El mensaje oculto del segundo Katyn
Para los que han perdido a un ser querido, este es un momento de abrir los corazones y compartir su pena, no de reflexiones hist¨®ricas apresuradas. Sin embargo, para Polonia, y para Europa, existe ya un atisbo de esperanza en medio de la oscuridad. Una esperanza que se apoya en el contraste entre los dos Katyn: el de la matanza secreta de oficiales polacos cometida por los sovi¨¦ticos en 1940 y el del accidente a¨¦reo del pasado s¨¢bado en el que murieron el presidente polaco y otras figuras destacadas, cuando se dirig¨ªan a conmemorar el 70? aniversario de aquel crimen. Para ser m¨¢s exactos, la esperanza se apoya en el contraste entre las circunstancias hist¨®ricas reveladas por los dos acontecimientos, que son como la noche y el d¨ªa.
El crimen de 1940 se ocult¨® durante d¨¦cadas; la tragedia del s¨¢bado fue noticia inmediatamente
La ejecuci¨®n secreta de miles de oficiales polacos en el bosque de Katyn, en una ¨¦poca en la que la Uni¨®n Sovi¨¦tica y la Alemania nazi hab¨ªan firmado el pacto entre Hitler y Stalin, fue un crimen que simboliz¨® la barbarie europea de mitad del siglo XX. Entonces no hab¨ªa un Estado polaco que pudiera conmemorar las muertes con unos ritos como los que vemos hoy, porque los nazis y los sovi¨¦ticos se hab¨ªan encargado de borrarlo del mapa.
El crimen de 1940 fue tambi¨¦n simb¨®lico por c¨®mo se ocult¨® bajo mentiras gigantescas. Al principio, las viudas y los hijos no supieron el destino que hab¨ªan corrido sus maridos y padres. Luego, en 1943, cuando las fuerzas alemanas de ocupaci¨®n desenterraron los cuerpos en el bosque, la Uni¨®n Sovi¨¦tica asegur¨® que los hab¨ªan matado los nazis despu¨¦s de atacar a la URSS en 1941. Los sovi¨¦ticos persistieron en esta mentira pr¨¢cticamente hasta el final de sus d¨ªas, y pa¨ªses como Reino Unido, por vergonzoso que resulte, fueron c¨®mplices de ella durante decenios. Nunca olvidar¨¦ una ceremonia de inauguraci¨®n de un monumento a la que asist¨ª en un cementerio del oeste de Londres en 1976. El obelisco llevaba la inscripci¨®n "Katyn 1940", y la fecha lo dec¨ªa todo. El Gobierno brit¨¢nico no envi¨® a ning¨²n representante y prohibi¨® a los oficiales en activo que aparecieran de uniforme. La culpa de los rusos no estaba demostrada "de forma satisfactoria para el Gobierno de Su Majestad", dijo un portavoz del Ministerio de Exteriores, para gran bochorno de Reino Unido.
Comparemos eso con lo que ha ocurrido estos d¨ªas. Aunque la Rep¨²blica de Polonia ha perdido a muchas de sus principales figuras, ha seguido funcionando con dignidad y eficacia constitucional. A pesar de que todos los jefes de sus brazos armados estaban en el avi¨®n (cosa muy poco aconsejable), sus segundos se han hecho cargo de la situaci¨®n y no parece que la seguridad del pa¨ªs est¨¦ amenazada. Los polacos est¨¢n llorando otra tragedia nacional como s¨®lo saben hacerlo ellos, con esos bosques centelleantes de flores y velas, con las banderas, los servicios religiosos y los viejos himnos. Antiguamente, bajo la ocupaci¨®n extranjera, siempre que entonaban el himno patri¨®tico "Dios que protege a Polonia", cantaban "devu¨¦lvenos, oh Se?or, una patria libre". Hoy cantan, sin vacilaciones, "bendice, oh Se?or, a la madre patria". Porque hoy no duda nadie de que Polonia es una patria libre.
Todav¨ªa m¨¢s destacable es el contraste entre la reacci¨®n internacional que hubo entonces y la que ha habido ahora. En esta ocasi¨®n, los l¨ªderes de los partidos brit¨¢nicos se apresuraron a ser los primeros, junto con el presidente de Estados Unidos y la canciller de la Alemania democr¨¢tica, en enviar mensajes de condolencia. La primera cat¨¢strofe de Katyn se ocult¨® durante d¨¦cadas entre la noche y la niebla de las mentiras totalitarias; la segunda fue inmediatamente el principal titular de los boletines de noticias en todo el mundo. Y lo m¨¢s extraordinario de todo ha sido la reacci¨®n del ex responsable del KGB Vlad¨ªmir Putin, que se deshizo por demostrar la simpat¨ªa de los rusos, visit¨® varias veces el lugar del accidente, anunci¨® un d¨ªa nacional de luto para el lunes y ha ordenado que se exhiba la pel¨ªcula de Andrzej Wajda Katyn (que muestra sin ahorrar un ¨¢pice la crueldad de sus antecesores en los servicios de seguridad sovi¨¦ticos) en la televisi¨®n rusa, en horario de m¨¢xima audiencia.
En 1943, el responsable del Ministerio de exteriores brit¨¢nico, tras confesar que, "en un gesto cobarde", hab¨ªa apartado la mirada en el lugar de los hechos en Katyn, se preguntaba, en un memorando interno, "?c¨®mo, si se establece la responsabilidad de Rusia, podemos esperar que los polacos convivan amigablemente junto a los rusos durante futuras generaciones? Me temo que esa pregunta no tiene respuesta". Pero es posible que, a partir del segundo desastre de Katyn, la historia est¨¦ d¨¢ndonos hoy una respuesta totalmente inesperada.
Ahora bien, que no haya equ¨ªvocos: es la propia Polonia, con el esp¨ªritu de todos esos polacos muertos en Katyn, entonces y ahora, la que se ha ganado esa respuesta, as¨ª como el reconocimiento internacional de su p¨¦rdida, mediante sus esfuerzos para hacerse hueco como naci¨®n libre en una Europa que es una comunidad de democracias. La historia ayuda a quienes se ayudan a s¨ª mismos.
Timothy Garton Ash es autor de The Polish Revolution: Solidarity (Yale University Press). Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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