrollos para detener la marcha 'cul¨¦'
En estos casos siempre se nos olvida la propia capacidad de todos y cada uno de los que estamos en esto del f¨²tbol para complicarnos la vida a nosotros mismos. Se dir¨ªa que en estos casos es una suerte que la amenaza sea externa, ya que a esos que llevan diferentes colores a los nuestros ya los vemos, ya sabemos que quieren alterar nuestra normalidad. El problema viene de los otros; de esos que, llevando nuestros mismos colores, imbuidos en ellos, se dir¨ªa que camuflados, se acercan para sacar alguna ventaja. Para ello no necesitan que estemos mal. Esos se distinguen mejor, ya que, como adivin¨® claramente Napole¨®n, la derrota es hu¨¦rfana. La cuesti¨®n es m¨¢s sutil con aquellos que se constituyen en padres de la victoria, en due?os del proyecto vencedor, y desde ah¨ª se mueven en busca de un provecho que siempre ser¨¢ ¨²nico, privado, exclusivo. Como dir¨ªa un antiguo compa?ero, lo mejor es que el enemigo venga vestido con la camiseta rival. Lo dif¨ªcil es detectarlo cuando viste nuestra misma equipaci¨®n.
Pero, alej¨¢ndome de lo conocido, les dir¨¦ que hay vida m¨¢s all¨¢ de los grandes planetas, que hay f¨²tbol lejos de los grandes focos; f¨²tbol, unas veces de sufrimiento y angustia, como el que nos mostraban el Tenerife y el Valladolid en su duelo por la supervivencia; otras, de aquellos que se alejan de la quema como el maravilloso tanto logrado por Vadocz en El Sadar que pon¨ªa una hermosa luz para cerrar un encuentro que acerca a Osasuna a la permanencia; otras, en las que un tipo alto, un tanto tosco y desgarbado, llamado Javi Mart¨ªnez, se sue?a en modelo Messi y nos deja un gol hermoso que s¨®lo supo celebrar llev¨¢ndose las manos a la cabeza como si el primer sorprendido hubiera sido el 24 del Athletic, ¨¦l mismo. Y San Mam¨¦s se desparramaba en alegr¨ªa y sue?os europeos. Dejemos al Atl¨¦tico y el Sevilla buscando fecha para dirimir la Copa del Rey y viajemos a un lugar donde hay vida, f¨²tbol y buen juego. Es Mallorca, all¨ª donde parece que no hubiera pasi¨®n futbolera, all¨ª donde el club pasa por duras penurias que nos servir¨ªan como ejemplo para explicar la situaci¨®n de nuestro f¨²tbol. All¨ª, Manzano y los suyos van construyendo su camino de forma constante y firme, de forma callada y tranquila, todo medido, todo en formato de buen f¨²tbol.
Claro que hay f¨²tbol lejos de los grandes planetas, claro que hay otras cosas de las que disfrutar, claro que si usted desv¨ªa su vista de los focos de los grandes encontrar¨¢ muchas otras historias, otros cl¨¢sicos o, simplemente, se citar¨¢ con la vida real.
As¨ª de sencillo.
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